Domingo a las ocho de la tarde. Abres tu teléfono por aburrimiento, te das el simple gusto de comprobar la hora y lo vuelves a repetir un minuto después. Desbloqueas la pantalla y caes en la tentación de abrir una red social. Comienzas a deslizar arriba y abajo saltando de post en post, caes en un vídeo de 15 segundos que explica una receta de microondas, que te lleva a un vídeo de gatitos y este, a su vez, a un tutorial de La vie en rose para ukelele.
No sabes cómo, pero te han dado las once de la noche.
Este tipo de prácticas que usan las redes sociales para atraparte se denominan patrones engañosos o adictivos, y la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) las divide en cuatro tipos.
La acción forzada ofrece a los usuarios algo que desean, como ver un determinado contenido u obtener más información sobre un tema en concreto, a cambio se les exige algo.
Los principales grupos de acción consisten en “forzar” a las personas a continuar en la plataforma, en crear un compromiso con ella y mantener su atención mediante distintos mecanismos.
Scrolling infinito. La interfaz está configurada para que nunca se termine el contenido.
Lo hace a base de recomendar nuevos posts según las publicaciones anteriores que han tenido éxito en el feed o algoritmo del usuario.
Enseña contenido personalizado para que haya más probabilidades de llamar tu atención.
Reproducción automática. Es una de las herramientas de captura de atención para prolongar el tiempo en línea. Consiste en reproducir vídeos o canciones sin que el usuario tenga que hacer nada.
Refrescar. Una vez que se ha visto el primer contenido, se vuelven a cargar nuevas publicaciones, basadas en las anteriores.
‘Premiación'(endowment). Por cada vez que visitas la plataforma, aumenta tu visibilidad o reputación, lo que se traduce en seguidores, me gustas, aumento de niveles para videojuegos, etc.
La ingeniería social es otro de los patrones calificados de alto nivel de adicción y se adapta al comportamiento de cada usuario ante la misma plataforma.
Cuando la persona utiliza la app de manera seguida o muestra un alto deseo, la aplicación te enseña mensajes de disponibilidad limitada u ofrece contenido exclusivo.
Culpa. Tiendes a compararse con otros mediante los likes o los seguidores, y se juega con la presión social.
Se fomenta la sensación de urgencia a través de mensajes de alerta y notificaciones push.
Genera un sentimiento de culpa o vergüenza a través de mensajes escritos en segunda persona, dirigidos a ti específicamente.
La interferencia en la interfaz consiste en manipular el diseño de la interfaz del usuario para promover unas actividades concretas sobre otras o para dirigir la atención hacia ciertos contenidos.
Misdirection. Modificar el diseño para que prestes atención a nuevas funciones.
Según la versión, distintas plataformas ocultan elementos como la hora o la fecha de las pantallas para perder la noción del tiempo/espacio.
Sobrecarga cognitiva. Se abruma al usuario con un sinfín de elementos para emplear: filtros, lentes, stickers, etc.
Persistencia. Esta categoría te incita a terminar las tareas que habías empezado, te enseña previsualizaciones o barras de progreso que se podrán completar después de que te hayas visto un anuncio o hayas rechazado algunos mensajes.
Los cuatro patrones constituyen el último motivo de denuncia de la AEPD. Elementos como el scrolling infinito, la reproducción automática de vídeos, los temporizadores que dan recompensas pasado un tiempo y otros premios ayudan a que pases más tiempo del esperado en estas aplicaciones, que a la vez van recopilando más datos sobre ti, y con ellos, haciendo mayor su negocio, como revela el estudio Patrones adictivos en el tratamiento de datos personales.
¿Con qué fin? La Agencia indica que los beneficios económicos dependen, en gran medida, de la cantidad de tiempo que el usuario está en línea, su participación y el volumen de datos personales que la plataforma consiga recoger.
Entre los usuarios, esta percepción también coincide. Ocho de cada 10 encuestados piensa que las redes sociales generan adicción, arreglo a la encuesta de Sigma Dos. Además, su uso está ampliamente extendido en España: el 85% de las personas de entre 14 y 65 años admiten que utilizan internet varias veces al día, como confirman los últimos datos del INE.
El CEPD (Comité Europeo de Protección de Datos) ya ha abordado el tema de los patrones adictivos y engañosos en una guía donde establece que las autoridades de protección de datos son responsables de sancionar el uso de patrones con diseños engañosos si estos incumplen los requisitos del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD).
Por este motivo, la AEPD ha estudiado a las distintas empresas responsables de estos patrones y actualmente las está investigando, ya que al aumentar el tiempo pegados a la pantalla, también aumenta el volumen de datos, con altas implicaciones para nuestra información personal.
- “Este modelo de negocio, para que de resultados al anunciante y se incremente el nivel de eficiencia, obliga a que los usuarios pasen mucho tiempo conectados”, confirma Ricard Martínez, profesor de Derecho Constitucional en la Universitat de València y director de su Cátedra Microsoft de Privacidad y Transformación Digital.
Martínez incide en que cuando una plataforma “ofrece en colores muy vivos, expresiones como ‘aceptar’ y ‘gratis’, y, en cambio, muestra la información de privacidad con un texto largo, mal presentado, que no acaba de gustar, te está induciendo a darle al ok”.
- Este experto explica que las autoridades le están prestando cada vez más atención a la accesibilidad y comprensión de la información, en otras palabras, que el usuario sea “plenamente consciente” de lo que va a suceder con sus datos.
La pantalla, un cóctel de hormonas que genera resaca emocional
“Las redes utilizan los patrones de comportamiento básicos de los humanos para su modelo de negocio”, sintetiza Elena Daprá, psicóloga sanitaria y vocal de sección del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COP-M).
Los patrones adictivos se sustentan en dos principios psicológicos: el reforzamiento y el castigo. “Cuando jugamos mucho con el reforzamiento negativo conseguimos que las personas se mantengan en línea. Por ejemplo, si no te conectas, pierdes puntos, tendrás menos visibilidad, menos likes”, explica. “El algoritmo te puede dar una bofetada como si fueses un niño pequeño”, remarca.
Lejos del sufrimiento, lo que nos generan las redes es la maravillosa hormona del placer: la dopamina. Daprá indica que las notificaciones aluden a la gratificación, al mostrar contenido afín, y también a la inmediatez, produciendo un refuerzo positivo constante.
Consecuencias mentales e infracciones legales de los patrones adictivos
Efectos psicológicos. Las redes favorecen la comparación social y pueden provocar una baja autoestima, ansiedad por la aprobación y validación a través de los likes de los demás o insomnio y trastorno del sueño al verse interrumpido.
- El FOMO (Fear of missing out, miedo a quedarse fuera) también puede jugar una mala pasada a los usuarios. “Te están diciendo todo lo que te estás perdiendo, que la vida pasa muy rápido y que si no lo coges ahora, luego no podrás, pero es una falacia”, subraya Daprá.
Además de generar adicción, también son penalizables. El profesor Martínez resume que, a grandes rasgos, los patrones adictivos y engañosos “vulneran los derechos fundamentales”, y a raíz de ahí recuerda que quebrantan algunas leyes como la ley orgánica de protección jurídica del menor, la garantía de derechos digitales de 2018 o la ley orgánica de 1982. Además de transgredir “toda la filosofía de la carta de derechos digitales”.
El hecho de que no se conozca la ubicación de tu foto, de que nadie te suplante la identidad por Internet, de que a todo el mundo la aparezcan las mismas páginas web en una búsqueda o recibir información veraz son las principales preocupaciones digitales de las administraciones, para que la próxima vez que se viralice una red social, antes de darle al ok, conozcas al dedillo lo que pasará con tus datos.
- Agencia Estatal de Protección de Datos
- Sigma Dos
- INE
- Entrevista a Ricard Martínez, profesor de Derecho Constitucional en la Universitat de València y director de su Cátedra Microsoft de Privacidad y Transformación Digital
- Entrevista a Elena Daprá, psicóloga sanitaria y vocal de sección del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COP-M)
- Organización Mundial de la Salud