En 1977, un radioastrónomo llamado Jerry Ehman escribió sobre un papel recién salido de su telescopio: Wow!, rodeando una serie de dígitos. Una potente señal de alta frecuencia estaba llegando a la Tierra desde Sagitario. ¿Qué o quién estaba mandando esa señal? Nadie lo sabe a día de hoy, aunque hay varias hipótesis. Y la mayoría, de origen natural.
38 años más tarde, el instrumento “más preciso jamás inventado por los humanos” descubría (casi inesperadamente) otra señal buscada desde los tiempos de Einstein: ondas gravitacionales. La astrofísica Alicia Sintes (Sant Lluís, 1969) estuvo ahí, en 2015, cuando unos gigantescos brazos subterráneos en Louisiana (EE.UU.), armados con dos rayos láseres, detectaron la tenue deformación del espacio-tiempo. Un fugaz trémolo procedente de la colisión de dos lejanísimos agujeros negros en el pasado. Sintes rememora en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo aquel día histórico.
En su departamento de la Universitat de les Illes Balears, la doctora lleva desde entonces poniendo el fonendoscopio al cosmos. “Las ondas gravitacionales son la sinfonía de universo“, dice; “La señal Wow! de nuestro tiempo”. No suenan pero serían como los ecos de cataclismos lejanísimos en el espacio y el tiempo pasado. El choque y fusión de dos agujeros negros o dos estrellas de neutrones (muy densas); o un agujero negro comiéndose a una estrella lejana… son acontecimientos tan brutales que deforman por unos instantes todo el tejido del universo: la malla del espacio-tiempo; lo hacen en forma de unas ondas no visibles ni audibles ni de radio.
Y eso nos permite ver el universo (y su pasado) de una forma totalmente nueva. Es algo parecido a saltar de la radiografía a la ecografía para ver nuestros órganos internos.
Las ondas gravitacionales fueron predichas por Einstein pero ni él estaba convencido
Son la pura deformación de todo cuanto atraviesan, como las olas del mar que deforman la lámina de agua a nuestros ojos. “Sí, cuando llega una onda gravitacional a la Tierra, la Tierra y nosotros mismos nos deformamos un poquito, pero a una escala por debajo del tamaño del protón”. Y una serie de detectores con láseres en tres observatorios (LIGO, VIRGO, KAGRA) pueden cazarlas, en sucesivas rondas de paciente escucha al cielo. Tras un pequeño descanso, acaba de reanudarse la cuarta temporada de caza gravitacional, después de que en mayo de 2023 observasen una que desconcertó al equipo.
La última detección ha desconcertado: “Quizás sea un agujero negro que no comprendemos, pero puede ser un objeto celeste nuevo, que no conocíamos”
Lo que en 2015 fue un acontecimiento histórico es ya algo relativamente cotidiano. Las ondas gravitacionales son detectadas con cierta regularidad. Sintes sueña ahora con cazar las de un púlsar (un tipo de ‘faro’ estelar del universo, “los relojes más regulares del mundo”, que lanzan destellos periódicos). Pero por el camino se están encontrando cosas extrañas “que no podemos explicar completamente“ por ahora. ¿Estamos ante objetos nuevos que no habíamos descrito hasta ahora?
Escucha la entrevista completa con Alicia Sintes y la historia de la misteriosa senal Wow! en este capítulo de Tampoco es el fin del mundo, en que también escucharás a Jocelyn Bell (descubridora de los púlsares) y Mansi Kasliwal (CalTech). Un pódcast creado, guionizado y sonorizado por Mario Viciosa, con la producción de Xulio Rodríguez.