Las hordas de peregrinos y turistas que llegan a Santiago de Compostela cada año en los meses de verano, sobre todo en julio y agosto, hacen que la vida de los vecinos de la ciudad gallega se vea trastocada. Muchos de estos vecinos se han quejado a través de redes sociales del ruido constante o la alteración del orden de las calles.
La población de Santiago de Compostela llegaba a las 97.858 personas en 2021, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), cifra que choca con los últimos datos recabados por Oficina de Acogida del Peregrino de la ciudad, que registra 67.374 peregrinos inscritos solo en el mes de julio, casi el 70% de la población habitual. Aunque no todos los visitantes de Santiago son peregrinos, también llegan muchos otros turistas.
Jordi Ficapal, director de la Cátedra de Turismo responsable e innovación del Instituto Químico de Sarrià (IQS), alerta de que este comportamiento de los turistas podría alterar hasta las condiciones psicológicas de los habitantes de la ciudad.
Por otra parte, Claudio Milano, investigador del departamento de Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona, afirma que el turismo de masas es un problema que afecta a muchos aspectos, como el social, el ambiental, el urbano o el de salud pública, por lo que se necesitan políticas para evitar que deteriore las ciudades y sus espacios.
Mientras, las ciudades plantean distintas estrategias para combatir el turismo de masas y buscan vías para adaptarse a la llegada de visitantes sin que eso altere la vida diaria del resto de los ciudadanos.
Pedir más responsabilidad y civismo a los peregrinos en Santiago de Compostela
La dificultad para los ayuntamientos que reciben grandes afluencias de visitantes está en el equilibrio entre conservar la ciudad para los residentes y potenciar su economía y turismo. Es por ello que el experto en turismo sostenible Jordi Ficapal propone un punto intermedio.
“Hay que poner el foco en el comportamiento del turista. Se podría limitar el ruido o los paseos por zonas del casco antiguo a través de una normativa municipal, pero entraría en conflicto con comerciantes o alojamientos. Otra forma de abordarlo sería a través de agentes cívicos o de protección civil, algo como una guardia urbana. Esto se ha visto en otras ciudades que da buenos resultados. Sin necesidad de que haya una sanción económica, se puede decir al turista o peregrino que está teniendo un comportamiento indeseado”, expone Ficapal.
El experto apunta a que esto ya ha pasado en ciudades como Londres o París, y que se pensó para Barcelona. También señala que, ya que los peregrinos reciben una compostela al llegar a Santiago, en ella se podrían incluir indicaciones de comportamiento para que cooperen en el respeto a los vecinos.
Milano, en cambio, considera que hacerlo a nivel del ciudadano o a través del control policial no es suficiente. “El problema del turismo se resuelve a través de políticas públicas concretas. Desde la década de los 2000 se vendió la idea del turismo de experiencias, también para el Camino de Santiago, lo que generó un flujo masivo de turistas. Se hizo una promoción de atractivos, pero no una planificación de los productos turísticos, lo que ha terminado creando un conflicto social”, afirma.
Otras formas de luchar contra el turismo masivo: las tasas turísticas
La llamada tasa turística puede tener muchas formas, entre ellas la de convertirse en un pase para la ciudad, como ha instaurado Venecia. Tal y como recoge su página web, para visitar la ciudad italiana hay que reservar y pagar la entrada para poder hacer sostenible el turismo.
No obstante, aunque exista esta excepción, instaurar una especie de peaje para peregrinos en Santiago de Compostela iría en contra de las normas españolas (Constitución española, artículo 139) y europeas de libre circulación (preámbulo de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea). Algo que también destaca Ficapal.
Para el experto, la otra opción es aplicar una tasa turística indirecta. “Normalmente se cobra a través del alojamiento, como sucede en Barcelona, y su función debería ser la de recaudar dinero para reinvertirlo en la ciudad y mejorar la vida de los residentes por la saturación turística”. Pero Ficapal expone que esto no siempre sucede.
“Hay un problema de redistribución de la riqueza, y las zonas más visitadas no tienen la compensación adecuada. Además, los agentes turísticos exigen que ese dinero se invierta en turismo y promoción. Pero debería ser para mejorar la limpieza, el orden, las frecuencias del transporte…”, explica Ficapal.
Coincide con esta idea Milano, que considera las tasas turísticas una mejor opción al control policial o ciudadano. “Gracias a las tasas turísticas podría haber una reinversión, pero debería hacerse con una buena estrategia de retorno y escuchando a la ciudadanía, viendo en dónde quieren invertir de su ciudad”, asegura. Para Milano también es una cuestión de saber identificar dónde está el problema: si en la presión en la vivienda, en el orden, o si es que los servicios se han gentrificado y se centran únicamente en el turismo.
La carga psicológica de los habitantes de Santiago de Compostela
Para el director de la Cátedra de Turismo, el problema de los peregrinos en Santiago de Compostela ha convertido lo que podría ser un pequeño sentimiento de intrusión turística en una carga psicológica altísima entre los habitantes de la ciudad por no poder desarrollar sus actividades diarias sin verse interrumpidos por el turismo.
“El turismo sin impacto no existe. Pero lo que sí hay son ciertos umbrales que se pueden tolerar. Si se llega al punto de la modificación de la forma de vida, esto podría afectar al bienestar y al comportamiento de los residentes, que cada vez estarán menos receptivos al turismo. Se debería fomentar el turismo responsable. Los buenos lugares para visitar son los buenos lugares para vivir”, afirma.
Ficapal también señala los peligros del turismo de masas, como el caso de los peregrinos en Santiago de Compostela en los meses de verano. Este fenómeno podría hacer que la ciudad se fuera convirtiendo poco a poco en un parque temático, en el que hay cada vez menos comercio local, y menos residentes habituales. En donde cada vez hay más pisos turísticos y una mayor gentrificación. Y deja una pregunta: ¿las ciudades son para los turistas o para los residentes?
- Oficina de Acogida del Peregrino de Santiago de Compostela
- Instituto Nacional de Estadística (INE)
- Página web de la ciudad de Venecia
- Jordi Ficapal, director de la Cátedra de Turismo responsable e innovación del Instituto Químico de Sarrià (IQS)
- Claudio Milano, investigador del departamento de Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona