Iratxe Zapirain es madre de tres hijos: una niña que nació de su vientre hace cinco años, un niño de ocho cuyo proceso de adopción está en trámite, y un bebé que falleció en el parto en junio de 2019.
Por la muerte de este último, Iratxe firmó un acuerdo extrajudicial con Osakidetza (Servicio Vasco de Salud) el pasado 6 de abril, después de que hace un año el propio Osakidetza iniciase un procedimiento de oficio para investigar su responsabilidad —la de Osakidetza— en la asistencia prestada. A pesar de que el acuerdo incluye una cláusula de confidencialidad, Iratxe quiere que se sepa lo que ocurrió aquel día: “No quiero que nadie más pase lo que yo tuve que pasar”, cuenta a Newtral.es.
93.963 euros es la cantidad que ha pagado Osakidetza —a través de la mutua aseguradora SHAM— a Iratxe “en concepto de indemnización de daños y perjuicios en relación a la asistencia prestada el 3 de junio de 2019”, tal y como consta en el documento al que ha tenido acceso Newtral.es. La oferta llegaba después de varios informes elaborados por el Servicio Vasco de Salud, que sirvieron para analizar la responsabilidad que tenía el sistema sanitario en la muerte del bebé. En el apartado de “áreas de mejora detectadas” de uno de los documentos —el informe del análisis del incidente 2019/004, elaborado mediante el Protocolo de Londres— se señala que es necesario implementar un protocolo de parto de emergencias porque, de lo contrario, “se podría repetir alguna situación similar”.
Iratxe, de 40 años y barcelonesa de nacimiento, se trasladó a Lekeitio (Bizkaia) hace 15 años, un pueblo costero de poco más de 7.000 habitantes. Su hospital de referencia es el de Mendaro (en Guipuzkoa), situado a unos 33 kilómetros. “Allí di a luz a mi hija y es donde pensaba parir esta vez. De hecho, aunque yo mis revisiones las hacía en el ambulatorio de Lekeitio [el único centro sanitario del pueblo], la última me tocaba en Mendaro. Fui y estaba todo bien. Me dijeron, eso sí, que cuando me pusiese de parto, tenía que llamar antes de ir. Con mi otra hija no me lo dijeron, pero también es verdad que se adelantó. Esa última visita no se produjo. Simplemente un día de madrugada me puse de parto y me planté allí, me llevó mi hermano en coche”, explica Iratxe.
El 3 de junio de 2019, un día antes de salir de cuentas, Iratxe comienza a tener contracciones sobre las seis de la tarde, así que se dirige a su casa y, desde allí, llama al Hospital de Mendaro, donde le indican que no vaya: “Me dijeron que estaban atendiendo otro parto y que allí no fuera. Le pregunté al chico que me atendió y solo me decía que allí no fuese, no me dio ninguna solución. Me rompió todos los esquemas, y empecé a ponerme muy nerviosa. Le dije a mi padre que, en vez de llevarme a Mendaro, me llevase al Hospital de Cruces [a 70 kilómetros, en Barakaldo]. Mi padre empezó a ponerse nervioso porque el camino a Mendaro se lo conoce bien y es la mitad de tiempo, pero a Cruces no sabía ir y era mínimo una hora en coche. El hombre es mayor: tiene 80 años, le daba miedo”, relata Iratxe.
Según el análisis de incidencias realizado por Osakidetza, el Hospital de Mendaro “dispone de unidad materno-infantil, solo puede atender un parto cada vez”: “Hay que llamarles previamente para saber disponibilidad. En ese momento estaban ocupados con un parto, no tenían capacidad para asumir otro (información conseguida desde Mendaro)”, añade. Según aparece en la web de Osakidetza, este centro hospitalario cuenta con cuatro salas de partos. Newtral.es ha contactado con el departamento de comunicación de Mendaro para saber qué recursos y capacidad tienen en la atención a partos, pero nos han remitido al gabinete de comunicación del Departamento de Salud del Gobierno Vasco que, a fecha de publicación de este texto, tampoco ha respondido. En el informe pericial, también encargado por Osakidetza, el médico inspector señala: “No queda claro por qué ese hospital no tenía capacidad de atender más de un parto”.
18:48: Una ambulancia inadecuada para un parto
Ante esta situación, una amiga de Iratxe, que estaba con ella y con los padres, pide una ambulancia a las 18:48, tal y como consta en la transcripción de llamadas telefónicas realizadas a Emergencias durante aquel día. “Pasaron como 10 o 15 minutos y la ambulancia no llegaba. Yo me moría de dolor, no me sentía nada bien y estaba sangrando un poco. No entendía cómo en un pueblo tan pequeño la ambulancia tardaba tanto, así que bajamos al portal para que en cuanto llegara, montarme en ella. Entonces pasaron unos policías municipales, me vieron muy mal y me llevaron al ambulatorio de Lekeitio”.
A las 19:15, la ambulancia llega al centro de salud, pero esta, en vez de ser medicalizada, es de Soporte Vital Básico (SVB), por lo que no está indicada para trasladar a una embarazada. Desde Emergencias se solicita entonces un helicóptero, “un recurso contraindicado para trasladar a mujeres con diagnóstico de parto”, señala el informe con la descripción de los hechos, que añade también: “En espera de que se publique el protocolo corporativo, Emergencias no cuenta con un protocolo de parto que indique cuándo iniciar traslado [al hospital] y cuándo esperar”.
Iratxe relata que, estando ya en el ambulatorio, su hermano, que hasta entonces había estado trabajando, se presentó en el centro de salud: “Vino con su coche y dijo: ‘Me llevo a mi hermana a un hospital’. Y el de la ambulancia le dijo: ‘¿Te la vas a llevar tú? Entonces, bajo tu responsabilidad’. Y, claro, a mi hermano le dio miedo y se echó atrás. Yo pensé que entonces mandarían una ambulancia medicalizada y me llevarían a un hospital, pero no fue así, mandaron un helicóptero y no lo entiendo: era un recurso contraindicado para transportarme”.
El helicóptero llega al centro de salud a las 19:33. Es entonces cuando la médica de Emergencias valora a la paciente. Según consta en la historia clínica de la paciente, así como en la cronología elaborada por Osakidetza, la facultativa “confirma contracciones regulares cada 2 minutos de 1 minuto de duración, REBA negativa [rotura espontánea de la bolsa de las aguas] y dilatación de 7 centímetros”. Aplicando el test de Malinas, que sirve para estimar el tiempo de parto, la médica de Emergencias apunta que se producirá en una hora o menos. “Se cataloga como parto inminente y viendo la distancia hasta el Hospital de Cruces, con el riesgo de nacer en pleno trayecto, se considera atender el parto en el PAC [centro de salud]”, apunta el informe de los hechos. El informe de propuestas de mejora señala que el test de Malinas “no mide la evolución que va a tener ese parto ni de si va a haber complicaciones”.

21:35: Romper aguas sin servicio obstétrico
Así, el parto de Iratxe como tal no comienza hasta las 21:35, cuando rompe aguas y su dilatación es de 10 centímetros. Habían pasado casi dos horas desde la primera evaluación, a pesar de que la médica de Emergencias estimó que el parto se produciría en una hora o menos, optando por la idea de atender el parto in situ en vez de trasladarla a un hospital.
“Fueron dos horas que se me hicieron eternas. Nadie me explicaba qué pasaba, pregunté por qué no me llevaban al Hospital de Mendaro, que igual ya habían atendido el otro parto y podían atenderme a mí, pero no me decían nada”, recuerda Iratxe. En la cronología realizada por Osakidetza, se señala que a las 20:31, es decir, una hora después de realizar el test de Malinas y concluir que el parto duraría una hora o menos, “la médica indica que ‘esto va para largo’” y también reconoce que “la paciente en algún momento le dijo que por qué no la llevaban a Mendaro”. Y en el informe sobre la valoración clínica del evento centinela se apunta que “entre las 19:30 y las 21:30, la médica refiere que volvió a valorar a la mujer, pero no recuerda a qué hora fue”.
Es por eso que en este mismo informe y en el documento de resolución del evento centinela, Osakidetza señala: “La falta de progresión en el parto debe ser considerado un indicador clínico de necesidad de traslado”, “si la evolución es diferente de la esperada y el nacimiento inminente no ocurre en el tiempo estimado, se debe llamar a un hospital con maternidad y consultar con un especialista en Obstetricia”, así como que “si el expulsivo no se produce en el intervalo de tiempo estimado, se reevaluará la situación y se comunicará con el Centro Coordinador y el hospital de derivación”.
Sin embargo, no es hasta pasadas las 21:35, una vez Iratxe ha roto aguas y parece que finalmente va a dar a luz, cuando la médica de Emergencias decide contactar con un equipo de Obstetricia al detectar que “ceden las contracciones y la frecuencia fetal” —síntomas de que algo va mal en el parto—.

Traslado al Hospital de Cruces
A las 21:50, a través del Centro Coordinador, la facultativa contacta con Partos del Hospital de Cruces, desde donde le indican que debe realizar un “traslado inmediato”. A las 22:15 llega una ambulancia medicalizada —los informes de Osakidetza no indican de dónde— para llevar a Iratxe a Cruces, donde llega a las 23:15. Allí, según la historia clínica, “se indica cesárea de extrema urgencia por bradicardia fetal”. A las 23:25 nace el bebé, que fallece casi de inmediato a pesar de las maniobras de reanimación.
El acto de resolución del evento centinela detalla otras dos cuestiones relevantes. Por un lado, apunta el documento, “si han de desistir de la atención al parto extrahospitalario in situ, se debe organizar un traslado crítico al hospital más cercano con maternidad”, ya que “en esta circunstancia, el tiempo mínimo de traslado es determinante”. Es por eso también que en las propuestas de mejora, Osakidetza se compromete a “realizar un mapa de centros resolutivos en parto de emergencia de nuestra comunidad”, ya que, en este caso, el hospital con unidad de maternidad más cercano era el de Mendaro, y no el de Cruces.
Por otro lado, el acto de resolución también señala que “las ambulancias no cuentan con aparataje ni formación específica para interpretación de la dinámica del parto”: “Se pudo monitorizar la frecuencia cardiaca sin poder monitorizar la gráfica”. Y es que, según el informe de áreas de mejora detectadas, “el centro de salud dispone de un cardiotocógrafo en la consulta de la matrona, que está cerrado con llave y al que no tienen acceso desde el PAC (según información proporcionada desde el centro de salud de Lekeitio)”. Así, la médica de Emergencias habría empleado un “doppler fetal del centro de salud para valoración de latido fetal, pero se debería mejorar la monitorización del parto”. En este caso, el centro de salud disponía de esta herramienta; si no, la médica ni siquiera habría podido usarlo ya que, como el propio Osakidetza reconoce, “Emergencias no dispone de doppler fetal”.
Osakidetza, en su informe de propuestas de mejora, señala que es necesario realizar un “protocolo de parto de Emergencias” y un “protocolo de actuación en complicaciones obstétricas”, pero también “formación en asistencia al parto y sus complicaciones”, así como “inclusión del doppler fetal entre el material de Emergencias” y “accesibilidad del material disponible en centros de salud”. Newtral.es ha contactado con Andoni Arcelay y Enrique Peiró —quienes en el momento ocupaban los cargos de director de Asistencia Sanitaria y coordinador de Programas de Salud Pública y de Seguridad del Paciente, respectivamente—, así como con el departamento de comunicación del Departamento de Salud Vasco para averiguar si se han implementado dichas mejoras y protocolos, pero todavía no hemos obtenido respuesta.
El informe pericial y la violencia obstétrica
A pesar de los hallazgos detectados por el propio Osakidetza, el médico inspector a cargo del informe pericial concluye que “no ha existido una incorrecta actuación sanitaria” y que esta “fue ajustada a la Lex Artis”: “No porque el final no haya sido exitoso quiere decir que hayan tomado decisiones erróneas, ni asumido riesgos innecesarios o temerarios”, añade.
En su informe, este médico inspector apunta que un dato fundamental en este caso “es el estado de ansiedad y angustia de la parturienta y su familia que, como dice el protocolo de la SEGO, puede alterar y hacer ineficaces las contracciones del parto”. También indica que “sin esperar a la ambulancia donde la pueden atender hace que la lleve la policía municipal al centro de salud” y que este es “un comportamiento sorprendente en una secundípara que ya debía tener experiencia y serenidad ante un parto previsto para el día siguiente al que se produjo”. Iratxe, sin embargo, recuerda que se subió al coche porque los agentes se lo ofrecieron: “Yo no llamé a la Policía. Pasaron de casualidad, imagino, y se ofrecieron a llevarme porque me vieron muy mal”.
Para Iratxe, su experiencia es un ejemplo de “violencia obstétrica”, un término reconocido por la ONU que hace referencia al “maltrato a la mujer en los servicios de salud reproductiva y durante la atención al parto”. “El informe pericial me pareció un insulto. Mi hijo muere por una falta de recursos y de formación, pero la culpa parece mía por haber estado nerviosa. Además de la infantilización que sufrí durante todo el proceso: ni me informaban ni me escuchaban. Insistía todo el rato en que quería parir en un hospital, pero la médica había tomado una decisión y lo que yo necesitaba no parecía ser relevante”, cuenta Iratxe.
El proceso judicial
Tras la muerte de su hijo, Iratxe decidió emprender acciones legales. A través de la asociación El Parto Es Nuestro se puso en contacto con la abogada Emilia de Sousa, especializada en maternidad y desigualdad de género. “Ella estaba pensando en interponer una demanda, pero Osakidetza ya había iniciado un procedimiento de oficio”, explica la letrada a Newtral.es.
Una vez el Servicio Vasco de Salud reúne toda la documentación pertinente y se la hace llegar a Iratxe, esta decide personarse en la causa: “Presentamos las alegaciones en septiembre de 2019, que se basaron en la falta de respeto a la autonomía personal y del derecho a decidir según la Ley de Autonomía del Paciente. Ante el mismo riesgo entre trasladar a Iratxe al hospital que parir in situ, era la paciente quien debía tener potestad también sobre las circunstancias de su propio parto”, señala Emilia de Sousa.
A partir de ahí, relata esta abogada, dieron “un tiempo prudencial, hasta febrero”: “Viendo que no sabíamos nada, es decir, que no nos informaban de cómo seguía el procedimiento, contacté con el servicio de asistencia jurídica de Osakidetza para comentarles que Iratxe estaba dispuesta a demandar, que no quería demorar el proceso. Fue ahí cuando nos ofrecieron el acuerdo extrajudicial”, añade De Sousa.
Sobre el acuerdo, Iratxe afirma que decidió aceptarlo porque alargar el proceso durante años “iba a ser agotador”: “El resultado iba a ser el mismo: una indemnización. Quizá mayor, pero no me merecía la pena. Para mí era un reconocimiento de la responsabilidad que tuvieron. Yo no voy contra un médico en concreto, sino contra el sistema sanitario: presumen de ser de los mejores de España, pero yo, por vivir en un pueblo pequeñito, no tuve acceso a un hospital ni a una ambulancia medicalizada a tiempo”, añade.
El duelo perinatal y la culpa
Iratxe repasa aquel día una y otra vez, tratando de encontrar el momento exacto en el que otra decisión podría haber cambiado el resultado de los hechos. “Qué podría haber hecho yo para que mi bebé no hubiese muerto”, se pregunta. “Se hicieron muchas cosas mal”, afirma: “Días después, cuando fui al ambulatorio porque me tenían que hacer las curas por la cesárea, la matrona me dijo: ‘Yo vi el helicóptero pasar. Si hubiese sabido lo que pasaba, habría venido’. Es que ni siquiera llamaron a la matrona. Nos dijeron que su turno ya había acabado. Pero era una urgencia, podrían haberlo intentando al menos. Ni llamaron a la matrona ni a un obstetra, ni me mandaron una ambulancia medicalizada. Tampoco la médica de Emergencias se preguntó qué pasaba cuando a la hora vio que yo todavía no empezaba con los pujos”.
Dice que se enfadó “con el mundo entero”: “Hasta con mi padre por no haberme llevado a Cruces. Me costó entender que él era muy mayor y que la situación le sobrepasó. Me ha llevado mucho tiempo superar el sentimiento de culpa”.
Recuerda que lo primero que hizo al despertarse tras la cesárea fue preguntar dónde estaba su hijo. La cicatriz en su estómago le recuerda lo que fue y ya no; un duelo, dice, “socialmente negado”: “El niño se muere y no está registrado, no consta en ninguna parte, como si no hubiese nacido. Pero yo lo he llevado 9 meses dentro, esperándole. La gente me decía: ‘Pero si no le has conocido’ o ‘ya tendrás otro’. Te toca escuchar frases así, y al final piensas que estás exagerando, cuestionas tu propia experiencia. No voy a sustituir a mi hijo con otro hijo. Yo lo estaba esperando y lo quería sin haberle visto”.
Gracias por contar tu experiencia, yo estoy embarazada aun de 5 semanas y quiero dar a luz en el agua, me dijo la matrona que el único hospital que hay en todo el país Vasco es en Mendaro, y que tenía que llamar con tiempo pero leyendo tu historia ya me da hasta miedo y creo que terminaré pagando y haciendolo todo por privado ya que una amiga que tiene 3 hijos me contó su primero experiencia en cruces y fue mala desde el primer momento, es más ella tenía mucho dolor y le pidió a una matrona que estaba allí si la podía dar la mano y la matrona la contestó "no, que sino me las tengo que lavar después" con eso os digo todo.
Gracias Iratxe por ser tan valiente y comentar tu horrible experiencia. Lo peor, muchos casos de esta perdida es la gente cercana que no habla del tema, como si los meses de embarazo y todo el amor por ese bebé no hubieran existido. Yo que perdí también un bebé a los 5 meses es un trauma y un dolor terrible que tienes que digerir en silencio porque todavía es un tema tabú en nuestra sociedad .
Como dices, presumimos que tenemos el mejor servicio de salud del estado. Y muchas veces se demuestra que deja mucho que desear.
Y lo digo porque lo hemos sufrido en nuestras carnes con un ejemplo similar al tuyo. Con el mismo resultado, la pérdida de nuestra hija en el parto. E igual final, con el cobro de la indemnización por parte del seguro del hospital y la correspondiente firma de confidencialidad. En 2013. Pobres criaturas, no se dan cuenta algunos que no trabajan por vocación. Trabajan con las vidas de seres humanos, no con piezas. Que puedan ser remplazadas en caso de error. Todos somos humanos capaces de cometer errores, pero hay negligencias por dejadez y pasotismo. Que no tienen perdón de Dios.
A mi me abandonaron en cruces, yo embarazada de 4 meses, nadie nos hacia caso, mi marido ayudo a ke saliese en la habitación
Mi hijo murió, y casi yo tb
No hay día ke no me acuerde de ello
No tuve fuerza para denunciarles
Mi más sentido pésame Iratxe DEP
Lo siento mucho Iratxe ,me parece estupendo que cuentes tu experiencia y denuncies lo mal que lo hicieron todo, te mando un gran abrazo.
Q barbaridad q poca profesionalidad ninguna empatía y una falta d respeto y seriedad hacia esta mujer q deja mucho q desear para las q trabajan en ciertos lugares d Osakidetza q horror d parto q sufrimiento y q desnaturalización hacia esta mujer.La indemnización no sustituye a un hijo Q poca vergüenza deberíais estar cesadas d vuestros puestos así cómo todos los q han influido a q esta mujer sufra una experiencia tan dolorosa hacia su persona con final d.muerte hacia su bebé
Uffff q historia más tremenda y surrealista