Hace seis años, mientras estaba investigando uno de los casos a los que tenía que enfrentarse como jueza, Friba Quraishi reflexionó sobre lo pequeño que podía ser el mundo, “como un pueblo”, recuerda. Estaba en su despacho, en una localidad al norte de Afganistán y tenía entre sus manos la investigación del asesinato de una mujer que había viajado desde España para ayudar en el país. Ella, una mujer afgana, iba a castigar como jueza “a unos asesinos para hacer valer los derechos de una mujer española”.

Esa mujer española era Lorena Enebral y trabajaba como fisioterapeuta en el centro de rehabilitación del Comité Internacional de Cruz Roja en Mazar-e-Sharif, al norte de Afganistán. Sus asesinos fueron “terroristas del grupo talibán”, como recuerda Friba en conversación con Newtral.es. Ella trabajaba entonces como jueza en delitos de terrorismo y de España “solo sabía el nombre”. No pensó que ese mundo tan pequeño que imaginaba cuando se encargaba de este caso volvería a enseñarle otro ejemplo. Unos años después, sería otra mujer española la que llegaría a su vida para ayudarla a huir del terror de los talibanes en Afganistán y España sería su país de acogida.
Cuando en el verano de 2021 los talibanes volvieron a tomar el control del país y a amenazar la libertad y la seguridad, en especial, de las mujeres, Friba encontró en Gloria Poyatos el apoyo que necesitaba. Poyatos es cofundadora de la Asociación de Mujeres Juezas de España y junto con otras profesionales se han coordinado a nivel internacional para sacar del país a estas mujeres que no solo estaban en peligro por el hecho de serlo, sino por sus profesiones. Han juzgado a hombres, han dictado sentencias contra grupos terroristas y han peleado por una justicia en la que los talibanes no creen.
Ser mujer en Afganistán con los talibanes es como ser “un pájaro con alas, plumas y deseo de volar, pero encerrado en una jaula de hierro”
Friba defiende que aunque las mujeres viven en países muy distintos, “nuestro objetivo y nuestro camino es el mismo”, por eso cree de manera firme en la necesidad de apoyarse mutuamente. Cuenta que en el Afganistán que ella ha tenido que abandonar, las mujeres están ahora luchando sin miedo, pero solas. Por eso, pide a la comunidad internacional que se involucre y se tomen medidas para que sus voces dejen de estar “oprimidas y se oigan cada vez más fuerte”. Y urge a que sea cuanto antes, para que no sea demasiado tarde, y se permita a las niñas y mujeres ejercer su derecho a la educación y al trabajo.
Friba utiliza esta imagen tan gráfica para tratar de explicar a la persona extranjera lo que supone ser mujer ahora mismo en Afganistán: “Es como un pájaro con alas, plumas y deseo de volar, pero encerrado en una jaula de hierro”. Y esto, dice, “en pleno siglo XXI, en la era de la tecnología”.
La periodista Paloma del Río se ha implicado para ayudar a salir del país a deportistas afganas
Un servicio de mensajería instantánea permite a Saliha avisar desde Teherán de sus últimas noticias. Por fin le ha llegado la cita para acudir a la embajada española para que valoren su situación personal y decidan si le conceden un visado para poder viajar a España. La cita es para este 8 de marzo, el día en el que se reivindican a nivel internacional los derechos de las mujeres. Quien recibe el mensaje está en España, es la periodista Paloma del Río. Junto con el reportero Antonio Pampliega, que conoce bien Afganistán por sus trabajos allí, gestionan desde hace meses todo lo necesario para sacar del país a varias mujeres afganas, entre ellas, jugadoras de la selección femenina de baloncesto en silla de ruedas de Afganistán.
Saliha aún espera ese momento, mientras recibe apoyo para su alojamiento y manutención. Los fondos, cuenta Paloma del Río a Newtral.es, vienen de “mucha gente solidaria”, de donaciones que ha pedido a “gente conocida, a deportistas…”. Dice que cuando Pampliega la llamó en agosto de 2021 no dudó en ayudar, aunque el proceso ha sido muy complicado. Mientras realizaban todas las gestiones para conseguir la salida, los mensajes que les llegaban de las mujeres “eran muy angustiosos”. Y reconoce que ha habido “muchos reveses” durante todo el proceso. Recuerda que intentaban transmitirles solo los mensajes de esperanza para no hacerlo aún más duro y cuando por fin se producían las llegadas a España era “un verdadero alivio”.

En esta fotografía del álbum personal de Paloma del Río se puede ver a algunas de las mujeres de Afganistán que han conseguido llegar a España con su ayuda y la de Pampliega. Mujeres que, dice del Río, en Afganistán “eran estudiantes, fisioterapeutas, jugadoras de baloncesto, que era además un elemento liberador para ellas, y de repente, veían que se tienen que quedar en casa” y enfrentarse a unas leyes que se iban a endurecer mucho.
En 2001, Nilofar Bayat tenía nueve años y supo que los talibanes se habían ido “porque se oía música en las calles”
Al móvil de Nilofar Bayat, capitana de la selección femenina de baloncesto en silla de ruedas de Afganistán, llegaron algunos de esos mensajes esperanzadores de Paloma del Río mientras esperaba en el aeropuerto de Kabul para poder huir. “No tenía batería, tuvimos que estar mucho tiempo en el aeropuerto y no podía cargarlo, pero leía los mensajes en los que me mandaba ánimo y me decía que me mantuviera fuerte”. Lo cuenta casi dos años después, a salvo, y en una videollamada con Newtral.es.

Lo que más le sorprendió cuando llegó a España fue “la libertad que tienen las mujeres” y le costó algún tiempo deshacerse de las costumbres restrictivas de Afganistán, como volver a casa antes de que fuera de noche. Cuenta que cuando llegó “hacía lo mismo, intentaba llegar a casa a la misma hora y mi marido me decía, no, estás segura, estás en España”.
Para Nilofar ha sido “terrible” vivir la vuelta de los talibanes a su país, más cuando recuerda a la perfección cuando en 2001 hicieron el camino inverso y abandonaron el poder. Ella tenía entonces nueve años, salió a la calle con su madre y escuchó los rumores que aseguraban que se habían ido la noche anterior, se dio cuenta de que era así “porque ya no había prohibición de escuchar música”. Por primera vez, ese día, oyó música en las calles.
Y ahora, veinte años después, se ve obligada a vivir el retroceso, a ver cómo todos los derechos que habían conseguido se vuelven a poner a cero. Cuenta que ese día de agosto de 2021 estaba en la oficina, como cualquier día normal y llegó su hermano para avisar de que había talibanes por las calles. “Me quedé en shock”, dice Nilofar.
Ahora está a salvo, pero pide ayuda para las mujeres que están en Afganistán, porque “están en una cárcel, no tienen el control sobre sus vidas”. Y aún así, dice, siguen luchando, aún con todas las limitaciones, para conseguir sus derechos y libertades. En palabras de Nilofar, “brillan en la oscuridad”.
“Es vital que las mujeres se apoyen mutuamente”, defiende la jueza afgana Gulalai Hotak
En esa oscuridad, la salud mental de muchas mujeres afganas empeora a niveles muy preocupantes. La capitana de baloncesto Nilofar Bayat habla de depresión y estrés y lo dice porque habla a menudo con chicas que están allí y que “no tienen esperanza, no tienen vida, tienen que estar en casa”. Una alerta que se repite en las conversaciones con otras mujeres afganas, como Gulalai Hotak, una jueza que también vivía en Kabul y que, hasta que tuvo que huir de Afganistán en agosto de 2021, era la directora del Tribunal de Policía Primaria de Kabul. Ella también mantiene el contacto con muchas mujeres y transmite que están “deprimidas” porque se enfrentan a “graves problemas psicológicos, de seguridad y financieros”.
Nacer niña en Afganistán con un régimen como el de los talibanes supone tener que enfrentarse a todo tipo de violencia, a la discriminación de género y a desigualdades sociales. Una de las restricciones recientes que se han impuesto prohíbe a las mujeres afganas trabajar en organizaciones humanitarias. Con lo que eso implica para la realización de las mujeres, para el sustento de sus familias y por supuesto, para la salud, porque las mujeres a su vez, sólo pueden ser atendidas por otras mujeres.
Gulalai conoce bien cómo funcionan los talibanes, les ha condenado en procesos judiciales que ha liderado y es clara al hablar de las consecuencias que tendría si se hubiera encontrado con ellos. “Me habrían matado”.
El mensaje de una mujer desde Kabul: “vamos hacia el silencio, el olvido y la represión”
Como ella, muchas mujeres se enfrentan a un peligro especial por sus profesiones. Desde Kabul, llegan los mensajes de Hosi Mangal. Tiene 38 años y trabajaba en el ejército. Ahora, tiene que vivir en secreto. En las palabras que escribe a Newtral.es se percibe la desesperación y la falta de esperanza. Sus grandes miedos están relacionados con las privaciones de derechos que sufren y cuenta cómo la vida de las mujeres ha cambiado en todos los sentidos: social, económico, cultural… Teme por el futuro de las mujeres en Afganistán, si nada cambia, dice, caerán en el “silencio, el olvido y la represión”.
Es posible mejorar los derechos de las mujeres en Afganistán, pero no con un régimen talibán en el poder
Ahora, cuenta Mangal, los talibanes han silenciado sus voces. Pero de todas las conversaciones con estas mujeres afganas se desprende la fuerza para seguir luchando por que vuelvan a ser reconocidas, por recuperar lo que nunca debieron arrebatarles, la dignidad y su derecho a vivir como mujeres libres.
Tienen esperanza, aunque necesitan que la comunidad internacional actúe y las apoye, porque se sienten solas. Y defenderse en Afganistán significa que las encarcelen y las torturen. Incluso muchas de las que lo han hecho “han desaparecido”, como cuenta la jueza Gulalai Hotak. Y, a pesar de todos los impedimentos, “vuelven a levantarse”. Las historias de estas mujeres muestran cómo la sororidad entre ellas ya las ha salvado de muchos peligros, una red de ayuda que sobrevivió a miles de kilómetros y a todos los obstáculos que había en el camino. Como contaba la también jueza Friba Quraishi, aunque las mujeres viven en países distintos, el objetivo y el camino es el mismo. La igualdad y el reconocimiento de sus derechos.
MÚSICA PARA ESTE REPORTAJE: Las mujeres afganas que participan en este reportaje comparten esta canción de la artista Aryana Sayeed que habla sobre la situación de las mujeres en el país.
- Friba Quraishi, jueza
- Nilofar Bayat, capitana de la selección femenina de baloncesto en silla de ruedas de Afganistán
- Gulalai Hotak, jueza
- Hosi Mangal, exmiembro del ejército en Afganistán
- Paloma del Río, periodista
- Asociación de Mujeres Juezas de España