La Mesa de la Sequía mira a Bruselas ante la mitad de las cosechas perdidas y expertos que plantean abandonar ciertos cultivos

Prácticamente toda la cosecha de cereal se ha perdido al sur de Alicante por la sequía | Morell, Efe
Prácticamente toda la cosecha de cereal se ha perdido al sur de Alicante por la sequía | Morell, Efe
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Hasta el secano se seca. Alrededor de la mitad de la península comienza a amarillear en pleno abril y las organizaciones agrarias dan casi por perdidas las cosechas en la mitad sur y parte de Cataluña ante la sequía.

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La organización agraria COAG ha puesto sobre la Mesa de la Sequía, reunida el miércoles 19 de abril, sus traumáticas cifras: Esta sequía ya afecta al 60% del campo, con más de 3,5 millones de hectáreas de cosechas dañadas. El Gobierno se ha abierto a pedir a la Unión Europea manga ancha para flexibilizar las normas de la Política Agraria Común (PAC). De estas dependen las ayudas que esperan que sean más generosas este 2023, ante la falta de lluvias que está acabando con el cultivo del cereal en las comunidades meridionales, sur de Castilla y León y zonas de Cataluña y Aragón.

La reunión de este miércoles ha servido, sobre todo, para hacer un diagnóstico de última hora de las consecuencias económicas de una sequía que no sólo amenaza a casi toda una cosecha nacional. El ministro de Agricultura Luis Planas remitirá una carta a la Comisión para que agricultores y ganaderos no vean en riesgo su acceso a las ayudas por no cumplir con unos requisitos difíciles de alcanzar en plena sequía. Y poco más, por ahora.

Sobrevuela el fantasma de las restricciones en entornos urbanos a puertas del verano, aunque “el consumo de agua de boca por ahora está garantizado”, señala Sandra García Galiano, profesora del departamento de Ingeniería Minera y Civil de la Universidad Politécnica de Cartagena.

Sequía más allá de las cosechas: “Tendría que ser de emergencia muy crítica para llegar a tocar el agua de boca”

La Mesa de la Sequía, que no se reunía desde 2022, se ha centrado en cosechas y ganadería. Son los sectores sobre los que en primer lugar recaen las restricciones cuando falta el agua. En el último caso se producen restricciones al agua del grifo, potable, la llamada ‘agua de boca’. Para García Galiano, “La demanda urbana es la última que se toca. Tendría que ser de emergencia muy crítica para llegar a ese punto”, ha explicado en un encuentro con medios organizado por el SMC de España.

Hay un precedente: la gran sequía de 1991-1995. “Hoy llegamos a la sequía con más preparación y planes claros”, en los que se especifica en cada zona dónde se producen las primeras restricciones y de qué modo. Por ejemplo, “en Murcia no se llegó a restricciones domésticas en 1991-1995”. No tiene por qué ocurrir ahora. Sin embargo, el contexto es distinto. Ahora estamos inmersos en una escalada inflacionista en los alimentos, en cuya base está –junto a otros factores– la crisis energética derivada de la guerra, la escasez de recursos y la propia agua.

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“Estamos viendo los efectos de la emergencia climática con claridad”, añade desde CREAF Annelies Broekman. Las proyecciones apuntan a una región mediterránea “más cálida y, por lo tanto, con mayor demanda de agua”. Actualmente, las cosechas se beben entre el 70% y el 80% de los recursos hídricos y en plena sequía los acuíferos son incapaces de reponerse.

En la Mesa de la Sequía, el departamento de Luis Planas ha destacado que no todos los territorios lo están pasando igual de mal. Lo peor se concentra en las cuencas del Guadalquivir, Guadiana y las interiores de Cataluña. La precipitación es un 23,5% inferior a lo normal para el periodo octubre-marzo. Y AEMET ha señalado también este miércoles que, con total seguridad, este será el abril más seco en 70 años.

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Desde el 1 de enero, para el conjunto del país, las lluvias acumuladas alcanzan solo el 50 % del promedio normal. En buena parte de la mitad sur y zonas de levante, no se llega ni a la cuarta parte de lo normal. Explican desde AEMET que, aunque el paso de un frente dejará lluvias el viernes y sábado próximos, no van a ser especialmente abundantes. Y después, vuelve el tiempo estable. “Así pues, cada vez es más probable que abril de 2023 sea uno de los más secos de la serie histórica, si no el que más”.

El servicio Copernicus para el área del Mediterráneo corrobora este pronóstico: seguirá el déficit de lluvias. Y esto ya será así, seguramente, a largo plazo. “Las temperaturas en Europa están aumentando el doble de rápido (estamos en +2,2ºC respecto a la era preindustrial) de la media mundial (+1,2ºC), más que en cualquier otro continente”, advierte el Informe sobre el Estado del Clima en Europa 2022 del Servicio de Cambio Climático de Copernicus.

No hay diluvio-milagro que nos haga llegar 'bien' al verano

Las previsiones apuntan a que esta primavera meteorológica se cerrará el 30 de mayo con pocas lluvias y altas temperaturas. Y el verano podría ir en la línea del año pasado, si bien es pronto para hacer pronósticos fiables. En este sentido, Annelies Broekman apunta a que la sequía y la pérdida de cosechas “no se resuelve con una gran lluvia en mayo. Para recuperarse de una sequía normal de cuatro años, necesitamos dos años con una media hidrológica más alta de lo normal. De varios órdenes de magnitud. Y depende de cada cuenca”.

García Galiano recuerda que desde que comenzó año hidrológico en octubre, han caído 334 litros por metros cuadrados. “Que llueva ahora un 20% más no solucionaría el problema. Ayudaría, sí, pero hablamos de una recuperación de embalses que no ocurre en un mes”. Así que ambas expertas sugieren que en foros como la Mesa de la Sequía y otros se pongan en la mesa nuevas medidas de gestión del agua para un problema que va a estar ya en el ADN de nuestro clima y cosechas.

Se trata de “no enfrentar a sectores, ña problemática es muy compleja. Necesitamos innovar gobernanza del agua, que se puedan diseñar planes de sequía. Todos los sectores tienen que decir algo. No sólo desde un despacho”, precisa Broekman.

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El campo, ante las restricciones: “Quizás haya que definir prioridades dentro del propio sector agrario”

“Quizas haya que definir prioridades dentro del propio sector agrario“, añade García Galiano. Las expertas no descartan que a medio plazo tengamos que asistir a una reconversión de nuestra economía del campo, que va mucho más allá de sustituir regadío por secano. “Estamos sobreexplotando crónicamente nuestros recursos”, como se evidencia en el agotamiento de los acuíferos de Doñana o de Las Tablas de Daimiel. O en el hecho de que “el 95% [de los recursos] de la cuenca del Ebro se destinan al regadío“.

España puede tener un sol muy valioso para ciertos cultivos, pero la falta de agua es y será estructural. “Y las políticas de trasvases son el pasado”, dice Broekman. A su modo de ver, ya no nos valen. “Puede haber (y hay) carestía en las dos cuencas [comunicadas por ese trasvase]”.

Algo más optimista en la tecnología y las infraestructuras es García Galiano, quien apunta a que se puede ahorrar mucha agua renovando y manteniendo canalizaciones que ahora tienen pérdidas. O invirtiendo en desaladoras para cultivos cercanos al mar, que se alimenten con energía renovable.

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