El crecimiento de las ciudades y los ‘SUV’ limitan la caída de muertes por contaminación

Contaminación del aire en las ciudades
Una ciclista junto al atasco y la contaminación de la Gran Vía de Barcelona | M. Viciosa
Tiempo de lectura: 6 min

La contaminación en las grandes ciudades y metrópolis mata. Distintos estudios vienen vinculando inequívocamente el riesgo de muerte por enfermedades cardiacas y respiratorias y los índices de contaminación a largo plazo a los que se expone la ciudadanía. De manera inversa, entornos donde se reduce el tráfico rodado y las emisiones de la industria muestran claras correlaciones con una mayor esperanza de vida.

Publicidad

El último de los trabajos viene de Estados Unidos. Un equipo de la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard ha revelado que la disminución de las emisiones de vehículos desde 2008 ha reducido en miles el número de muertes atribuibles a la contaminación del aire. En paralelo, ha generado “miles de millones de dólares en beneficios para la sociedad”.

De acuerdo con su estudio, publicado en la revista PNAS, las muertes atribuibles a la contaminación de emisiones de los vehículos se redujeron de 27.700 (en 2008) a 19.800 (en 2017). Los investigadores estimaron que los recortes produjeron 270.000 millones de dólares en beneficios sociales en EE.UU.

Aún se podrían haber evitado más muertes por contaminación

La disminución de los fallecimientos no fue tan grande como esperaban los investigadores, porque muchos factores contrarrestaron el progreso en la reducción de emisiones. El primero, de índole demográfica: el envejecimiento de la población. Pero el segundo, y no menos relevante, la proliferación de vehículos más grandes que reemplazan a los más pequeños. Fundamentalmente, la irrupción de todoterrenos y de utilitarios deportivos (‘SUV‘) con los que, además “se están recorriendo más kilómetros”, señalan los autores del estudio.

Eso sí, la renovación del parque de vehículos ha tenido consecuencias positivas en el impacto de la contaminación. Si los vehículos aún emitieran a los niveles de 2008, esas emisiones habrían causado 48.200 muertes atribuibles a la contaminación del aire en 2017, lo que habría representado un aumento del 74% entre 2008 y 2017. Más que por la emisión de gases concretos –como el CO2, que no es tóxico–, por usar tecnologías que escupen menos partículas finas (PM2,5), típicas de los motores díesel, aunque no exclusivas de ellos.

Según explican desde el Instituto IFP Gilles Corde, Laurent Thibault y Philippe Dégeilh (ajenos a este estudio americano), “la combustión produce más partículas de escape en los motores diésel que en los de gasolina. Los coches de gasóleo más antiguos emitían grandes cantidades de estos elementos contaminantes”.

Publicidad

Pero la introducción a partir de 2005 de la tecnología de filtro de partículas ha permitido reducir drásticamente estas emisiones. “Las emisiones totales de partículas de los gases de escape diésel disminuyeron un 35% entre 2004 y 2013, a pesar del aumento del número de vehículos”, detallan los expertos en un análisis de The Conversation.

En los vehículos con gasolina, la introducción de las tecnologías de inyección directa de gasolina (IED) ha cambiado la situación. “Estos vehículos emiten partículas más finas, especialmente en frío y en los acelerones”. Así que, aunque la carga para la salud pública de los camiones diésel se ha reducido en gran medida, los vehículos ligeros de pasajeros, como los SUV y otros familiares, así como furgonetas de reparto, continúan contribuyendo con una cantidad significativa de contaminación del aire en las principales áreas metropolitanas.

“Las recientes reducciones en las emisiones de los vehículos han producido importantes beneficios para la salud, aunque sólo se ha logrado un pequeño progreso en la reducción de su impacto climático”, señala el primer autor Ernani Choma, investigador de la Harvard Chan School. “Nuestros resultados indican que para lograr más beneficios para la salud pública y el clima, se requerirán políticas aún más estrictas”.

Una contaminación aún lejos de evitar la catástrofe climática

Desde ISGlobal, el experto en contaminación, salud y zonas verdes Mark J. Nieuwenhuijsen explica a Newtral.es que “sabemos que la contaminación del aire de las ciudades tiene un impacto directo en la salud de las personas, entendido como muertes prematuras. La normativa es demasiado laxa para los umbrales de PM2,5 en la Unión Europea”. Pero hay efectos a largo plazo de lo que sale de los tubos de escape que están ligados a la catástrofe climática.

Publicidad

“El CO2 y otros gases de efecto invernadero tienen impactos indirectos, porque contribuyen a la subida de las temperaturas, generan islas de calor en las ciudades”, señala Nieuwenhuijsen, que ha estudiado el efecto de la contaminación y su contraparte, las zonas verdes, en la salud de los europeos.

“Sabemos que las zonas verdes son beneficiosas para la salud, física y mental, son además un colchón para el ruido que causa estrés y es un factor para las enfermedades cardiovasculares“. Parques y jardines son sumideros de carbono y pulmones de transpiración, humedeciendo y refrescando en ambiente, amortiguando la subida de temperaturas global, que es especialmente acusada en las urbes.

Aunque el coche eléctrico puede ser un paliativo, las personas expertas en salud abogan por ciudades más compactas y a escala humana para que compense caminar o ir en bici.

Publicidad

Desde Harvard, el profesor y coautor del estudio John Spengler apunta que “si continúan las tendencias hacia una mayor densidad de población, que además está envejecida, y un cambio hacia vehículos más grandes, las emisiones urbanas continuarán siendo más dañinas y será más difícil lograr mayores beneficios para la salud pública mediante pequeñas mejoras por la entrada de vehículos más nuevos“.

A juicio de los autores, son necesarias políticas a nivel municipal que fomenten los vehículos eléctricos mientras desalienten el uso del coche de gasolina o gasóleo “y que hagan que nuestras ciudades sean más accesibles para el transporte no motorizado, como andar en bicicleta o caminar”. Desde la perspectiva europea, Nieuwenhuijsen hace hincapié en esto último.

“Espero que la infancia de hoy tenga [en unos años] unas ciudades más verdes, con menos coches, más infraestructura para caminar e ir con bicicleta. Necesitamos ciudades más compactas”, donde todo quede más a mano. “Ciudades para las personas, no para los coches, como ahora”.

0 Comentarios

Ya no se pueden publicar comentarios en este artículo.