¿Qué tendrá que ver una paloma temeraria con que el Atlántico se esté parando y, a su vez, con las olas de calor? Este mes de julio ha sido el de las noticias infernales (en el sentido más térmico de la palabra) para sorpresa de nadie. De los 47ºC en Palermo a la oleada de incendios mediterráneos. Los seres vivos empezamos a acusar la emergencia climática del ya considerado mes de julio más cálido de la historia vivida por humanos. Pero aves, moluscos y pinos están viviendo su particular carrera contrarreloj entre la muerte y la adaptación. Somos meteorosensibles y en este pódcast hablamos de meteorosensibilidad con Mar Gómez, con la que descubrimos que esto tampoco es el fin del mundo.
Ella es física y meteoróloga, autora del libro Meteorosensibles. La meteorosensibilidad es un tipo de impacto de las condiciones del tiempo en nuestro estado físico y mental. No todo el mundo reacciona igual a los cambios o extremos térmicos, de humedad, viento o luz. A veces es un padecimiento, que afecta a aproximadamente un 30% de la población. Pero, ¿qué pasa cuando se tiene meteorosensibilidad y la emergencia climática nos lleva a una meteorología extrema?
El mes más cálido de la historia (otra vez… y por ahora)
Este julio de 2023 se ha convertido en el más caluroso registrado en el planeta. El mes más cálido de la historia en términos de temperatura media global absoluta. Es posible que tengamos que remontarnos a decenas de miles de años atrás, para encontrar condiciones cálidas similares en nuestro planeta.
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Las primeras tres semanas han superado cualquier periodo de los más cálidos hasta la fecha, según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus de la Unión Europea y la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Pero estos récords de calor, por desgracia, han dejado de ser noticia por recurrentes.
Por otro lado, un estudio de atribución elaborado por la World Weather Attribution (WWA) concluye que las olas de calor registradas este mes de julio en Europa y Norteamérica habrían sido “casi imposibles” sin el cambio climático. Durante las pasadas semanas, el sur de Europa, algunas zonas de Estados Unidos, México y China han sufrido graves olas de calor con temperaturas superiores a los 45 °C. El informe de la WWA destaca que en China la ola de calor fue, al menos, 50 veces más probable debido a la crisis climática.
Mar Gómez explica en este pódcast que el julio infernal que el Mediterráneo está viviendo tiene que ver con el fenómeno conocido como cúpula de calor o ‘heat dome’. “Se trata de una zona con aire cálido muy estable, menos denso que intenta subir pero se bloque y vuelve a descender, recalentándose. Atrapado en algo parecido a quedar atrapado en una cúpula. Hemos tenido temperaturas mínimas de récord en España (con el consiguiente impacto en la meteorosensibilidad(. Se han llegado a superar los 52ºC en China. Es algo que se está viviendo en todo el hemisferio norte”.

Meteorosensibilidad y adaptación: de las aves acaloradas a los pinos secos
La meteorosensibilidad se puede manifestar de diversas formas en una persona. Pero, ¿y en otros seres vivos? El calor se está cobrando su factura este 2023 entre animales y vegetales. Un ejemplo son los pinos que están secándose repentinamente este verano por el calor del año pasado. Una muerte en diferido.
En el mundo animal, el pasado 20 de julio, la playa de A Lanzada, en O Grove, amaneció tapizada de navajas. Miles de estos moluscos yacían muertos en la orilla de esta ría pontevedresa. Se analizaron las aguas, en busca de algún tóxico o desequilibrio. Y el misterio de las navajas muertas, a falta de confirmación, parece que tiene que ver con las altísimas temperaturas del mar.
El océano se calienta mucho más rápido de lo esperado. Se nota especialmente en el Pacífico, con el fenómeno de El Niño, que nos va a llevar con total seguridad a vivir el año más cálido de la Tierra en breve. Pero eso tampoco es el fin del mundo. El Niño es natural y cíclico. Lo del Atlántico este 2023 es más insólito y menos natural.
Nunca antes se había registrado por los humanos un incremento de temperatura así. Ya te digo que si te bañas estos días en aguas atlánticas lo mismo no lo terminas de notar o quizás levemente, porque hablamos de una anomalía de temperatura de algo más de un grado. Pero es que un grado de media es una barbaridad en términos oceánicos y puede llevarse por delante a decenas de especies y romper los delicados equilibrios de sus aguas, en permanente movimiento… hasta ahora.
¿Se está parando el océano? ¿Esto acabará con el calor infernal en que nos hemos metido?
Hay bastante evidencia de que la corriente meridional del atlántico AMOC, que nos trae a Europa aguas cálidas desde América, se está ralentizando. Puede que tenga que ver con el deshielo glaciar. Distintos estudios tratan de desentrañar la incertidumbre alrededor de este parón atlántico y sus consecuencias. Un nuevo análisis indica que este sistema de corrientes podría colapsar en cualquier momento entre 2025 y 2095. Pero las conclusiones de sus autores son bastante atrevidas.
En 2021 se concretó que el sistema AMOC (al que pertenece al Corriente del Golfo) se ha ralentizado en los últimos cien años y está más débil que en cualquier otro momento del último milenio. Los impactos de un colapso de la AMOC serían profundos. Podría traernos un clima más frío en la región del Atlántico Norte y la interrupción drástica de los monzones de África occidental e India. Pero, por el camino, una ristra de destrucción y extremos climáticos para los que no estamos adaptados.
Como explicamos en este pódcast, no hay consenso científico sobre si esto es inminente o pude ocurrir este mismo siglo. El último estudio, realmente, no puede determinar esto y navega en bastante incertidumbre. Aunque la advertencia de sus autores suene a la película ‘El día de mañana’ (Roland Emerich, 2004), realmente no ocurriría de la forma en que se muestra en el filme. Y hay investigadores, como la española Verónica Cainzos ponen en duda que haya tal parón y tales consecuencias.
Dicho esto, la comunidad científica sigue de cerca este tema, pues los océanos son el termostato terrestre, como explicaba aquí la oceanógrafa Anna Cabré, quien también piensa que debemos seguir de cerca esta ralentización atlántica, aunque sus consecuencias no sean tan apocalípticas. La Tierra puede estar sacándonos tarjeta amarilla climática por el lado de los mares. Y el Atlántico está más caliente que nunca, desde que medimos su temperatura.
En este capítulo de ‘Tampoco es el fin del mundo’ contamos con las voces expertas de Joan Carles Senar (director de investigación del Museu de Ciències Naturals de Barcelona), Mireia Banqué (CREAF), Edward Wasserman (Universidad Iowa), Lijing Cheng (Academia China de Ciencias), Dominic Royé (Fundación Investigación del Clima), Friederike Otto (Imperial College).
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