La musicoterapia parece estar viviendo un renacer, más allá de la cultura new age. Usar música para modular el estado de ánimo es tan antiguo como la propia humanidad. Sin embargo, no están tan claros los mecanismos fisiológicos detrás del bienestar que nos produce escuchar una melodía. Ahora, un pequeño estudio se ha centrado en ver qué pasa en el cerebro de alguien con depresión cuando escucha música clásica.
- Lo nuevo: Observan por primera vez cómo las ondas neuronales (corrientes eléctricas y químicas naturales) generadas en la corteza del cerebro se sincronizan con el circuito de recompensa, que procesa las emociones placenteras, cuando alguien con depresión escucha música clásica.
- El experimento: 13 pacientes con depresión resistente al tratamiento y con electrodos implantados en el cerebro se sometieron a la escucha de música clásica. La mitad de los voluntarios eran amantes de este tipo de composiciones. La otra mitad, no. Estudiaron los datos que registraban los electrodos y les hicieron electroencefalogramas mientras escuchaban la música. En ningún caso les pusieron obras que supieran que les gustaban o disgustaban o que tuvieran alguna significación especial.
- Lo no tan nuevo; contexto: Se ha demostrado que ciertas intervenciones musicales ayudan a las personas con cáncer, dolor crónico y depresión. Efectos del estrés, como la hipertensión o problemas musculares, también pueden aliviarse mediante el poder de la música. Quizás esto parezca muy obvio ante canciones concretas que signifiquen algo para ti. Pero como explicaban a Newtral.es los neurofisiólogos Jesús Pastor y Lorena Vega-Zelaya, la clave está en que, como mínimo, el estilo musical guste a quien la escucha. Se sabe que algo tiene también la música triste. Pero ¿hay algún tipo de música que, de por sí, sea sanadora?
Mejoró la depresión con la música clásica no por la emoción que produjo la música
Todos los participantes comenzaron en mayor o menor grado a sincronizar sus ondas de la corteza auditiva y de procesamiento de información (circuito BNST-NAc o amígdala extendida) con las del circuito de recompensa (núcleo accumbens). Sin embargo, los efectos fueron más notables entre quienes disfrutan habitualmente de la música clásica. Esto sugiere que no hay un tipo de música per se que haga magia con el cerebro, como indican algunos pseudotratamientos de sincronización cerebral.

- Un hackeo del cerebro. Quienes no eran tan fanes de la música clásica de repente empezaron a disfrutar de las melodías cuando les metieron en el cerebro ciertas frecuencias theta (por estimulación eléctrica) para sincronizar los dos circuitos neuronales. Al momento, empezaron a asegurar que disfrutaban más de lo que escuchaban.
“La mejora de los síntomas depresivos no estaba vinculada con la emoción de la música en sí, sino con el nivel de disfrute musical del paciente”, explica Bomin Sun, autor de este trabajo, publicado en Cell Reports. Es decir, el placer en sí mismo es una de las últimas fronteras ante una depresión resistente al tratamiento. Y la música (que disfrute el paciente), una llave poderosa para alcanzarla, según valora Rafael Román Caballero (Universidad de Granada y McMaster Institute de Canadá) en el SMC de España.
Producir placer ‘musical’ sin música, sólo electricidad
Esto es especialmente importante ante la anhedonia musical: hay personas incapaces de disfrutar de la música. “Los datos de esta nueva investigación nos revelan que la relación de la música con el placer es tan fuerte que ayuda a aliviar la depresión. Y esa relación podría tener un patrón de actividad eléctrica cerebral identificable, medible”.
Ahora bien, ¿se podrían recrear las sensaciones de disfrute de la música sin ella? ¿Es ese patrón cerebral de placer en solitario similar al patrón del goce que experimentamos en eventos musicales o cuando pincha un DJ?
- Estudio de Xin Lv et al. en ‘Cell Reports’, 2024
- Rafael Román Caballero (Universidad de Granada y McMaster Institute de Canadá)
- Jesús Pastor y Lorena Vega-Zelaya (Hospital de la Princesa de Madrid)