Hubo un tiempo en que las jirafas no tenían el cuello largo. Quizás hayas estudiado en el colegio que Charles Darwin creía que la selección natural hizo su trabajo escogiendo a los ejemplares con el cuello cada vez más y más alargado. Sencillamente, esas jirafas mutadas aleatoriamente tenían una ventaja adaptativa para comer más hojas altas de los árboles. Pero un equipo chino le acaba de dar la vuelta a esta teoría.
Un análisis de los fósiles de la cabeza y el cuello del más cercano antepasado de la jirafa sugiere una explicación alternativa para la evolución que dio lugar a las esbeltas jirafas modernas. Estos animales los requerían para darse cabezazos.
Las jirafas primitivas, más bajas, tenían un casco con forma de disco (con aspecto de boina dura) y articulaciones de la cabeza y el cuello altamente complejas. Según explican Shi-Qi Wang y sus colegas de la Academia China de Ciencias y del Museo de Historia Natural (EE.UU.), la lucha a cabezazos era común para competir por las parejas. Tener un cuello cada vez más largo daba cierta ventaja a la jirafa en lucha. Es lo que llaman los autores el ‘cuello por sexo’.
A nivel genético, sabemos que un puñado de cambios en 70 genes explican la imponente silueta de la jirafa respecto a parientes como el okapi. Giraffa camelopardalis, símbolo de una de las grandes disputas sobre la evolución, fue secuenciada en 2016. Está emparentada con los antílopes, pero algo llevó a las jirafas antiguas de cuello más largo a tener ventaja sobre sus compañeras ‘cuellicortas’.
El cuello de las jirafas era muy corto hace 17 millones de años
El cuello y las patas delanteras evolucionaron a la par que su sistema circulatorio. Pero el característico cuello largo de la jirafa moderna, el animal terrestre más alto y el rumiante más grande de la Tierra, se ha considerado un ejemplo clásico de evolución adaptativa.
Se cree comúnmente que la competencia por la comida impulsó el alargamiento del cuello y permitió que las jirafas buscaran hojas de las copas de los árboles en los bosques de la sabana africana que estaban fuera del alcance de otras especies de rumiantes.
Sin embargo, ya había defensores de la hipótesis del ‘cuello por sexo’. La selección sexual impulsada por la competencia entre machos también puede haber contribuido a la evolución del cuello. Según Shi-Qi Wang, los fósiles de antiguas especies de jirafas pueden ayudar a aclarar estos mecanismos evolutivos.
Según publica Wang en Science, se centraron en jirafoide del Mioceno, Discokeryx xiezhi. Los fósiles, que datan de hace aproximadamente 17 millones de años, indican que esta antigua especie de jirafa antigua tenía un casco en la cabeza particularmente complejo. Sus articulaciones del cuello parecían ‘diseñadas’ especialmente para la lucha.
Una teoría no del todo nueva, pero con pruebas contundentes
“Estas características morfológicas peculiares muestran una adaptación para el comportamiento feroz de cabezazos”, dice Wang. De hecho, los autores sugieren que Discokeryx xiezhi puede tener la adaptación de cabeza y cuello más optimizada hasta ahora identificada en la evolución de los vertebrados.
Además, los datos de isótopos del esmalte dental de estos fósiles sugieren que la especie probablemente también llenó un nicho ecológico específico. Es decir, ocupó el hueco en el ecosistema que no estaba disponible para otros herbívoros coetáneos.
El naturalista francés Jean-Baptiste Lamarck fue quien sugirió que el cuello de las jirafas se estiró a base de buscar el follaje más alto de los árboles. La idea, muy revolucionaria para la época, no aguantó los argumentos evolutivos de Darwin. Para el padre de la Evolución de las especies, el cuello nunca se estiró y luego ese estiramiento pasó a la descendencia. Sencillamente, de forma aleatoria aparecieron jirafas con cuello largo en un mundo de cuellos cortos. Y tuvieron más ventajas adaptativas.
En 1949, Chapman Pincher se opuso a las teorías de Darwin, Wallace y Lamark en Nature. A su juicio, las patas de las jirafas habían evolucionado para escapar de los depredadores. Para compensar los pesos, el cuello se elevó. Pero no hay nada en el registro fósil que apoye esa hipótesis.
El trabajo de Wang sí que está en línea con la idea (antes planteada por otros) de que su cuello tiene un origen en la competición por el sexo. Otros autores, no obstante, también apuntan a que hay una explicación si cabe más sencilla: el cuello alto de las jirafas les permite proyectar sombra sobre la mayor cantidad de superficie corporal. Quizás sea una mezcla de ventajas lo que explique la morfología de este singular animal.
La evolución es un proceso aleatorio. Si el entorno favorece ese cambio y genéticamente es dominante se trasladará a la generación siguiente. Si no, no.
Si fuera así, las mujeres zulúes que se alargan el cuello con aros desde milenios ya todas nacerían con el cuello largo