2021 ha sido el año del ‘Nobel de los sentidos’. Cuando te comes una guindilla se desata una sensación de quemazón. Literalmente. Porque los receptores que desatan ese ardor son los mismos que se activan ante las altas temperaturas. Esto, que puede resultar baladí, es clave a la hora de diseñar terapias contra el dolor, por ejemplo. Y lo descubrieron David Julius y Ardem Patapoutian. Este lunes 4 de octubre han sido galardonados con el Premio Nobel de Medicina o Fisiología.
Su equipo de investigación identificó el gen del receptor del ingrediente picante de la guindilla, pero la verdadera sorpresa llegó al preguntarse por la función de esa proteína en humanos. Se dieron cuenta de que al calentar las células se encendía ese mismo receptor.
“Las plantas se defienden generando sustancias que producen dolor a sus predadores, y se nos ocurrió explotar estas herramientas para tratar de entender la sensación de dolor a escala molecular”, explicaba Julius tras conocerse ganador del Premio Fronteras del Conocimiento, otro galardón internacional que recogía en Bilbao hace apenas dos semanas.
Los Nobel ‘del wasabi’, también premiados hace 15 días en España
Los galardonados ahora por la Academia Sueca con un Nobel de Medicina explicaban en su visita a España que “estos descubrimientos revelaron que la naturaleza utiliza una estrategia común que permite a nuestro sistema nervioso detectar cambios en la temperatura a través de una familia de moléculas similares”.
Julius (Nueva York, 1955), en concreto, identificó el receptor del compuesto picante wasabi y comprobaron que ese receptor está implicado en el escozor que nos hace llorar al cortar una cebolla. También se activa por el veneno de algunos animales, como el escorpión.
Para el investigador galardonado con un Nobel de Medicina, “lo más relevante es sirve para entender el dolor de una lesión inflamatoria” y puede servir “para comprender cómo las lesiones provocan un dolor no solo agudo, sino persistente, que desemboca en síndromes de dolor crónico”.
En el descubrimiento, la clave es el gen que permite detectar una sustancia: la capsaicina. Aquel trabajo se publicó en el año 1997. Por aquel entonces Patapoutian había empezado a estudiar las bases moleculares de la percepción sensorial.
El Nobel de la ‘física del tortazo’ y del dolor crónico
Ardem Patapoutian (Líbano, 1967) descubrió los receptores que determinan la sensación de presión tanto en la piel como en los vasos sanguíneos. Se dedica a la ‘mecanobiología’, terreno intermedio entre biología, ingeniería y física.
Pensemos que el tacto es el único sentido que responde a una presión, a una señal mecánica, que traduce a nivel químico. “Al investigar sobre los nervios que nos hacen sentir el tacto y el dolor, nos dimos cuenta de que hacen algo insólito: son capaces de percibir fuerzas físicas, como las fuerzas mecánicas y como la temperatura. Realmente se sabe muy poco sobre cómo el cuerpo traduce estas señales físicas al lenguaje químico”, afirmó en la Fundación BBVA cuando Patapoutian fue informado del galardón.
“El dolor crónico sigue siendo un problema de salud pública muy extendido que afecta a millones de personas”
David Julius, Nobel de Fisiología 2021
Explicó entonces que está convencido de que la mecanobiología desvelará un tipo de comunicación adicional entre las células, lo que podría tener enormes implicaciones para la investigación biomédica: “Hasta ahora hemos entendido la vida como un conjunto de sustancias químicas que hablan entre ellas, a través de la síntesis química, pero creo que cada vez más nos damos cuenta de que la mecanobiología, las fuerzas mecánicas, desempeñan un papel importante, en procesos que van desde la división celular hasta la audición, el tacto y el dolor. Lo que hemos descubierto hasta ahora es importante, pero es solo la punta del iceberg de esta ciencia nueva”.
¿Y las pioneras de las vacunas?
En todas las quinielas para estos Nobel de Medicina o Fisiología figuraban las creadoras de las bases de las vacunas de Pfizer y Moderna y de AstraZeneca: Katalin Karikó y Sarah Gilbert. La primera fue pionera en hacer las modificaciones químicas en el ARN mensajero (tecnología de la principal vacuna en la UE y EE.UU.) para que fuera bien tolerada por el organismo.

Quizás por ello, Karikó, que es química, aún tiene una oportunidad de llevarse el Premio Nobel de Química, que se fallará en la mañana de este miércoles. También es cierto que la candidatura se cerró justo cuando se estaban aprobando las primeras vacunas. Karikó y Weissman acaban de recibir el Premio Lasker en EE.UU.
La Academia Sueca es a veces es criticada por su tendencia a conceder premios a descubrimientos muy antiguos y liderados por hombres. Ellos han ganado casi el 97% de los Nobel de ciencias desde 1901.