“Nunca hemos estado tan cerca del final de la pandemia de COVID-19”. Palabra del doctor Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su periódico encuentro con los medios. La semana pasada se registró la cifra más baja de fallecidos por coronavirus desde marzo de 2020 –que a nivel global, no fue el peor mes de toda la pandemia–.
“Aún no estamos allí, pero el final de la pandemia está a la vista”, destacó, en un optimismo poco habitual en sus intervenciones. Eso no impidió que pidiera continuar con los esfuerzos para frenar los contagios. “Detenerse ahora es correr el riesgo de más variantes del coronavirus, más muertes, más problemas y mayor incertidumbre”, resaltó. Sin ir más lejos, México registraba esta semana el primer caso de la (no tan) nueva variante ómicron BA.2.75 (Centaurus), impuesta inicialmente en la India.
El mundo afronta un final de la pandemia con un balance provisional de muertos por covid que supera los 6,5 millones de fallecidos. Eso, en estadísticas oficiales conforme a los datos de los estados. Una comisión de expertos, bajo el paraguas de la revista Lancet, se aferra a una estimación de 17,2 millones de muertos por covid. La mayoría de los óbitos, concentrados en los primeros meses de 2021. A juicio de estas personas expertas, “un fracaso social”.
El final de una pandemia con enormes fallos de gestión
Errores “generalizados y globales en múltiples niveles” en la respuesta a la pandemia provocaron millones de muertes evitables y revirtieron los progresos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (ODS) 2030 en muchos países. Esta es la principal conclusión de su informe, que está en línea con publicaciones anteriores, aunque ahora ponen algunas cifras concretas a modo de balance.
El documento advierte que para el logro de estos objetivos habrá que fortalecer la cooperación internacional, que ha de girar en torno a una Organización Mundial de la Salud (OMS) reformada y reforzada. También hablan de mayores inversiones y una mejor planificación para la preparación nacional frente a las pandemias. El ejemplo: algunos estados de Asia-Pacífico, en línea de lo que comentaba aquí a Newtral.es la experta en Salud Pública Global Helena Legido-Quigley.
Además, hace hincapié en la necesidad de fortalecer los sistemas sanitarios, con especial atención a las poblaciones en situación de vulnerabilidad. Las inversiones cruciales también incluyen la mejora de la transferencia de tecnología y de conocimiento de productos de salud y de la financiación sanitaria internacional para los países y regiones con recursos limitados, subraya.
“El abrumador número de víctimas de los dos primeros años de la pandemia es una profunda tragedia y un enorme fracaso de la sociedad en múltiples niveles”, asegura Jeffrey Sachs, presidente de esta comisión, catedrático de la Universidad de Columbia y presidente de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible.
Se han privatizado conocimientos y riqueza públicos para la vacuna
El informe es muy crítico con la manera en que se han terminado comercializando las vacunas anticovid, claves en el final de la pandemia. En particular, en Estados Unidos, que ponen como ejemplo de financiación pública de medicamentos y profilácticos que, después, explotan privativamente laboratorios privados.
“El resultado es la privatización casi completa de la propiedad intelectual que resulta de la financiación del gobierno”, señalan en el informe. Después, “se cobran precios por las dosis de vacunas que son mucho mayores que los costos reales de fabricación”.
En última instancia, “los contribuyentes pagan precios de monopolio por las vacunas que los dólares de sus impuestos ayudaron a financiar. Algunos gobiernos de los países más pobres carecían por completo de los medios para pagar precios de monopolio y tenían que esperar al final de la fila para recibir donaciones o descuentos”.
“Pagamos precios de monopolio por vacunas que los impuestos ayudaron a financiar”, destaca el informe, que critica las patentes.
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En su informe destacan, para bien, el ejemplo de la parcialmente malograda la vacuna de Oxford-AstraZeneca, sin fines de lucro hasta 2022. Se suministraron 2.000 millones de dosis de la vacuna a más de 170 países. Pero cayó en una enorme crisis reputacional y los grandes compradores la dieron de lado, generando rechazo entre los países más pobres, retrasando su final de la pandemia.
Europa y EE.UU. terminaron apostando (con éxito) por las novedoras vacunas de ARNm de Pfizer y Moderna. Las tecnologías alternativas, “no estaban protegidas por patentes y podrían haber estado disponibles a principios de la pandemia a un costo muy bajo para los países de ingresos bajos y medianos” sin desmerecer a las protegidas por patentes, que han demostrado ser muy efectivas contra la muerte.
Sin embargo, “sin el apoyo temprano de los gobiernos de los países de altos ingresos, los esfuerzos para implementar vacunas más tradicionales quedaron rezagados con respecto a los esfuerzos de las principales”, critican. “Incluso sin financiación gubernamental, el sistema de patentes para vacunas es problemático”, concluyen.

Plan para una recta final de la pandemia más justa
Según Sachs, “hay duras verdades que debemos afrontar, como que demasiados gobiernos no respetaron las normas básicas de racionalidad y transparencia; demasiada gente protestó contra las medidas básicas de salud pública, a menudo influida por la desinformación; y demasiados países no promovieron la colaboración internacional para controlar la pandemia”. Pone como ejemplo el furor infundado de las hidroxicloroquina, un tratamiento promovido políticamente pero que se demostró ineficaz por la OMS.
“Demasiados gobiernos no respetaron las normas básicas; demasiada gente protestó contra las medidas básicas de salud pública, a menudo influida por la desinformación”.
Jeffrey Sachs, Comisión Lancet
La organización ha respondido a la comisión de Lancet que coge con beneplácito las recomendaciones de The Lancet ,“ que se alinean con nuestro compromiso de una mayor preparación, prevención, preparación y respuesta ante pandemias a nivel mundial, regional y nacional”. Pero se defiende al encontrar varias omisiones clave y malas interpretaciones en el informe.
La OMS recoge un cronograma detallado de acciones que van del 30 de diciembre de 2019 al 11 de febrero (un mes antes de la declaración de pandemia), en que reunió a un millar de expertos para caracterizar al nuevo coronavirus. Igualmente, destaca su programa Solidarity para recabar evidencia sobre tratamientos eficaces contra la covid y acercarse al final de la pandemia.
Ahora, para ayudar en esta “recta final de la pandemia”, Tedros anunció un plan de asesoramiento para políticas sanitarias nacionales, «basado en las evidencias de los últimos 32 meses sobre lo que funciona mejor para salvar vidas, proteger las redes de salud y evitar perturbaciones que afecten a la economía y la sociedad».
Entre las recomendaciones, que mencionó el propio Tedros, figuran el invertir en la vacunación especialmente en grupos de riesgo, la continuidad de los test de coronavirus en laboratorio para controlar posibles nuevas variantes y mejoras en los sistemas sanitarios.
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