Artemis es “una nueva huella en la Luna para que la humanidad pise Marte”

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(*) Actualización 13/09/2022

El ingeniero Eduardo García Llama atiende a Newtral.es antes de salir de casa, con destino al Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston. “Hoy, como cuando se salta al terreno de juego, salimos a disfrutar. No vamos a ser mejores de un día para otro”. Él es uno de los protagonistas de la misión Artemis, como jefe de guiado y control de la nave Orión, con destino a la Luna. Lleva puesto el polo oficial en el que se ha hecho bordar una frase: “Non sufficit Orbis” (El mundo no es suficiente).

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Quizás hace tiempo que el mundo es mucho más que la Tierra y “este guiño a España también es el reconocimiento al espíritu explorador humano. Creo que nuestro siguiente nicho ecológico es el espacio”. La Luna y Marte, sus primeras etapas. Y el camino, lento. Este 3 de septiembre se ha producido el segundo aplazamiento, tras un problema en el suministro de combustible.

Con el último cronograma, la agencia realizará la prueba de demostración criogénica de carga de combustible en el cohete no antes del miércoles 21 de septiembre. Su nueva solicitud de lanzamiento se traslada al 27 de septiembre, con una posible oportunidad de reserva el 2 de octubre o el 17 de ese mes.

El ingeniero valenciano, recientemente premiado del Programa Orión, cree que una manera afortunada de resumir Artemis es como “una nueva huella en la Luna para que la humanidad pise Marte”. Aunque reconoce que ya nada volverá a ser como en las misiones Apolo, las que hicieron que “por primera vez un ser humano pisara un mundo diferente del suyo. Eso ya no va a poder volver a pasar”.

La misión Artemis supondrá la vuelta de los seres humanos a la Luna. El potente cohete SLS y la cápsula Orión en su cúspide son los encargados de devolvernos al sueño selenita después de 50 años, desde Cabo Cañaveral, en Florida. Pero aún tendremos que esperar unos años. Este 2022 sólo veremos un histórico viaje sin tripulación. Aunque la intención es que una mujer ponga el pie en la Luna no antes de 2025, con vistas a crear una futura base permanente, bien en órbita o bien en la superficie del satélite terrestre.

Artemis en 2022, un viaje de 42 días con billete de vuelta

Con este primer paso de Artemis, la travesía espacial vendrá de la mano de la nave Orión. Durará 42 días, durante los cuales se recogerá información de interés para garantizar del éxito de futuras incursiones a nuestro satélite natural. Las misiones Artemis tienen como metas no sólo llevar a la primera astronauta y la primera persona racializada en pisar la Luna. También explorar su polo sur y la construcción de una base lunar que nos facilite la exploración de Marte y más allá, entre otras.

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Las tres primeras de este programa ofrecerán nueva información sobre la Luna, así como los efectos en la fisiología que producen los periodos extensos en el espacio, con vistas a una base lunar permanente o viajes (que son largos) a Marte. Especialmente, el impacto de la radiación en el espacio.

“Va a revolucionar la exploración espacial”, añade el también español y científico de la NASA Carlos García Galán, jefe de la Oficina de Integración del Módulo de Servicio Europeo de la nave Orión, tras destacar que una de las metas del programa Artemis es “desarrollar la tecnología y conocimientos para operar en el espacio profundo”.

“La gente va a ver a la primera mujer y el primer hombre de color llegar a la Luna, cosas que nunca hemos hecho, y eso dejara una inspiración de décadas”, resalta a Efe. Durante los 42 días de misión, la NASA busca poner a prueba el cohete SLS (siglas en inglés de Sistema de Lanzamiento Espacial). Heredero del mítico Saturno V, está alimentado con cuatro motores y dos propulsores adjuntos. Unas características que le ofrecen un 15 % más de potencia que su antecesor, usado en las misiones Apolo de los sesenta y setenta.

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De igual forma, se medirán las capacidades de la nave Orión, en la que pueden caber hasta cuatro tripulantes, es decir uno más que la Apolo, y con reservas de agua y oxígeno que le permitirían unos 20 días de viaje independiente. “Por fuera se parece mucho a la nave de las Apolo, pero el desarrollo técnico, la aviónica, los procesos… son totalmente nuevos, además de contar con placas solares”, añade García Llama.

Tres maniquíes por tripulantes, dos animales de peluche y levadura viva

Como parte de la prueba de vuelo Artemis I sin tripulación, la NASA está tratando de aprender cómo proteger mejor a los astronautas para Artemis II (a lanzar no antes de 2023), la primera misión tripulada. Así que esta vez, viajarán a bordo de Orión tres maniquíes: dos ‘chicas’ (Helga y Zohar) y un ‘chico’ (Moonikin Campos, en honor a Arturo Campos, ingeniero que ‘salvó’ la Apolo 13).

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Dos propulsores, como los que se usaban en la era del transbordador, hacen de SLS un cohete único.

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El ‘moonikín’ de Campos es de cuerpo masculino utilizado anteriormente en las pruebas de vibración de Orión. Ocupará el asiento del comandante en el interior de la nave y llevará un traje Sistema de supervivencia de tripulación (Orion Crew Survival System) , el mismo que usarán los astronautas de Artemis durante el lanzamiento, la entrada y las otras fases dinámicas de sus misiones.

El asiento del maniquí estará equipado con dos sensores, uno debajo del reposacabezas y otro detrás del asiento, para registrar la aceleración y la vibración durante la misión. Los asientos están colocados en una posición reclinada o relajada con los pies elevados para ayudar a mantener el flujo de sangre a la cabeza durante el ascenso y la entrada. La posición también reduce la posibilidad de lesiones durante el despegue y el alunizaje y amerizaje.

Helga y Zohar no llevan traje, pero sí 5.600 sensores. Estas dos ‘tripulantes’ pertenecen al módulo europeo, son fundamentalmente alemanas y participan en el experimento MARE, liderado por la agencia espacial germana DLR, junto a Israel.

“Esta será la primera vez que el nivel de radiación al que están expuestos los astronautas durante un vuelo tripulado a la Luna se mide con tanta precisión”, dice Thomas Berger, líder científico del experimento MARE en la DLR.

Artemis: un viaje de ida y vuelta a la Luna… para quedarse

La nave volará cerca de la Luna, a casi 100 km de su superficie, y luego entrará en una órbita lunar lejana en la que llegará a situarse a más de 61.000 km del satélite terrestre, es decir hasta donde no ha llegado ninguna otra cápsula para tripulación.

A su regreso, a Orión le espera otra dura prueba: descender con éxito frente a las costas de San Diego, en California (EEUU), con apoyo de once paracaídas. Deberán aminorar de forma vertiginosa los 40.000 km/h de velocidad con la que alcanzará la atmósfera de la Tierra, un momento en que soportará hasta 2.760 grados centígrados de temperatura.

“Siempre decimos que el momento más crítico, el de la celebración, el en que el la misión se cumple, cuando vuelve a la Tierra”, dice García Llama. Es cierto que el despegue ”es crítico; un cohete es una bomba llena de combustible y de sistemas pirotécnicos. Pero en la reentrada también han de soportar temperaturas muy altas”. A él le toca una parte no menos crítica: que Orión no se pierda. Por ahora, como la película de Fellini, la nave va.