Hospitales públicos de gestión privada: cómo medir el nivel de la privatización de la sanidad

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Foto: Sjors Gijsbers / Shutterstock
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El proyecto de ley para la universalidad de la sanidad presentado por el Gobierno este mes de junio pretende, entre otros objetivos, reformar el sistema de salud pública. Lo quiere hacer ampliando la cobertura sanitaria a colectivos que actualmente no disponen de ella y alejándose de la privatización de la sanidad, cuyo nivel se mide mediante la forma de financiación y gestión del servicio.

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Desde hace cinco años, el gasto sanitario privado se encuentra por encima del 29% del gasto total en Sanidad en España, según el último Informe de Sanidad Privada de la Fundación IDIS. No obstante, el porcentaje de la inversión en este sector no es el único ni el principal indicador utilizado para medir el nivel de privatización de la sanidad en un determinado territorio.

De hecho, existen diversas variables que determinan si un sistema sanitario es más privado que público. Entre ellas se encuentran la forma de financiación de los centros hospitalarios, quién es el encargado de su gestión o el número de camas privadas y públicas sobre el total disponible.

Las formas de financiación y de gestión determinan el nivel de privatización de la sanidad

A la hora de medir cuánto está privatizado un sistema sanitario, hay que diferenciar dos elementos. “Uno es la privatización en la financiación, es decir, quién paga los servicios sanitarios, si los paga el Gobierno (…) o las familias”, explica Beatriz González López-Valcárcel, catedrática de Economía de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. A este factor se añade el de la gestión, “quién te proporciona el servicio sanitario”.

Para evaluar el nivel de privatización de la sanidad hay que unir ambos conceptos. Así, existen sistemas de gestión y financiación públicos, privados o mixtos. “Se pueden dar las cuatro combinaciones”, asegura González, que pone ejemplos de la última posibilidad.

“Puede ocurrir que tengas un seguro privado (…), pero resulta que en tu ciudad no tiene tratamiento oncológico y de repente tienes un cáncer y te manda al hospital [público]”, expone. En el caso contrario, “financiación pública, provisión privada”, están los conciertos, es decir, la cesión de servicios concretos de la sanidad pública a la privada.

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“El número de camas de hospitalización de agudos podría ayudarnos”, afirma Shirley B. Pérez Romero, doctora especialista en medicina preventiva, salud pública y gestión sanitaria. A ello, añade la necesidad de considerar los servicios que están externalizados. “Una de las proporciones interesantes a tener en cuenta es la cantidad de procedimientos quirúrgicos que se hacen por fuera de la red pública”, sugiere.

Otra opción es ir más allá del nivel de privatización del sistema sanitario y observar cuánta gente opta por la sanidad privada en lugar de por la pública. “El seguro voluntario podrías mirarlo como un índice de privatización en el sentido de cuanta más gente suscribe el seguro privado quiere decir que menos se fía del aseguramiento público”, sugiere Guillem López, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y director del Centro de Investigación en Economía y Salud.

Cataluña es la comunidad en la que más porcentaje del gasto sanitario se dedica a centros privados

Además de los anteriores, existen otros indicadores para estimar el nivel de privatización de la sanidad en España. En su informe anual, la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp) analiza, entre otras, el gasto de bolsillo por persona en sanidad, el número de veces que los pacientes acuden a la privada o la inversión sanitaria destinada a contratar centros privados.

El informe de la Fadsp concluye que, aunque Aragón es la comunidad cuyos habitantes acuden más a profesionales del ámbito sanitario privado, no es la que más invierte en él. Con un 24,5% de gasto sanitario dedicado a la contratación de servicios con centros privados, Cataluña se sitúa a la cabeza en este indicador, seguida de Baleares (9,2%) y Madrid (9%), aunque ambas muy por debajo.

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El nivel de privatización de la sanidad aumenta a medida que se deteriora la calidad de lo público

La situación actual de la sanidad hace que los costes vayan aumentando de manera progresiva. “Estamos frente a sistemas sanitarios como el nuestro, de financiación pública y provisión mayoritariamente pública que tienen dificultades para sostener esos aumentos cada año mayores del gasto sanitario”, explica Pedro Arcos, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo. A su juicio, este proceso conduce a un deterioro de la calidad, que lleva a que “el que se puede pagar un complemento privado lógicamente se lo paga”. 

Esta es una forma de privatización, según Concha Herranz, médica de Atención Primaria y delegada de Servicios Públicos de UGT Madrid. “La otra estrategia para privatizar es generar la sensación de que lo público no funciona”, defiende. Además, Herranz cree que sucede lo mismo con la atención primaria, que se denosta para que la gente contrate “seguros privados para las pruebas complementarias”.

Aun así, Arcos recuerda que el sector privado busca la rentabilidad económica y que los casos más complejos suelen derivarse de nuevo al sistema público. “La sanidad pública va a tener que seguir asistiendo, por ejemplo, al paciente de 80 años polimedicado con cuatro o cinco enfermedades de base que si ingresa va a estar ocho días más de lo previsto”, pone como ejemplo. 

Pese a esto, el docente de la Universidad de Oviedo reconoce que la sanidad privada puede jugar un papel importante en “procesos de baja complejidad que son repetitivos y que son muy controlables”. En ese caso, a la sanidad pública le podría salir más barato contratar los servicios privados, lo que también puede influir positivamente sobre la reducción de las listas de espera.

Fuentes
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