La mente del conspiranoico sufre: “Ese pensamiento es una amenaza a su salud física y mental”

Conspiranoia y salud mental | M.V.
Conspiranoia y salud mental | M.V.
Tiempo de lectura: 9 min

“¿Le han tratado a usted de convencer de que el coronavirus no existe?” Esta pregunta se la hicimos el pasado marzo al virólogo Luis Enjuanes, que lleva tres décadas al frente del Laboratorio Coronavirus del CNB-CSIC. “No sólo eso –responde Enjuanes–, a veces nos han acosado”. Incluso familiares suyos con buena salud mental le han estado viniendo con ideario conspiranoico, en la convicción de que el virólogo no es más que una víctima insensata a la que han enredado en un plan que ha terminado por creerse. Su laboratorio… es un montaje.

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El caso del virólogo es quizás extremo. Más en un país como España, donde las ideas negacionistas y disparatadas alrededor del coronavirus no han calado como en Estados Unidos. Pero en medio hay un territorio de grises donde abundan las dudas, miedos y bulos selectivos, a medio camino entre la polarización política, el interés económico y la superstición. Aunque, en última instancia, “creemos que hay un rasgo de personalidad“ en el conspiranoico, no necesariamente un problema de salud mental.

Así habla desde Katowice (Polonia) el doctor Paweł Dȩbski, autor de un estudio que acaba de publicar en Frontiers of Psychiatry. A su juicio, existe un cierto perfil conspiranoico de base. El mismo que lleva a alguien a pensar que la Tierra es plana o que no hemos pisado la Luna.

Pero no está claro si es una condición necesaria previa o si el conspiranoico se hace, a base de exponerse a esos mensajes que desestabilizan su salud mental. “Las falsas creencias sobre la pandemia pueden, al menos hasta cierto punto, influir en el desarrollo de síntomas de ansiedad y depresión”.

Dice Dȩbski que es un mecanismo profundamente incrustado en la psique humana. “Puede ser que la gente con una predisposición a creer en teorías de conspiración y, por lo tanto, también ser conspiranoico sobre la COVID-19, es más propensa a síntomas superficiales de ansiedad y depresión”. La mente del conspiranoico sufre. Pero no está claro si pensar en disparates es su vía de escape/negación o parte de un proceso más complejo.

“Se ha demostrado que las personas que logran una menor satisfacción con la vida son más propensas a hacer suposiciones falsas. Los informes también respaldan la correlación observada entre la gravedad de los síntomas depresivos y la ansiedad con la creencia en teorías de conspiración sobre la pandemia en diferentes poblaciones”, explican los autores de este estudio.

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El pensamiento conspiranoico, como daño a la salud mental

Dice el escritor Hunter S. Thompson que vivimos en un mundo en que tenemos una serie de certezas y piezas que encajan. Nos sirven para ir haciendo camino hasta que las cosas se vuelven raras. Tenemos herramientas para poder lidiar con la rareza, para tratar de hacerlas menos raras y, así, calmar la ansiedad. Pero hay quien opta por profesionalizar lo raro. Institucionalizarlo. Así, lentamente, nace una teoría de la conspiración. Alrededor de una comunidad conspiranoica.

Dice Dȩbski que el conspiranoico de la covid tiende a pensar también que nos ocultan encuentros extraterrestres, pero menos en conspiraciones globales maléficas.

Quizás, al principio disfrute. Después la cosa se complica. Dȩbski, que ha puesto en común sus resultados en el Congreso Europeo de Psiquiatría, sostiene que “el pensamiento conspirativo [en temas como la covid] es una amenaza obvia para la salud física: en términos de prevención y tratamiento. Pero también una amenaza para la salud mental, vinculándola con la gravedad de la ansiedad y síntomas de depresión. Esto ha quedado demostrado en nuestra investigación”.

El grupo de Dȩbski, de varias universidades polacas, reclutó a casi 700 personas voluntarias y les preguntó sobre sus creencias. Desarrollaron una escala de creencias conspirativas de la COVID-19. Los investigadores usaron esto junto con otros cuestionarios como la Escala de Creencias Conspiracionistas Genéricas. Este índice mide cuánto cree uno en las teorías de conspiración generales, que van de la teoría de los superpoderosos que manejan el mundo en la sombra, al encubrimiento de encuentros extraterrestres.

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Después, los cruzaron con la Escala de Ansiedad y Depresión. La combinación del análisis les permitió ver cómo la creencia en las conspiraciones de la covid es mayor en aquellos que creen en otras conspiraciones. Nada sorprendente. Es decir, viven su mentira con angustia. Pero a Dȩbski le llamó la atención algo:

“Hay un aumento muy significativo en la gravedad de los síntomas de depresión”. Es decir, que exista una comunidad de creyentes conspiranoicos, que puede comunicarse fácilmente gracias a internet, no implica necesariamente estar fuera de un cuadro depresivo. El papel de la red social o la comunidad no parece aportar un beneficio significativo.

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“En esta etapa, no podemos decir si la creencia en teorías de la conspiración causa más ansiedad y depresión, o si las personas que están más ansiosas y deprimidas se sienten más atraídas por estas teorías”. Pero lo que está claro “es que el conspiranoico sufre, sufre en su salud mental”. Puede que busque en ellas confort. Pero no termina de encontrarlo del todo.

El conspiranoico, como víctima

Las teorías de conspiración y la desinformación durante los brotes infecciosos no son nada nuevo. Siempre han proliferado en la historia de las epidemias humanas. ”Sin embargo, durante la pandemia de COVID-19, el crecimiento exponencial de la digitalización y las redes sociales ha puesto a disposición nuevos ‘espacios virtuales’”, señala el profesor Umberto Volpe (Università Politecnica delle Marche, Ancona, Italia), presidente de la sección de Psiquiatría Digital de la Asociación Europea de Psiquiatría. Volpe, que no ha trabajado en el estudio de Dȩbski, destaca el papel aglutinante de las redes.

“Las redes sociales han sido importantes para compensar la falta de contacto personal, pero el uso más amplio de los medios digitales también puede haber ayudado a difundir información errónea más rápidamente y amplificar los mensajes dañinos. Esta ‘infodemia‘ puede ser generalmente estresante, además de hacer que las personas duden de los mensajes de salud pública”.

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Sin embargo, como destaca este estudio, “también puede representar un riesgo adicional para la salud mental de aquellos que son más propensos a las creencias falsas”. En este sentido, Dȩbski no duda en considerar al conspiranoico como una víctima, cuya salud mental queda si cabe más tocada en un contexto en que prácticamente todo el mundo ha sufrido.

“Las teorías de la conspiración llenan un cierto vacío y, por lo tanto, en el período inicial de la falta de información o desinformación, pueden dar una aparente sensación de seguridad“, asegura el autor. Después, pasan a convertirse en pilares de estabilidad que cuesta mantener erguidos. Según se va conociendo más sobre un hecho lleno de incertidumbre (el virus nuevo), es más difícil derribar ese sistema de creencias, que se parece más a la fe.

España, un caso lleno de excepciones

Los argumentarios básicos del negacionismo pandémico se fraguaron en los primeros meses de 2020. Tuvieron por epicentro Estados Unidos. Alrededor de una cuarta parte de su población pronto compró la idea de que algo de conspiración tenía que haber tras ese extraño virus. Además del componente tecnológico para propagar esas ideas, había un claro sustrato político, según el Instituto de Investigación Pew.

En la América de Donald Trump, alrededor de un tercio de los republicanos dicen que la teoría de que personas poderosas planearon intencionalmente el brote de COVID-19 es probable o definitivamente cierta. Y las mujeres son ligeramente más propensas que los hombres (29% frente a 21%) a ver al menos algo de verdad en la teoría de la planificación de la pandemia (‘plandemia’, en su jerga).

En España, sin datos tan sistemáticos sobre el conspiracionismo, sí que destaca el bajo calado del negacionismo vacunal. Alrededor de un 10% no se ha puesto ninguna vacuna anticovid. Pero no todos niegan su eficacia. Según una encuesta del Insituto de Salud Carlos III, publicada en diciembre de 2021, el 72% de las personas que las han rechazado han esgrimido como motivo principal la desconfianza por la rapidez con la que se fabricó.

En España, apenas un 7% de quien no se ha puesto la vacuna lo hace pensando que son perjudiciales. “Pesó más el fuerte deseo de volver a la normalidad [que la conspiranoia]”.

Apenas un 7% de quienes no han recibido ninguna dosis creen que las vacunas, cualquiera, son dañinas o son elementos de control ciudadana por parte de poderosos. El conspiranoico vacunal es residual en España, aunque pueda ser ruidoso. Otros estudios han retratado a los países del sur de Europa como los más asustados por la pandemia.

“Me parece que puede haber muchas razones”, asegura Paweł Dȩbski de la singularidad española. “Quisiera mencionar el severo curso de la pandemia [en marzo de 2020, de forma especial] y la gravedad de las restricciones (incluido el aislamiento social)”. A su juicio, España estaba deseando salir de ese golpe. “Había un fuerte deseo de volver a la normalidad rápidamente”.

Esto contrasta con las posturas de otros lugares del este de Europa, donde los estragos también han sido importantes. Pero no son países “con sentido de seguridad históricamente estable y acostumbrado a las libertades civiles”. A su juicio, hemos sabido valorar lo que temporalmente hemos perdido. Y tuvimos claro que la ciencia era el camino más corto para recuperarlo.

14 Comentarios

  • ¿Y así habláis de ell@s? Pena.?
    Muy inteligente formas de ser, de hablar, de mucho nivelazo, por no decir talentazo superior, destilado por los cuatro costados y por las boquitas. Bravo, bravo, bravo. Bravííísssimo? Qué formas de hablar... ???. Eso sí que da pavor ???????????????????????

  • También pienso que esas personas están mal de la cabeza, verán tuve una amistad tóxica con alguien que cree que Madonna bebe adenocromo de bebés, la tierra es plana y que las vacunas son malas, y no tanto por conspiranoica sino que también es una persona hipócrita, me hablaba mal de amistades en común y de toda su flia (ni los padres se salvaban) , un horror de persona, me terminó hartando y tuve que bloquear a esta persona de todas las redes sociales

  • te vas a arrepentir

  • Lo que les pasa ha esta gente es que son idiotas son estupidos que se ceeen listos .aunque toda su vida fueron los tontos del grupo .ahora se juntan y se creen especiales. Lo curioso de esta gente es que no solo creen en una conspiracion sino que creen en todas y las mezclan en un informe batiburrillo de cosas sin logica sin pruebas sin razonamientos minimos. Y lo que dicen ser razonamientos no lo son. Son frases hechas el gobierno oculta. Nosotros tenemos la verdad lo demas son ovejas que siguen al rebaño. Cuando en realidad son ellos la pobres ovejas que siguen a un rebaño de estupidos ignorantes .capaces de mentir y inventar y manipular a sabiendas para reafirmar sus pobres teorias .dicen investigar pero solo buscan y encuentran lo k ellos kieren encontrar. No son imparciales ni buscan la verdad. Somo kieren encontrar su idea de la verdad su fantasia. La mayoria de ellos por no decir todos son disminuidos intelectuales o enfermos mentales. Y esto es un hecho .nieguen ellos la realidad no por esto cambiara .dejemosles pues en su error k no se vacunen si hay otra pandemia k no usen mascarillas. K no beban agua por si la envenena el gobierno o no coman por lo mismo. Acabaran extinguiendose y con ellos su estupidez

    • Una horda de iluminados con ningun con ningún sentido de la lógica . Más bien creo que este tipo de personalidad está inmersa en un miedo irracional. Que les del panda de atolondrados.

  • Comparto mucho lo que dice. Yo creo que las teorías conspirativas son una herramienta para hacer frente a la incertidumbre, la ansiedad y el temor que genera una pandemia de dimensiones nunca visto.

  • Veo demasiado interés por el que tiene una opinión diferente sobre Covid, ateibuirle su opinión a los ansiosos y deprimidos que causa discernir y no a una falta de información y a las malas gestiones gubernamentales y científicas.Curioso y espeluznante interés en colocar etiquetas en vez investigar.

    • Lee un poco y deja de hacer el ridículo

  • Si no fuesen verdad no tendriais que atacarlas, que se OS ve el plumero desde kilometro lejos.

    • Se tiene que desmentir porque por desgracia vivimos rodeados de IMBÉCILES