La mina de murciélagos que ha avivado la ‘teoría del escape del laboratorio’ como origen del coronavirus

Ciudad de Mojian, con una mina abandonada de la que tuvieron una rara neumonía seis trabajadores | Zhanyoun (CC-BY)
Ciudad de Mojian, con una mina abandonada de la que tuvieron una rara neumonía seis trabajadores | Zhanyoun (CC-BY)
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Al sur de China, en Yunnan, una mina de cobre abandonada en Mojiang ha servido durante décadas de refugio para murciélagos. En la primavera de 2012, un grupo de técnicos acudió a hacer labores de limpieza. Tres de ellos murieron después con neumonías graves. Al parecer, víctimas de algún tipo de coronavirus, según información de The Times, que lo conecta con el origen del coronavirus.

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Esto se desprende de una investigación iniciada tras aquellas muertes por un equipo científico que, poco más tarde, proporcionaría datos para una tesis doctoral, firmada por Li Xiu (Universidad Médica de Kumming). El entonces estudiante se centró en los pacientes, pero en ningún caso se asoció a un virus igual al SARS-CoV-2.

Aquellas investigaciones científicas, publicadas, pasaron desapercibidas. Pero en una edición de Science de 2014 Richard Stone (Howard Hughes Medical Institute) se preguntaba: ¿Estamos ante un «nuevo virus mortal en China”? De serlo, del artículo de Stone se desprende que aquello no era precisamente un betacoronavirus, como el SARS-CoV-2 que ahora está devastando países enteros. Otra cosa es que hubiera, como parece, en las heces de murciélago algo más.

La hipótesis que vincula los enfermos en la mina con tres neumonías de noviembre de 2019 han visto la luz tras los informes de inteligencia de EE.UU. revelados por The Wall Street Journal. Avalados por Joe Biden, el presidente que ha pedido a sus agentes más información antes de 90 días.

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¿Qué tiene que ver la mina con un escape de laboratorio?

El hilo lleva al Laboratorio de Virología de Wuhán. Esos científicos que tomaron muestras de excrementos y restos de murciélagos de la mina los llevaron a analizar allí. En teoría, esas muestras o, como mínimo, secuencias se conservaron, haciendo plausible la teoría del escape accidental. Ahora, se ha revelado que tres empleados del laboratorio sufrieron una neumonía en 2019.

Fue en 2013 cuando el laboratorio wuhanés determinó que las heces recogidas estaban cargadas de un tipo de coronavirus de murciélago. Hasta la fecha, el ancestro más cercano al SARS-CoV-2 se ha encontrado en estos animales. Sin embargo, no todo virus animal puede saltar fácilmente a humanos. Y mucho menos, propagarse de persona a persona.

Dos investigadores plantearon en una carta a la revista Frontiers in Public Heath los posibles vínculos entre los enfermos de la mina de 2012 y el posible origen del coronavirus actual. Y otros investigadores han intentado por su cuenta acceder a la cueva a lo largo de 2020. Igual que un equipo de Associated Press. En los dos casos, con poco éxito:

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¿Qué pasó entre 2012 y 2019?

Asumiendo la similitud viral entre lo encontrado en los excrementos de murciélago y las muestras respiratorias de los enfermos, lo que pasó entre las neumonías de 2012 y las de 2019 es un misterio. Y hay varias opciones:

  1. Que, en efecto, en aquella mina se larvara el ancestro más cercano al SARS-CoV-2 y se produjera el salto a humanos. Pero que aquel virus no fuera del todo eficaz para transmitirse entre personas. Y evolucionara en uno o varios individuos con el tiempo. De manera que el animal intermediario entre murciélagos y humanos para que el coronavirus terminase circulando masivamente entre personas fue… el ser humano.
  1. Que los trabajadores de la mina se contagiaran de un coronavirus que no se propagó (mucho) más allá y terminó su cadena de infecciones humanas. Los murciélagos pudieron contagiar a otros animales que sirvieron de intermediarios para terminar por producir una versión del SARS-CoV-2 primigenia, con afinidad a las cerraduras de células humanas.
  1. Que las neumonías de los trabajadores no estuvieran ligadas a los coronavirus de los murciélagos de la mina o que, incluso, ya estuviera circulando en aquel entorno y se contagiaran en otro sitio. O de otro (corona)virus. En el artículo del WSJ mencionan una tesis doctoral que apunta a que en cuatro de los trabajadores de la mina encontraron anticuerpos del SARS (antigua ‘neumonía asiática’). Pero no en muestras recientemente revisadas, no.

¿Es idéntico al SARS-CoV-2 lo encontrado en la mina?

El análisis de lo encontrado en los excrementos de murciélago de la mina y otras muestras reveló que la mitad estaban contagiados del coronavirus llamado entonces RaBt CoV-4991, que se creía lejano al SARS.

En un servidor de borradores científicos, aparece que aquel virus de la mina (renombrado como RaTG13) se parece en un 77,6% al actual SARS-CoV-2, lo cual no es demasiado. Sí es cierto que tiene una región del genoma más coincidente. Pero en un Nature de 2020, científicos chinos, que usaron las muestras de los enfermos de la mina, descartaron que aquello fuera SARS-CoV-2. “Creemos que se contagiaron con otro virus”, concluyen.

Mientras, los informes de Inteligencia de EE.UU. se inclinan por no descartar que fueron las muestras recogidas en la mina abandonada las que, en 2019, detonaron la epidemia. En concreto, a partir de un escape que podría haber sido accidental, en la manipulación de las mismas o de virus derivados de aquellas, que se cultivan en el laboratorio de Wuhán.

Pero para eso tendría que ser un virus del que se tuvieran muestras viables guardadas. Es decir, que se pudieran replicar. “Por lo que sabemos, sólo existe una secuencia, no el virus como tal. No consiguieron cultivarlo más allá de las muestras fecales de murciélago”, señaló Ben Embarek, el líder de la expedición de la OMS sobre el origen del coronavirus. Pero tampoco pidieron acceder a la base de datos de muestras.

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¿En todas las hipótesis es necesario el escape del laboratorio?

Respecto a qué ocurrió entre 2012 u 2019, para el primer y tercer caso, la teoría del escape del laboratorio no es necesaria. El virus pudo empezar a circular entre humanos con limitada eficacia pero con persistencia. Quizás, incluso, de manera asintomática.

Con los humanos como reservorio, tuvo siete años para ir evolucionando, mutando cada ciertos contagios, hasta convertirse en el evidente SARS-CoV-2 de corte pandémico.

La posibilidad número dos implica la existencia de un animal intermediario. Esta es la hipótesis sobre la que se inclina la OMS, a partir de la delegación que visitó China para investigar el origen del coronavirus. Aunque no descartó ninguna otra, incluida la del laboratorio que visitaron durante tres horas, pese a considerarla extremadamente improbable.

Un año antes, una treintena de especialistas firmó una carta en The Lancet contra las “teorías conspirativas” sobre el origen del coronavirus. Fueron claros asegurando que lo más probable y previsible es que el salto a humanos fuera de origen animal. 

El pasado 13 de mayo, otro pequeño grupo de científicos –algunos, populares a raíz de la pandemia– pidieron en una carta en la misma revista que se tomasen en serio la hipótesis del escape del laboratorio de Wuhán.

¿Hemos avanzado algo sobre el origen del coronavirus en un año?

Apenas. Y, por el momento, la hipótesis más plausible sigue siendo el salto de un animal a humanos (zoonosis) a partir de un virus ancestral de murciélago. Sin considerar el caso de la mina, la secuencia más próxima data de hace unos 40 a 70 años. El hermano más próximo al SARS-CoV-2 lleva décadas circulando entre murciélagos.

Pero lo cierto es que a la pandemia de bulos y fakes se suma la línea paralela de la sobreinformación. Evidencia más o menos solvente que ha ido mutando con el paso de los meses. El origen del SARS-CoV-2 en aún incierto, tanto como para llevarlo lejos en el tiempo y espacio del mercado de Wuhán. Pero las alternativas directamente inventadas son muchas más.

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Recientemente, Sergio Ferrer hablaba con varios virólogos de EE.UU. y Reino Unido para Sinc, quienes tendían a advertir que no es ‘equivalente’ en poner sobre la mesa una hipótesis que ponerla al mismo nivel que la hipótesis más probable. En este caso, la del salto natural de animales a humanos.

La hipótesis del laboratorio, como recordó Kristian Andersen, coautor de un estudio donde la teoría del escape de laboratorio era “improbable”, implicaría que “una compleja red de científicos y autoridades de salud públicas” habrían “mentido” y “encubierto” el origen del SARS-CoV-2. Es por eso que los mayores detractores de estas ideas consideran que no son falsables [no hay manera de contradecirlas con pruebas] y que, por ello, la sombra de la duda jamás desaparecerá.

Fuentes, declaraciones y documentos en que se basan unos y otros:

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