Rakus es un orangután de unos 30 años que vive en una selva de Sumatra. Cada día, el equipo de Isabelle Laumer (Instituto Max Planck de Comportamiento Animal), dedica 12 horas a seguir sus movimientos y los de otros ejemplares. Un día, en 2022, el orangután apareció con una herida en la cara con mal pronóstico de cura si se infectaba.
De pronto, Rakus arrancó unas cuantas hojas de Fibraurea tinctoria. La planta trepadora es usada en medicina como fuente de furanos diterpenoides, sustancias antibióticas y antiinflamatorias. El orangután quizás no sepa de bioquímica, pero sí algo de medicina básica, porque empezó a masticar las hojas, no para comérselas, sino para sacar su savia.

Rakus se la aplicó en la herida, como un ungüento. Después, con los restos de hojas machacadas se hizo un apósito, como una cataplasma a modo de cura para la herida que el orangután cubrió. Esto dejó perplejo al equipo de Laumer. Ahora el proceso (parcialmente grabado) documenta en Scientific Reports.
El oranguntán sabe que la planta cura heridas, a diferencia de las ‘purgas’ o ‘terapias’ de otros animales
Laumar siguió al orangután en días sucesivos. “Curiosamente, descansó más de lo habitual –dice Laumer–. El sueño ayuda a la cura de heridas”. Para la primatóloga, “el comportamiento parecía intencionado; trató selectivamente su herida facial y en ninguna otra parte del cuerpo. También se repitió varias veces, no sólo con savia sino también tarde con material vegetal sólido, hasta que la herida estuvo completamente cubierta. El proceso llevó mucho tiempo”.
Es posible que ciertas prácticas clinicas o terapeúticas surgieran en un ancestro común de orangutanes y humanos.
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¿De quién aprendió Rakus el método para curar heridas con plantas? “Es posible que el tratamiento de heridas por orangutanes [de esta selva] surja de una innovación individual”, dice Caroline Schuppli, coautora del estudio. Se conoce el uso de plantas o insectos para curar dolencias en otros animales. Pero ingiriendo algo, como en una purga. No está claro que sean conscientes del mecanismo de acción.
En humanos, el primer tratamiento de este tipo documentado data del año 2200 a. C. La hipótesis del equipo es que ciertas prácticas clínicas surgieron en un ancestro común de orangutanes y humanos, por lo que no es algo exclusivamente nuestro. Aunque, de no observarse en ningún otro sitio, no es descartable que Rakus lo copiara de otros orangutanes en cautividad o de humanos.
- Estudio de Schuppli, Laumer et al., ‘Scientific Reports’, 2024
- Isabelle Laumer (Max Planck Institute A.B.)