Caldo a finales de junio. Las aguas superficiales del mar Mediterráneo encadenan semanas con temperaturas anómalamente altas. Desde abril, no ha habido un solo día en que hayan estado por debajo de la media histórica. Y desde el 12 de junio, se han superado los registros diarios, ya altos, del año pasado, entrando en una ola de calor marina histórica para este mes.
- El dato: Junio se ha despedido con récords de temperatura en aguas de Baleares, con 30,5ºC en la boya de Dragonera (al suroeste de Mallorca). Esta temperatura ya hubiera sido alta en agosto, cuando suele darse el pico. Pero es que el año pasado, en aquel mes y lugar, se alcanzaron los 31,8ºC.
- Valencia: La boya más cercana a la capital de Turia alcanzó el día 30 los 27,8ºC. No se conocen registros de más de 27ºC en un mes de junio. La ola de calor marino ha llegado a la costa levantina antes que nunca.
30 de junio, día rojo de la ola de calor marina
Junio se despidió dejándonos la ola de calor marina más acusada en todo el Mediterráneo. La temperatura media superficial fue de 26ºC, lo que supone una anomalía de +2.98ºC respecto a lo esperable para estas fechas.
Todo apunta a que seguirán ascendiendo. Especialmente, en el sur de Cataluña, en la Comunitat Valenciana y en Baleares. En las islas septentrionales, nuevamente se pueden alcanzar los 30ºC.
- Histórico, pero no nuevo: Explica la oceanógrafa Anna Cabré que “el Mediterráneo se calienta más rápido que el 90% de los océanos”. Y no ha parado de hacerlo en las últimas dos décadas. De aglún modo, es un laboratorio del cambio climático en un sitio con muchas particularidades, como ser un mar casi cerrado.
Se suele considerar ola de calor marina cuando la temperatura del agua supera el percentil 90 de las históricas en ese momento del año, durante al menos cinco días consecutivos. El problema para el Mediterráneo es que, a este paso, para 2050, casi todo el año estaríamos en una ola de calor marina, conforme a la definición estándar.
Un destrozo para la vida marina y una amenaza para la humana… cuando llegan danas
Los impactos de apenas un par de grados más de media son desmesurados. “Corales, posidonia… todo muere cuando el mar supera los 28°C“ apunta la oceanógrafa. “Llevamos 20 años con mortalidades masivas recurrentes”.
Algo que constata Diego Kersting (IATS-CSIC), que lleva años buceando entre corales del Mediterráneo. “Es desolador”. Los arrecifes que hay junto a las islas Columbretes, frente a la costa de Castelló, han registrado “mortalidades alarmantes” tras episodios de altas temperaturas.
“Un coral que tarda 200 años en crecer puede morir en un solo verano caluroso… y su recuperación es casi imposible
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- Futuras danas peores: Los humanos también pagamos las olas de calor marinas. “Hemos metido el equivalente en energía a miles de bombas atómicas y ahora lo vemos en los extremos [meteorológicos] de los últimos años”, ejemplificaba en Newtral.es el físico y analista de datos climáticos Dominic Royé (MBG-CSIC). Nos lo puede devolver.
“La combinación de un mar sobrecalentado y montañas cercanas explica eventos catastróficos como el de la dana en Valencia”. Las precipitaciones se vuelven localmente mucho más intensas, no sólo como parte de un temporal marítimo (como la trágica borrasca Gloria de 2020) sino en el interior, al chocar la masa húmeda y cargada de energía del mar con las montañas y el aire frío en altura. Estas combinaciones se dan con mayor frecuencia ante la emergencia climática.
Por lo pronto, ya tiene un efecto medible en la salud humana: las noches tropicales (>20ºC de mínima) y tórridas (>25ºC) se han disparado. ”Son cada vez más frecuentes en zonas costeras por el mar sobrecalentado”.
El Mediterráneo está perdiendo capacidad para enfriar sus madrugadas. “Esto afecta la salud: pérdida de sueño, mayor riesgo de mortalidad y reducción del bienestar“, concluye Royé, quien ha trabajado en estudios que relacionan temperatura y salud.