Hace nueve meses el país se confinó para contener la pandemia de COVID-19. La desescalada llegó en junio, con los paseos, la vuelta al domicilio familiar o las vacaciones de verano. Pero no ha sido así para todo el mundo. Muchas personas mayores, especialmente las que viven en residencias, todavía siguen unas duras restricciones.
“Es como si nosotros siguiéramos confinados, y muchos no tienen ni la oportunidad de protestar”, explica Lourdes Bermejo a Newtral.es. La vicepresidenta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología reflexiona sobre “el año más solitario” para toda una generación: “estamos hablando de personas mayores con una esperanza de vida que no es la nuestra, que puede ser de seis meses. Para muchas, serán sus últimas navidades”.
El Gobierno y las comunidades autónomas han realizado recomendaciones de cara a las visitas y salidas de personas mayores que viven en residencias. Como norma general, las visitas siguen restringidas a un día a la semana y a un familiar, y las salidas diurnas no están permitidas. Muchas personas mayores sí que podrán salir a visitar a sus familias en Navidad, durante varios días, en un único domicilio y manteniendo la burbuja familiar.
La voluntad de los mayores
Conscientes del aumento del riesgo de contagio durante estas fechas, la SEGG urge a encontrar un equilibrio entre la seguridad de los mayores y la necesidad de socialización.
“Lo grave es la falta de perspectiva, llevan nueve meses aislados de sus seres queridos, muchos de sus compañeros han fallecido y la salud se fragiliza”, dice Bermejo, “lo importante en la idea de soledad es unirla al sentido de la vida, y saber qué necesitamos la personas para que la vida merezca la pena, para que sigas caminando aunque te duela”.
Bermejo explica que es la persona mayor quien tiene que valorar “cuánto necesita el encuentro familiar”. El papel de las familias en este caso no es el de decidir, sino el de ayudar a cumplir esa voluntad y hacer seguro el encuentro.
Siempre teniendo en cuenta la situación epidemiológica de cada comunidad o centro residencial, la SEGG recomienda reforzar los mensajes afectivos de los más vulnerables, aumentar el uso de las tecnologías durante estas fechas, y la frecuencia de las actividades durante los períodos de cuarentena.
Estos son los consejos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología para las reuniones familiares de Navidad:
- No superar el número máximo de personas recomendadas por las autoridades
- Colocar a las personas mayores en las áreas más ventiladas, con una temperatura adecuada
- Retirarse la mascarilla solo para comer, y volver a colocarla durante la sobremesa
- Servir los alimentos de manera individual, y no en platos comunes
- Evitar besos y abrazos
La familia es un derecho
La vida privada y familiar no es un privilegio, es un derecho. En mayúsculas, un derecho humano. Amnistía Internacional ha denunciado la vulneración de este derecho de las personas mayores que viven en residencias de Madrid y Catalunya, a través de la investigación Abandonadas a su suerte: La desprotección y discriminación de las personas mayores en residencias durante la pandemia COVID-19, que incluye la violación de cinco derechos fundamentales: la salud, la vida, la no discriminación y a la vida familiar y privada.
En su informe, Amnistía Internacional advierte de que, desde marzo, las restricciones supusieron el encierro “de facto” de muchos residentes. Además, aseguran que las visitas de los familiares en muchas residencias “siguen sin estar garantizadas”, porque en la práctica dependen de la decisión de cada residencia.
Para Ignacio Jovtis, responsable del Área de Investigación y Políticas de AI, la protección del derecho a la salud no justifica las medidas tomadas en los casos que denuncia la organización: “en muchos casos no se han ponderado los derechos humanos, y no hay derechos más importantes que otros”.
Jovtis explica a Newtral.es que, después de muchos años trabajando en distintos países investigando derechos humanos, esta vez, en España, le ha “costado creer” los testimonios que escuchaba y los hechos que investigaba.
El derecho a la vida privada y familiar implica tener contacto con los familiares y amigos, relacionarte socialmente. Esto no solo se negó a algunos residentes, sino también a sus familias. “Para la familia era desesperante, se pasaban días enteros llamando a recepción y no les atendían. En varios casos se les llamó una vez para decir que la persona estaba bien y la próxima llamada era para informar de que había muerto”, cuenta Jovtis.
Vivir en una cárcel
Eva (nombre ficticio) lleva cuatro años viviendo en una residencia de Madrid y a sus 80, no es capaz de recordar un tiempo más solitario. La mayoría de sus amigos de la residencia han muerto. Ya no juegan a las cartas ni salen a pasear y, en ocasiones, les encerraban con llave en sus habitaciones para hacer más efectivo el confinamiento.
Los desayunos en la habitación, las comidas por turnos, la ausencia de toda actividad lúdica y el cierre total de jardines y ventanas, marcan la “pena” de Eva desde que vio a su familia por última vez, a principios de marzo. “Estás tan disgustada que se te quitan las ganas de todo», sentencia, “esto es prácticamente una cárcel”.
Las visitas han quedado reducidas a una hora semanal, de una sola persona y con medidas y distancia de seguridad. “Nos sentamos en una silla uno frente a otro a cuatro metros, no se escucha porque a esta edad estamos medio sordos, y si te quieren enseñar una cosa casi ni la ves”, explica Eva a Newtral.es.
En la Comunidad de Madrid, su comunidad, podrán realizar salidas por Navidad los residentes que no presenten síntomas de aquellos centros donde la situación epidemiológica lo permita. No obstante, Eva todavía no ha tomado una decisión: “todos los años voy a comer y cenar con mi familia y duermo allí, pero este no sé hasta qué punto merece la pena”.
La Plataforma por la dignidad de las personas mayores en las residencias (PLADIGMARE) reclama que se aumente la ratio y la duración de las visitas durante estas fechas para aliviar la salud física y emocional de los residentes.
Reclaman a la Consejería de Sanidad y de Políticas Sociales de la Comunidad de Madrid que controlen si la inmunidad de los residentes que ya pasaron la COVID-19 sigue vigente, con la realización de nuevas pruebas serológicas.
En cuanto a las visitas, desde la asociación reivindican la importancia del contacto social, por lo que piden que se les permita saltarse las distancias de seguridad durante las visitas, siempre respetando las medidas de seguridad como el uso de guantes o de mascarilla.
Estrategias contra la soledad
En España más de dos millones de personas mayores de 65 años corren el riesgo de pasar la Navidad sin compañía, dentro y fuera de las residencias. Para ellos, la ONG Grandes Amigos o Adopta un Abuelo han enviado más de mil cartas de apoyo.

En Grandes Amigos han paseado en taxi con personas mayores para que -como si de un año normal se tratase- puedan ver el alumbrado navideño, les han acompañado a merendar en un restaurante y les han enviado pequeños detalles sorpresa a sus casas. Muchos voluntarios celebrarán con ellos la Navidad, a domicilio.
“La prolongación del encierro les está pasando factura emocional y afectiva. Hemos visto deterioro cognitivo, dolores, fatiga y miedo”, explica a Newtral.es José Ángel Palacios, de Grandes Amigos, “el objetivo es facilitar la socialización conjugandolo con la seguridad”.
Por eso, trabajan en estas actividades para evitar los efectos de la soledad no deseada en fechas de familia y compañía. Una tarea, dicen, que no solo depende de la administración pública. También de la sociedad.
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