Sí, los perros huelen el miedo (pero tienen que estar muy cerca)

Experimento para probar la detección de estrés por el olor en perros | Queen's University
Experimento para probar la detección de estrés por el olor en perros | Queen's University
Tiempo de lectura: 7 min

Treo, Fingal, Soot y Winnie son cuatro perros no sólo con narices bien afiladas, sino con instintos bien entrenados para marcar muestras, como hacen los canes antidrogas de los aeropuertos. Los cuatro fueron reclutados para un estudio liderado por Clara Wilson, quien es una humana que está haciendo el doctorado en la Escuela de Psicología de la Universidad de Queens (Irlanda del Norte). Ella, como muchas otras personas que tienen animales a su cargo, se preguntaba si los perros pueden oler el miedo.

Publicidad

En 2017 se había intentado responder a esta pregunta. Pero aquel experimento contaba con la presencia del humano conviviente y un extraño en el momento en que tenían pavor, así que el perro podía detectar su miedo por otra vía distinta al olor. Y nunca midieron los cambios fisiológicos de los unos o los otros (biodetección).

Wilson, como parte de su tesis que acaba de publicar en PLoS One, decidió diseñar un experimento en que implicó a esos perros y a 36 voluntarios humanos ajenos. A los segundos, les propuso retos matemáticos bien difíciles. Una situación que para algunos de ellos era un poco terrorífica –aparentemente, se jugaban algo en esos exámenes–. Pudo medir su nivel de estrés monitorizando la presión arterial y frecuencia cardíaca. En este caso y experimento, asimilamos lo que entendemos por ‘miedo’ a ‘estrés’, pues a nivel bioquímico serían similares.

En los seres humanos, el estrés (y, por extensión, el miedo) se asocia con varios cambios fisiológicos: liberación de epinefrina y cortisol en el torrente sanguíneo; además aumenta de la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración, con supresión de la digestión. ¿Esas sustancias huelen? De algún modo, sí. ¿Pueden olerlas los perros? Esa era la gran duda. Hasta ahora, si un perro reaccionaba a uno de estos cambios en su humano se consideraba que era por ‘contagio emocional’, no por olor. 

Los ‘examinados’ también informaron de cuánto miedo tenían a la prueba o, más bien, cuánto estrés les generó hacer esas pruebas. Algunos estaban tan tranquilos. Otros se enfrentaron a la prueba con más pavor. Lo que no se esperaban, quizás, es que al margen de su miedo, sus ropas serían escrutadas por los cuatro perros al término de la prueba. También les pidieron una muestra de aliento.

Dispositivo en que los perros detectaron ‘muestras ciegas’ de personas estresadas, tranquilas o distractores | Wilson et. al
Publicidad

A los animales se les enseñó a cómo buscar esos olores y alertar a los investigadores sobre la muestra correcta: la de la persona estresada. Luego se introdujeron las muestras ‘con miedo’ y ‘relajadas’, pero en esta etapa los investigadores no sabían si habría una diferencia de olor que pudieran los cánidos detectar.

Los resultados fueron evidentes, explica Wilson: “En el 94% de los 720 ensayos, los perros alertan correctamente de las muestras [tomadas en momentos de] estrés”. Eso sí, la autora recalca algo importante: “Este hallazgo no nos dice si los perros percibieron las muestras de estrés como un reflejo de un estado emocional negativo. Es probable que en la vida real, los perros usen varias señales para valorar una situación. Este estudio proporciona evidencias de que el olor a estrés es detectable”. El ‘miedo huele’, de algún modo.

Los perros notan el estrés en el sudor y el aliento

En cada sesión, cada perro recibió muestras de una persona ‘con miedo’, tomadas con sólo cuatro minutos de diferencia. Y ninguno de los cuatro animales tuvo dudas a la hora de marcar aquellas que pertenecían a esos voluntarios estresados. Es decir, su miedo o estrés había quedado impregnado en sus ropas por alguna vía y a tiro de nariz de perro.

Clara Wilson explica que cuando nos estresamos se producen algunos cambios hormonales; “los hallazgos muestran que nosotros, como humanos, producimos diferentes olores a través de nuestro sudor y aliento cuando estamos estresados ​​y los perros pueden distinguirlo de nuestro olor cuando estamos relajados sin miedo. Incluso si es alguien que no conocen”. Eso sí, a través de ropas u muestras aisladas, no directamente sobre las personas. Esta y el escaso número de participantes son las principales limitaciones del estudio.


Clara Wilson no implicó a su propio perro en el experimento para no distorsionar el restultado, pero intuitivamente parece que también puede oler el estrés.

Publicidad

Ya era conocido que los perros son buenos detectando nuestro olor corporal. Gracias a él, son capaces de diferenciarnos de otras personas. Incluso, son capaces de notar variaciones en nuestro estado de salud y hasta si estás contagiado por coronavirus. Son capaces de oler cambios hormonales significativos. Pero no estaba tan claro que pudieran oler el miedo o el estrés.

El sentido del olfato sirve para alertar ante depredadores, crear y reforzar vínculos con familiares o encontrar comida reconocimiento de miembros de la familia. Ratones y vacas,  caballos o gatos pueden reconocer olores entre distintas especies.

En este sentido, salvo por lo del estrés, el olfato humano no es tan tan distinto al del perro. Un equipo del Instituto Max Planck demostró que somos capaces de reconocer el olor de las moléculas de histocompatibilidad. Es decir, una parte del sistema inmune que permite distinguir lo que pertenece al cuerpo de lo que es un potencial intruso.

Un perro no ataca por oler el miedo, responde a lo que ve

Así, tradicionalmente se ha pensado que si los perros son buenos detectando el miedo es más bien por una combinación de olores con los estímulos visuales. Si echamos a correr aterrorizados, un perro puede venir detrás ladrándonos. Pero no por oler el miedo, sino “porque están respondiendo con agresión depredadora, sin reconocer el pavor en la víctima”, aclaraba en 2017 la veterinaria Katherine Albro Houpt, profesora emérita de medicina conductual de la Universidad de Cornell, en una pregunta del lector del New York Times.

Publicidad

También destaca que cada ejemplar es distinto y su comportamiento no se desencadena sólo por un estímulo, del mismo modo que no va especialmente impreso en su raza el que sea de una forma u otra.

La investigación destaca que estos animales “no necesitan señales visuales o de sonido para detectar el estrés humano”, si bien la muestra elegida es muy pequeña. Este es el primer estudio de este tipo y sus autores mantienen que proporciona evidencia de que los perros pueden oler el miedo sólo con el aliento y el sudor, lo que podría ser útil al entrenar a animales de asistencia y perros de terapia. 

“También ayuda a arrojar más luz sobre la relación humano-perro y contribuye a nuestra comprensión de cómo los perros pueden interpretar e interactuar con los estados psicológicos humanos”, señala Wilson.

Los humanos al cuidado de estos cuatro perros del experimento también han recibido los resultados sin demasiada sorpresa. Uno de los caninos superolfateadores que participó en el estudio fue Treo, un cocker spaniel de dos años “emocionado de participar. Ya se sabía su camino para ir al laboratorio” en palabras de Helen, su humana y cuidadora.

“El estudio nos hizo más conscientes de la capacidad de un perro para usar su nariz para ‘ver’ el mundo. Los perros son animales muy sensibles e intuitivos y que hay un valor inmenso en usar lo que mejor saben hacer: ¡olfatear!”, concluye Helen.