Narrativas falsas en la prensa económica: bulos, mentiras y estadísticas

narrativas falsas económicas
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En el mundo de los números, el poder de las historias suele ser subestimado. Pero las narrativas también ejercen su poder en el ámbito económico, incluso las falsas. Uno de los mejores ejemplos es el de aquella curva que dibujó Arthur Laffer en una servilleta durante una cena en el restaurante Two Continents en Washington en 1974, para explicarle a Dick Cheney, -entonces asistente de la Casa Blanca- que aumentar impuestos podía hacer reducir los ingresos en lugar de aumentarlos. 

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No sólo el concepto era contraintuitivo, sino que hasta hoy no se ha podido probar que la teoría funcione. Tanto Ronald Reagan en los Estados Unidos, como Margaret Thatcher de este lado del Atlántico aplicaron esta receta fiscal, pero ninguno logró con esa fórmula recaudar más impuestos ni reducir el déficit público. Pero el relato de la servilleta ha ejercido su influencia durante casi 50 años.

La “autenticidad” de la servilleta de tela con la nota dirigida a Don Rumsfeld fue explicada posteriormente por el propio Laffer, tal y como recogió The New York Times. 

Las fake news y las narrativas falsas en la prensa económica han sido estudiadas también por un premio Nobel de Economía, Robert J. Shiller, que las analizó desde el punto de vista vírico, y pensaba que son fundamentales para entender completamente los cambios en la economía y los resultados económicos. “La idea de que las viviendas sólo pueden subir de precio va unida a las historias que se ven en televisión sobre ricos propietarios que han especulado con ellas. La idea de que el oro es la inversión más segura va unida a las historias de la guerra y la depresión. Estas narrativas tienen un elemento contagioso”, advierte Shiller en su libro Narrativas Económicas (Deusto).

Rasgos de las narrativas falsas en la prensa económica

La economía tiene sus propios bulos y fake news. Pero como el discurso liberal ya es hegemónico en el imaginario social, no necesita tanto fabricar bulos, como generar narrativas, aunque sean falsas, que vayan en favor de los intereses del poder, dice Yago Álvarez Barba, que acaba de publicar Pescar el salmón (Capitán Swing). En el libro señala que la economía se toma como una ciencia exacta y libre de ideología, cuando no es así, y enumera varios tipos de estrategias de manipulación en la prensa económica. 

En primer lugar, existe el sesgo de las ideas económicas preconcebidas, que no suelen ser cuestionadas, y que son un ejemplo de esas narrativas populares de las que habla Shiller. En enero de este año, la televisión pública inglesa, la BBC, publicó un estudio llamado Revisión de la imparcialidad de la cobertura de la BBC sobre fiscalidad, gasto público, endeudamiento público y deuda. El trabajo, realizado de forma independiente, analizó 11.000 contenidos relevantes de la BBC en internet, TV y radio. Los resultados del estudio, el primero de esta magnitud, señalaron que no habían encontrado manipulación de forma deliberada pero que habían detectado errores de base en los conocimientos y en los postulados económicos que los periodistas daban por válidos, y que esto podría desequilibrar la balanza hacia uno de los lados del debate. 

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La jerga salmón

Otra de las características de las narrativas falsas en la prensa económica es ese muro que se crea con el lenguaje y el conocimiento de la economía. El lenguaje que se utiliza suele dificultar que lo entendamos, a lo que se suman anglicismos y eufemismos económicos. La prensa salmón está llena de estas expresiones suavizadas que ocultan efectos y responsables de los eventos económicos: reformas estructurales o reorientación del gasto público para significar recortes de políticas sociales; territorios de mayor competitividad fiscal para designar paraísos fiscales; o llamar externalizado a lo que está privatizado son algunos ejemplos. 

Las metáforas de fenómenos naturales: Otra técnica eufemística que menciona Álvarez Barba es la de usar expresiones que muestran los hechos económicos como fenómenos naturales. Con ello se quita el componente de intervención humana y se les da una apariencia natural e inevitable. Así se habla de “lluvia de dividendos”, “terremoto financiero” (para hablar de una quiebra en cadena de bancos), “tormenta perfecta de los mercados”, o de que la economía es cíclica, como si se hablara del ciclo natural del agua. 

La dificultad y los riesgos de los números

En un informe publicado por AfricaCheck, FullFact y Chequeado sobre cómo comunicar la incertidumbre, se explica que para la población alfabetizada promedio, los números, sobre todo los de altas magnitudes, pueden ser difíciles de comprender. Grandes cantidades, como “billón”, son difíciles de imaginar. Muchas veces no es fácil saber si una cantidad es descabellada o se trata de una cifra esperable en determinado contexto, lo que contribuye a la confusión y la ambigüedad que impide desmontar narrativas falsas en la prensa económica.   

Manipulación estadística

«Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas». La frase, que fue atribuida a múltiples autores, y popularizada por Mark Twain, designa el poder persuasivo de los números para reforzar argumentos débiles. 

En Newtral hemos visto cómo a veces los datos de empleo como la bajada simultánea de paro y afiliación, pueden llegar a parecer contradictorios y algunos políticos suelen utilizarlos para reforzar sus argumentos. Lo hacen destacando la cifra más favorable, comparando datos de empleo que no pueden ser comparables, modificando las escalas de los gráficos o hablando de valores absolutos en lugar de relativos (o viceversa). 

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Los datos de creación de empresas son también utilizados de forma interesada por parte de partidos de gobierno y la oposición como arma arrojadiza. Un ejemplo es usar los códigos cuenta de cotización a la Seguridad Social, que son códigos de cotización secundarios, para hablar de creación o cierre de empresas cuando no corresponden a lo mismo, ya que la baja de un código cuenta de cotización no significa que la empresa haya desaparecido. Otra técnica que utilizan mucho los políticos al ensalzar su gestión es hablar de la cantidad de empresas constituidas en un período determinado, pero sin tener en cuenta aquellas que han desaparecido. Y también ocurre lo contrario, cuando el adversario ataca con el número de empresas disueltas pero olvida mencionar las que se han creado. 

Álvarez Barba habla de los marcos negativos o positivos según la forma de presentar el dato, y explica con un ejemplo cuándo una estadística tiene o no sentido: “No es lo mismo decir que el 51% de la población apoya una bajada de impuestos”, que decir que “la mayoría de la población apoya una bajada de impuestos”, aunque esto último no sea falso. 

Constelaciones de narrativas falsas

El economista Shiller ha señalado varios rasgos de las narrativas falsas. Pueden ser rápidas o lentas, grandes o pequeñas y no todas generan conversaciones sociales. 

Una de las características que describió Shiller fue la de que estas narrativas suelen agruparse en una suerte de constelaciones, es decir que se apoyan en la credibilidad que se les otorga a otras narrativas que ya están establecidas. Las narrativas económicas de gran alcance suelen estar compuestas por una constelación de pequeñas narrativas referidas a temas más específicos. 

Shiller pone como ejemplo el término «economía de la oferta», una teoría que tuvo popularidad en los 70 y 80, en la que la reducción de impuestos, incluidos aquellos sobre los ingresos altos, y la flexibilización del marco regulatorio actúan como incentivos para estimular la economía sin incurrir en onerosos déficits de gasto público. El economista analizó la frecuencia de la aparición de este término en relación con otras narrativas, como las que había sobre personas  en condición de pobreza, a quienes un creciente sistema de asistencia social les pagaba para quedarse a holgazanear en casa o salir a cometer actos delictivos. «La frecuencia de historias como ésta llevó a un gran segmento de la población a pensar constantemente en tales imágenes al considerar que sus impuestos apoyan a estas personas, con inspiración en muchas historias individuales más que en estadísticas. Las historias se volvieron cruciales para su sentido de identidad individual como proveedores, abastecedores de todos los bienes y servicios para el público, así como para juzgar cada vez más como una injusticia que los “estadunidenses trabajadores” y patriotas debieran apoyar la indigencia de un segmento creciente de la población que dependía de la asistencia social», explica Shiller. 

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Otros rasgos de las narrativas económicas falsas que enumeró el economista: la verdad no es suficiente para detenerlas; su contagio se apoya en las oportunidades para la difusión; y se fortalecen con la identidad y el patriotismo. 

Fuentes

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