Palomas y cotorras sin control: un bufé de comida basura y la ausencia de depredadores está generando una “evolución contranatura”

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Dice Joan Carles Senar que las ciudades son unos excelentes laboratorios de la evolución. “Yo muchas veces digo que no hace falta ir a las islas Galápagos (como Darwin). En las ciudades están teniendo lugar unos procesos muy importantes de evolución”. Senar, vicepresidente de la Sociedad Española de Etología y Ecología Evolutiva, es el investigador jefe del Museu de Ciènces Naturals de Barcelona. “A veces basta con pasear por la ciudad, mirar y escuchar”, dice quien asiste con preocupación a lo que se podría considerar una plaga de palomas y de cotorras argentinas.

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¿Qué dictan las más básicas leyes de la evolución? Que los ejemplares más capaces se podrán adaptar mejor a su entorno, teniendo más éxito a la hora de reproducirse. La selección natural en marcha. Sin embargo, la maquinaria darwiniana parece haberse gripado en las grandes ciudades. Los genes de las aves de ciudad son diferentes, pero no necesariamente ‘para bien’. Especialmente en especies que se están adueñando de los rincones urbanos con una tasa reproductiva desmesurada como esas palomas y las invasoras cotorras argentinas y de Kramer, contra las que diferentes ciudades españolas llevan años luchando con desigual resultado.

El propio Darwin, enn 1839, describió esta especie como una de las principales plagas agrícolas en América del Sur. “Hacen grandes estragos en los campos de maíz”, escribió en su diario. Pero ahora se han sumado a la banda sonora de las ciudades, donde ya abundan otras especies que han prosperado al calor del desperdicio alimentario, como las palomas.

Desde 1986 hasta el año 2005 (en que se prohibió su importación en la UE), entraron de manera legal en España al menos 190.000 individuos de cotorra argentina y cerca de 63.000 ejemplares de cotorra de Kramer. En 2015 SEO BirdLife realizó el primer Censo Nacional de la Cotorra Argentina. Desde entonces hay una enorme disparidad de cifras y estimaciones. Pero Senar destaca que en la ciudad, que no es su entorno autóctono, la tasa de crecimiento es exponencial. “El 50% de los pollos se están reproduciendo en su primer año de vida, en Barcelona”, cosa que no ocurre en sus bosques o estepas autóctonos.

¿Por qué la ciudad es un 'paraíso' ilimitado para palomas y cotorras?

Llevar una vida urbanita es el secreto de las cotorras invasoras para expandirse y establecerse en más de 150 ciudades de la península ibérica. Así se desprende de un estudio liderado por Laura Cardador (CREAF) publicado en 2022 en Diversity and Distributions. Las cotorras argentinas (Myiopsitta monachus) y las de Kramer (Psittacula krameri) han encontrado en las ciudades cobijo, recursos y carecen de depredadores, por lo que se han expandido siguiendo las conexiones o infraestructuras entre municipios ibéricos desde 1991.

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Algo similar ocurre con otra especie no considerada exótica: la paloma (Columba livia). Cuentan con un bufé libre de comida basura, literalmente. Se alimentan cada vez más de desperdicios que vamos dejando los transeúntes, lo que incluye una amplia variedad de ultraprocesados. Desde restos de pizza, kebap o dulces, que destrozan su metabolismo y favorecen su engorde.

“Estamos viendo cambios evolutivos muy rápidos”, dice Senar. No precisamente para 'bien' del individuo. Pero sí para la abundancia de la especie. Palomas o cotorras urbanas cuentan con alimento abundante. En el caso de las primeras, además, existe una percepción de que se están volviendo más osadas o temerarias, a la hora de acercarse a los humanos a por comida. No es ya la que se le ofrece, en forma de pan o grano, sino la que pueden 'robar' a picotazos entre la abundancia de terrazas de bares que se mantienen prácticamente ya durante todo el año, desplegando un menú tan suculento como insano para ellas.

“Más que una evolución hacia palomas 'más temerarias' –cree Senar– vemos que la densidad ha aumentado muchísimo y por lo tanto nos damos más cuenta. Hay más incidentes con ellas”. Desde esa paloma o gaviota que se sube a una mesa a dar un bocado a la patata frita de turno, a la que acaba bajo las ruedas de un coche, despistadísima en la calzada.

“Las palomas ya dependen muchísimo del alimento que obtienen de los humanos”. ¿A quién le apetecería pasar el día haciendo ejercicio, buscando gusanos o grano de calidad? No nos diferenciamos tanto en nuestros íntimos instintos. Incluso aunque sean 'antievolutivos'. Los individuos pueden gozar de peor salud, ante estos hábitos insanos de la ciudad. Pero la especie se expande.

En la ciudad, palomas y cotorras a veces se consideran plaga, “no tienen procesos de selección natural como tenemos con otras especies y por lo tanto hay un una 'relajación de la especie' y de los procesos evolutivos. Estos animales “no son tan listos a la hora de buscar alimento, porque ya lo tienen fácil”. Eso no ocurre en la naturaleza. Pero estas aves, devenidas urbanitas, tampoco están realmente en cautividad.

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¿Es justo considerar a cotorras y palomas como una plaga urbana?

¿Y cuál sería ese umbral de tolerancia para decir bueno, pues está bien esta población o la consideramos ya una plaga? “En el caso de las palomas, por ejemplo, se dice que lo ideal sería contar con unas 400 por kilómetro cuadrado”. En las cotorras la cosa cambia, pues no es un ave autóctona y compite con los recursos y lugares de 'alojamiento' del resto, introduciendo un desequilibrio.

Cotorras argentinas y palomas, una plaga urbana | Shutterstock
Cotorras argentinas y palomas, una plaga urbana | Shutterstock

Pero las cotorras argentinas llevan en nuestras ciudades desde los años setenta, cuando su venta era legal y habitual, importadas de Argentina y Uruguay como mascotas y vendidas, sobre todo, en Barcelona. ¿Hasta qué punto no son ya aves de aquí?

Para Senar, pueden serlo, pero no están en equilibrio cuando se dispara su población. ”Lo importante también es la tasa de incremento”. Y es cierto que es posible que la cotorra se haya adaptado también morfológicamente a este hábitat urbano. La cotorra ya es 'menos argentina'.

“Cada vez dependen más del ser humano. Ahora estamos ahora investigando si hay cambios en la morfología del pico en las cotorras por el hecho de estar siendo alimentadas por los seres humanos. Hay cambios, no para bien. Ha ocurrido, por ejemplo, con las gaviotas, que han cambiado su dieta –comen palomas pero no 'las suficientes' para controlar su población–”.

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En estos momentos en Barcelona “ya estamos seguramente las 10.000 cotorras. En ocho o diez años tendremos 20.000 y después 40.000”, sentencia Senar.

Los a veces polémicos métodos de control de la población de cotorras

Explica Dailos Hernández-Brito Investigador (Estación Biológica de Doñana-CSIC) que las cotorras argentinas ha pasado de ser una plaga que provoca molestias (ruido, suciedad) y daños en otras especies, hábitats y cultivos. Se han puesto a prueba diversos sistemas de control pero los resultados han sido hasta ahora limitados y desiguales.

El censo de cotorras de Madrid de 2019 fue el punto de partida para una campaña de control de la población de esta especie por parte del Ayuntamiento, que puso en marcha un plan para reducir al 10% la población de cotorras argentinas y de Kramer. Sólo en el año prepandémico, había aumentado su población un 30% respecto al censo de 2015. El partido PACMA denunció en 2021 que la contrata del Ayuntamiento para controlar las aves dispara contra las cotorras en parques públicos. Se abría, de nuevo, el debate sobre cuál es el más efectivo y más ético método de control.

Tanto el partido animalista como la organización SEO Birdlife advirtieron que matar en Madrid ciudad las cotorras a tiros devendría en el efecto perverso de crear un “nicho ecológico” en la ciudad, donde esta especie invasora es más numerosa, si no existe un plan a nivel regional. Las cotorras se han extendido por, sobre todo, el arco sur y la periferia noroeste.

Las esterilizaciones mediante compuestos químicos en la comida se han probado con discreto éxito. Recuerda Senar que en ciudades con tanta abundancia de alimento a la que se acercan cotorras y palomas, pensar que sólo acudirán a los comederos tratados en casi una utopía. También se ha intentado con trampas, pero han aprendido a esquivarlas.

Se suele mencionar el caso de éxito de Zaragoza. Las brigadas municipales esterilizaron, pincharon huevos y dispararon con carabina a los ejemplares adultos y el Ayuntamiento asegura haber mantenido bajo control a una población que llegó a los 5.000 ejemplares estimados de cotorras argentinas o de Kramer.

La capital hispalense ha desarrollado programas piloto junto a la Universidad de Sevilla, combinando varias técnicas, incluidas las de esterilización por comida o pinchado de huevos. Una de ellas, jaulas de tejado invertido con apertura regulable. Periódicamente, estas jaulas fueron revisadas para retirar las cotorras capturadas y liberar otras aves que hayan entrado en las mismas. Algunas asociaciones defienden métodos como los cañones lanzarredes utilizados en Gran Canaria para resolver un problema similar con las palomas.

Senar, que lleva más de dos décadas investigando sobre el control poblacional de estas especies, cree que no hay una solución mágica. “Hemos hecho modelos de dinámica poblacional y vemos que es el doble de efectivo eliminar individuos que no eliminar la reproducción”.

Pero también “la sociedad se ha de concienciar de que estas son especies invasoras y que porque sean muy bonitas, simpáticas o inteligentes, no dejan de dar los problemas que dan”, concluye.

¿Alguien indulta a las cotorras o palomas de ser 'plaga'?

No está claro si puede haber un equilibro en el ecosistema que permita a las cotorras argentinas ser consideradas ya unas aves integradas en armonía en España. Lo que sí es cierto es que “se ha observado que algunas especies pueden llegar a ocupar los nidos de cotorra argentina, aunque el alcance ecológico de estas ocupaciones es desconocido, especialmente en las zonas invadidas” explica Dailos Hernández Brito, primer autor de otro estudio al respecto, de 2021.

“Hemos estudiado el rol de la cotorra argentina como ingeniero ecosistémico, es decir, modificador del medio capaz de crear un nuevo recurso (en este caso sitios de nidificación), que otras especies pueden explotar”, señalaba en la presentación de su trabajo.

A pesar de encontrar el 'lado bueno' de sus nidos, los autores consideran que los planes de manejo y actuación sobre poblaciones invasoras de cotorra argentina no pueden demorarse más. “Las acciones de manejo sobre estas poblaciones son urgentes, pero deben considerar y mitigar potenciales efectos adversos sobre especies nativas inquilinas durante la retirada de nidos”, añade José Luis Tella, investigador de la Estación Biológica de Doñana y supervisor del estudio.

Los nidos afectan a los árboles, ¿como en la palmera caída en el Raval?

Palmera caída en el Raval de Barcelona | Marta Pérez, Efe

Las cotorras colonizan árboles de gran porte para instalar verdaderos 'chalets adosados' a modo de nido. Esto puede devenir en su deterioro. Sumado al daño que el calor y la sequía está provocando en el arbolado, el riesgo de desprendimiento aumenta.

Este 3 de agosto, una joven de 20 años murió al caerle encima una palmera en la calle Joaquim Costa de Barcelona. El responsable de Parques y Jardines del Ayuntamiento, Francesc Jiménez Gusi, ha asegurado que una causa posible es el estrés hídrico que sufre la vegetación urbana de Barcelona. Jiménez también ha apuntado al estrechamiento del estípite de la palmera y la existencia de nidos de cotorras, que podrían ser otro factor que haya acabado por provocar el accidente, aún en investigación.

Pese a las diversas hipótesis iniciales, el gerente ha pedido esperar a los resultados del informe que se está haciendo, “por si hay algún otro factor que se nos ha escapado” y que puede haber desembocado en la caída.

En este sentido, los vecinos alertaron hace unos meses de un nido. Antonio Rios, vecino del Raval, asegura en declaraciones a la ACN que la palmera caída este jueves por la tarde era "una muerte anunciada" por el estado del árbol. Asegura que se habían formado nidos de pájaros y cotorras y la palmera soportaba un peso de más de 500 kilos en nidos.

Los responsables municipales han negado que se encontrara rastro de él cuando se retiró la palmera tras el accidente, según informa Germán González en El Mundo. En la instantánea tomada por Google Street View en marzo de 2023 sí se observa lo que parecen las ramas que componen un nido propio de estas aves.

En todo caso, pese a que ningún factor por sí sólo parece ser el ”determinante” en la tragedia, el Ayuntamiento investiga todos, incluido ese posible nido de cotorras.

A la espera de si tuvo o no tuvo algo que ver con el desplome de la palmera, Senar recuerda que las casas de las cotorras son comunales. No sólo viene una pareja para dormir o criar. Van creciendo hasta superar los 50 o hasta 100 kilos, con decenas de miles de ramitas, “todo esto, digamos, va haciendo daño al ecosistema”.

1 Comentarios

  • En 2020, Almeida contrató a las empresas privadas Matinsa y Dypsa, por 2,9 millones de euros, para que exterminaran al 90% de las cotorras argentinas en la ciudad (no comprendo por qué no las contrató para exterminar al 100%; o sí). Ahora yo les pregunto a los madrileños que votan a Almeida: ¿han visto reducido el número de cotorras? ¿Han visto a algún operario retirando huevos de cotorra, retirando nidos, o capturando o matando cotorras?