De la pandemia a la endemia: condiciones para que no haya más olas imprevisibles

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Peatones en Barcelona con mascarilla | Toni Albir, Efe
Tiempo de lectura: 8 min

“Es plausible que la región [europea] se esté moviendo hacia una especie de final de pandemia”, dijo el responsable en Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) Hans Kluge. En declaraciones a AFP, agregó que ómicron podría infectar al 60% del continente antes de marzo. “Habrá una inmunidad global durante bastantes semanas y meses, ya sea gracias a la vacuna o porque las personas tienen inmunidad debido a la infección y también a la reducción debida a la estacionalidad”, señaló el médico. Pero, ¿dónde puede descarrilar esta previsión del cambio de la pandemia hacia la endemia?

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Para la inmunóloga y filósofa del IFL-CSIC Matilde Cañelles, lo primero es distinguir entre los conceptos de pandemia y endemia. Una pandemia es una epidemia en un área que cruza las fronteras internacionales y generalmente afecta a un gran número de personas.

La endemia implica “la aparición recurrente de una enfermedad, trastorno o agente patógeno en un área geográfica o un grupo de población. También puede referirse a una prevalencia alta crónica de una enfermedad en dicha área o grupo”. De esta forma, endemia no equivale a que algo sea benigno. El VIH/sida o la malaria son endémicas en varios países de África.

El problema ¿sin fin? de las variantes

Kluge anticipó que “habrá un período de calma antes de que la COVID-19 regrese hacia fines de año, pero no necesariamente el regreso de la pandemia”. El epidemiólogo de la administración de EE.UU. Anthony Fauci expresó un optimismo similar este domingo.

“Hay un grupo que piensa que con ómicron –con este número tan masivo de contagios en poco tiempo– hemos llegado al final. Otro piensa que no tiene por qué”, sostiene Cañelles. Pero la inmunóloga cree que la clave está en la aparición de una futura variante nueva que escape de la protección que da la infección previa o las vacunas.

Como explicó a Newtral.es el virólogo José Antonio López Guerrero (UAM), a este coronavirus poco a poco le va quedando menos margen para seguir mutando y adaptarse. Ya es uno de los patógenos virales que mejor y más rápido contagian. En este sentido, tanto sus versiones delta como ómicron “están ya bien adaptadas al ser humano y su destino es ser cada vez más leve”. Pero, ¿en cuánto tiempo y para todo el mundo?

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Él mismo reconocía que puede seguir mutando y haciéndose aún más afín a nuestras células en un contexto de transmisión tan alta en todo el mundo. “A más contagios, más oportunidades para que siga cambiando”. Una nueva variante (quizás llamada ‘pi’), si tiene escape inmunitario, podría borrar la memoria de protección que nos está dando ómicron a lo largo de este invierno europeo. Y la siguiente ola llegaría con su irrupción. Eso sigue siendo imprevisible.

De la pandemia a la endemia: una estacionalidad que se hace rogar

La gripe o los catarros de otros coronavirus son estacionales. La covid aún no. Sin embargo, parece condenado a serlo. Investigadores de Barcelona demostraron el pasado octubre que el SARS-CoV-2 tiene claros elementos de virus estacional. Es decir, vuelva cada invierno.

El investigador del programa de Clima y Salud de ISGlobal Leonardo López explicaba a Newtral.es que, sin duda, “temperatura y humedad han sido claves para explicar la manera en que ha circulado el virus y lo empujan a convertirse en un virus claramente estacional”. Esto refuerza la idea de que, frente a lo discutido durante los primeros meses, “una vía principal de transmisión es la aérea, los aerosoles, sobre todo en espacios cerrados, que son los que más compartimos cuando hace frío”, tal y como modelizaron varios equipos en este estudio en Nature Computational Science.

¿Cómo se explica la ola del pasado verano? “Aumentó mucho la movilidad tras las restricciones, los encuentros –también en lugares cerrados, sometidos a las bajas temperaturas y sequedad del aire acondicionado–, las llegadas de turistas, etc.”. Por ahora, como señala el geógrafo de la salud Dominic Royé, el SARS-CoV-2 más sensible a las restricciones de la vida social que al calor. Si no hay grandes brotes de gripe en verano “es porque ya hemos ido generando cierta inmunidad ante ella”, apostilla López. A eso apela Kluge en su pronóstico para la covid.

Sin embargo, aquella ola veraniega también demostró nuestra vulnerabilidad frente a una nueva variante. Entonces fue delta, con cierto escape inmunitario y, sobre todo, mayor capacidad de contagio. ¿Podría una versión todavía más mutada complicar los veranos? Nadie tiene certezas al respecto.

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La séptima ola, ¿sembrada por viejas infecciones delta?

Como explicamos aquí, la ola invernal en Europa ha sido un verdadero mix de infecciones delta y ómicron. Y esto es muy relevante de cara a que pueda haber una nueva ola antes del verano. En España, según los datos de secuenciación de las comunidades autónomas, hacia la mitad de diciembre la mitad de las muestras eran de delta. Durante la última semana del año, la variante delta aún estaba presente en el 18% de las muestras, según datos recopilados por GISAID.

Es decir, si te contagiaste en Navidades, es perfectamente posible que fuera con delta. Y, por tanto, antes del verano podrías volver a contraer el virus y transmitirlo (aunque no tengas síntomas).

Las reinfecciones son el motor de ómicron y de las incidencias disparadas en casi todos los territorios donde ha entrado. Sin embargo, para que se dé una reinfección hay dos elementos clave: el tiempo desde que se produjo la primera infección y la variante que estuvo implicada. Cañelles cree que es casi imposible que una personas ‘sana’ se infecte dos veces con la misma variante. Pero sí se han visto reinfecciones de gente que pasó delta y que ha contraído ómicron pasados por encima de tres a seis meses. Incluso con la vacuna puesta (aunque es menos probable).

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En todos los casos, las reinfecciones en personas vacunadas son leves en la práctica totalidad de los casos, salvo en personas inmunocomprometidas o con muy avanzada edad con otras patologías. Lo cual, de cara a la tensión hospitalaria y a nivel humano, tampoco es un consuelo. Pero sí nos sitúa en un marco más parecido al de la gripe estacional, con entre 4.000 y 15.000 fallecidos al año en España, pero a partir de ingresos distribuidos entre enero y marzo, recurrentemente.

Pandemia y endemia: el ‘mito’ del virus cada vez más leve por sí solo

Recuerda Sergio Ferrer en Sinc que el biólogo evolutivo Paul Ewald criticó ampliamente el dogma de que ‘los virus se van haciendo cada vez más leves’. En su libro de 1994 Evolution of Infectious Disease señala que pocas ideas han sido tan arraigadas en la literatura […] Pocas ideas en ciencia han sido tan ampliamente aceptadas con tan poca evidencia. Y pocas ideas están tan en desacuerdo con los principios fundamentales en los que supuestamente se basan”, escribía.

Hay una base para pensar que los patógenos contagiosos tienden a ser cada vez menos dañinos para el hospedador: el virus o bacteria no le ‘interesa’ matar a su víctima, sino replicarse en ese organismo y en otros lo más posible. Si lo mata, se acaba la infección y la transmisión. El problema es abordar esa creencia desde los principios de la teoría de la evolución por selección natural. Un virus, sí, puede hacerse más leve con el tiempo. Pero con mucho, mucho tiempo.

La vacuna es la que podría cambiar los plazos y modula la pandemia. Ómicron nos puede parecer menos grave. Pero para Cañelles, sin duda lo es porque “nos pilla ampliamente vacunados”. Lo demás puede ser más o menos especulativo. Pero la covid ya es una enfermedad manifiestamente leve (aunque puede ser engorrosa) para la inmensa mayoría de personas con dos o tres dosis puestas, más aún con vacuna e infección superada. Sin vacuna, probablemente seguiría siendo una tragedia, pasados ya dos años y cinco ‘adaptaciones’ de virus.

Para el director del Observatorio de Salud Pública de Cantabria Adrián Aginagalde, la estacionalidad no disminuye necesariamente la gravedad. Explica en Sinc que muchas pandemias por infecciones respiratorias agudas empiezan “a pie cambiado” en un momento del año que no encaja con su estacionalidad típica, pero que posteriormente se estacionaliza y recrudece en períodos concretos sin que por ello disminuya su gravedad.

Otros coronavirus graves, como el primero SARS o el MERS, prácticamente desaparecieron, con algún brote en Oriente Medio ligado a la exposición a camélidos infectados. Los coronavirus de catarro aparecen cada año “y te puedes contagiar dos veces con el mismo en una misma temporada”, señala Cañelles. Así que, “honestamente, aún no sabemos qué puede pasar”.

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