Mientras contábamos las olas, el océano se estaba parando. En Atlántico, en concreto. La corriente que transporta aguas cálidas desde México hasta el norte de Europa nunca ha sido tan lenta en al menos mil años.
Mientras contábamos las olas, el océano nos estaba gritatando. Literalmente, otro estudio que mostraba hasta qué punto los mares se han vuelto ruidosos por nuestra culpa. En este pódcast hablamos con el oceanógrafo Carlos Duarte de estos dos fenómenos que conoce bien. Pero también de cómo hemos llegado hasta aquí.
¿De dónde ha salido toda el agua de los océanos? Porque la Tierra, un día, fue joven. Y parece difícil de imaginar que aquel pedazo caliente, que no era sino polvo de estrellas, terminase formando masas enormes de agua líquida. Esas masas no han dejado de moverse en 4.000 millones de años, hasta ahora, que esa porción del océano se está parando.
A los océanos les debemos la vida. Y la vida empieza a morir en el agua cuando alteramos los ecosistemas. Cuando calentamos de más las cosas o cuando las volvemos ácidas. Algo está pasando. Y un equipo alemán de climatología dio la voz de alarma sobre la corriente de retorno del océano Atlántico que parece estar parando, dejando una ‘mancha azul’ en los mapas de anomalía de temperatura, bajo Groenlandia.
Una corriente del Océano que nos brinda inviernos suaves se está parando
La corriente atántica de retorno ‘AMOC’ (cuyo motor es la Corriente del Golfo) funciona como una correa, nos trae aguas cálidas desde el golfo de México. La que nos protege, justamente, de algunos de los fenómenos de frío extremo.
Stephan Rahmstorf, del Instututo Potsdam de Investigaciones del Clima y coautor de aquel descubrimiento, explica en este pódcast que esta corriente tiene un enorme impacto climático en el hemisferio norte, es lo que explica que tengamos un poco más de calor de lo que nos correspondería. AMOC, en este océano, se está parando.
La cuestión es que a lo largo del siglo XX se viene observando en los mapas de temperatura un misterioso punto azul en el Atlántico norte. Una zona, debajo de Groenlandia que cada vez es más fría, mientras la superficie de todo el resto del planeta se calienta aceleradamente. Eso parece sólo explicarse porque el océano se está parando. Esa corriente, en concreto, está en mínimos históricos.
Charlamos de este fenómeno con otro de los grandes oceanógrafos mundiales, Carlos Duarte. Este catedrático de la Universidad Rey Abdalá, fue a Bilbao a recoger el premio Fronteras del Conocimiento de 2020 en septiembre de 2021, que es cuando hablamos con él. Lleva cuatro décadas buceando. Y reconoce que hay que prestar atención a este fenómeno, que casi es más preocupante para los habitantes terrestres que los marinos. Ya que las criaturas oceánicas se enfrentan ya, a diario, a amenazas graves.
Una de ellas es el ruido. Los océanos y mares son verdaderas autopistas de buques. Parques de atracciones junto a la costa cada verano. Una jarana de redes y dinamita zambulléndose en alta mar. El martilleo de la actividad industrial y extractiva. Son pinceladas que, sumadas, llenan de ruido el océano y el mar. Duarte publicó un estudio del que se desprenden datos, como mínimo, curiosos.
Cada día explota una bomba abandonada de la II Guerra Mundial en la zona marina del norte de Europa. Y ni siquiera es el principal problema de este océano que parece que se estaba parando mientras contábamos las olas.
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