Un mono jugando al Pong: las posibilidades de Neuralink

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La noticia tecnológica de la semana tiene como protagonista a un mono que es capaz de jugar videojuegos, concretamente al Pong, únicamente con el poder de su mente, sin tocar ningún mando.

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¿Cómo ha sido posible? Con la interfaz cerebro-máquina que colocaron en el cerebro de Pager, un macaco de nueve años. Este dispositivo fue creado por Neuralink, propiedad de Elon Musk, que lo ha ido desarrollando durante estos dos últimos años. 

“Link”, así es como han llamado al dispositivo, estudió primero las áreas del cerebro de Pager que estaban más relacionadas con su desempeño como jugador. Una vez la inteligencia artificial ya estaba entrenada, engañaron al mono haciéndole pensar que seguía jugando con el joystick mientras este estaba desconectado. Finalmente, el simio era capaz de jugar solo al Pong mientras bebía un batido de plátano. 

El siguiente paso para Neuralink es poder devolverle la movilidad a aquellas personas que, por una causa o por otra, la hayan perdido, personas parapléjicas o tetrapléjicas. También se pretende solucionar otro tipo de trastornos mentales como la depresión o la pérdida de memoria. El paso final es poder conectar los cerebros de las personas con inteligencias artificiales, aunque para ello Elon Musk cree que se debería legislar muy concienzudamente, o las máquinas lo controlarán todo. 

Las interfaces cerebro-ordenador (BCI por sus siglas en inglés) llevan ya un tiempo con nosotros, sobre todo en forma de cascos. Sin embargo, el dispositivo de Neuralink va pegado al cerebro, con 1000 conexiones directas con las neuronas. Lo mejor es que Link no se laggea y no se sobrecalienta. 

Aún se tienen que estudiar mejor estos dispositivos, si bien es cierto que podríamos conseguir intercambios de información inmediatos entre cerebros, ¿qué pasaría si fueran hackeados? 

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Sin embargo, no son las iniciativas privadas las únicas que están estudiando esta tecnología. DARPA (la organización pública estadounidense que también nos trajo internet, el GPS, y a SIRI) está trabajando también muy duro para, no solo devolver la movilidad a aquellos que pudieran haberla sentido, también conseguir sensibilidad en esos miembros (tanto físicos como virtuales), la creación de microdispositivos que curen nuestros tejidos de forma autónoma, o la mejora en la concentración, incluso en momentos muy tensos como un tiroteo.

Sin embargo, los expertos recuerdan que la neurociencia va más allá de entender cómo funciona la mente y aún queda un largo proceso hasta poder entender cómo decodificarla. Que los BCI estén leyendo determinados impulsos neuronales no quiere decir que entiendan lo que es la conciencia, que entiendan al 100% el funcionamiento cerebral. Si bien las interfaces cerebro-máquina pueden aportar mucha información al campo de la neurociencia, de momento siguen trabajando de forma muy superficial. 

De esto y más temas estuvo hablando Rodrigo Taramona en el programa WATTBA. No te lo pierdas, todos los miércoles en el canal de Twitch de Newtral

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