El 73% de embajadores siguen siendo hombres, pese a que este año hay más mujeres en la Escuela Diplomática por segunda vez

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La Escuela Diplomática cuenta por segunda vez con más mujeres que hombres en su promoción: un 57% frente a un 43%, según datos de la Asociación de Mujeres Diplomáticas Españolas (AMDE). La primera promoción en la que esto ocurrió fue en el curso 2021-2022, cuando se graduaron un 60% de mujeres y un 40% de hombres. 

Aunque las nuevas generaciones están revirtiendo la histórica mayoría masculina en la carrera diplomática, las mujeres siguen ocupando un menor porcentaje de puestos que los hombres. En 1990 las mujeres representaban solo el 6,2% del cuerpo, y en 2000 el 13,5%. Sin embargo, en febrero de 2023, últimos datos proporcionados por la AMDE, la diplomacia española incluía a 299 mujeres, que representaban el 31% del total de la carrera diplomática. En el caso de las jefaturas de misión, en marzo de 2024 había 93 embajadores y 35 embajadoras, según el Ministerio de Exteriores, incluyendo las representaciones permanentes (ante organismos internacionales), lo que hace una proporción del 73% de hombres frente al 27% de mujeres. 

Este gráfico forma parte de la serie #En1Gráfico. Usamos datos y visualización para sintetizar y explicar un tema de actualidad.

Fuentes
  • Asociación de Mujeres Diplomáticas Españolas
  • Ministerio de Asuntos Exteriores
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1 Comentarios

  • ¿Y? Menuda estupidez. A ver, listos de este pravda, ¿cómo se determina el mérito y las aptitudes de un individuo cualquiera, con total independencia de su sexo? Por ahí hay que empezar. Todo lo que no sea un sistema meritocrático y competencial es la ruina a largo, a medio o, incluso, a corto plazo. Demasiadas ineptas empoderadas (y emporradas) tenemos ya en puestos públicos, visibles o de poder. La igualdad es injusta. La equidad no lo es. España necesita diplomáticos excepcionales, no cuotas. Demasiadas resentidas como la que me dijo a mí en una entrevista de trabajo -sin venir a cuento, por supuesto- "pues a mí no me ha hecho falta una maestría para estar donde estoy..."

    Las niñas escriben unos apuntes muy bonitos y, al igual que los pueblos del Extremo Oriente u otros del tronco mongoloide, destacan por su "inteligencia mimética" y poco más. Por eso se les celebra en un chistema educativo rutinario, fábrica de impostores e impostoras resabiados y sabidillos. Cuanto más mediocre es un profesor, más se regodea con sus alumnas y más se refugia en ellas. No es sólo que los apuntes sean primorosos. Es también un juego social de refuerzos mutuos para lamerse heridas y montar una trama tácita de venganza simbólica, social o psicológica contra la gente original, independiente, crítica y, en general, de valía.