El terremoto en Japón de magnitud 7,6, que zarandeó la península de Noto, ha dejado ya más de medio centenar de muertos. Una pléyade de puntos rojos en el mapa peninsular marca las más de 35 grandes réplicas en 24 horas, dando cuenta de la complejidad tectónica del lugar de la catástrofe. Pero, además de esas réplicas, la sismicidad de la zona venía siendo cada vez más intensa en los últimos tres años.
La ciudad de Wajima 27.000 (habitantes), situada muy cerca del epicentro del terremoto, ha sido de las más castigadas por el seísmo. Allí se han derrumbado unos 25 edificios, muchos de ellos casas particulares.
Las localidades con más víctimas se concentran en la prefectura de Ishikawa: Wajima, Nanao, Anamizu, Hakui y Shiga; todas ellas han sufrido importantes daños estructurales e incendios. Las construcciones más antiguas y tradicionales han sido las más afectadas, frente a las que cumplen con los más recientes estándares sismorresistentes que son comunes en Japón, para hacer frente a los terremotos.
Técnicamente, el terremoto de magnitud 7,5 del 1 de enero fue un evento de empuje, con dos posibles planos de falla (hacia el sureste y hacia el oeste-noroeste). Hasta aquí, un terremoto más de cuantos suceden en una zona verdaderamente compleja del llamado ‘Cinturón de fuego’ del Pacífico. Un lugar donde convergen las placas Euroasiática (y, concretamente, la placa secundaria Amuria), la Norteamericana (con su secundaria Ojotsk), la Filipina y la del Pacífico.
Buena parte de los terremotos de Japón tienen que ver con lo que pasa entre las placas al oriente de la isla. Simplificando, placas del Pacífico y Filipina se sumergen lentamente (subducción) bajo sus limítrofes occidentales. Sin embargo, al noroeste del mapa, la placa superior también se está deformando, como da fe este terremoto de enero de 2024, frente al mar del Japón. ¿Estamos ante un sistema de fallas conocido o algo nuevo? En análisis de las réplicas dará pistas, pero no está claro que permita anticipar nuevos seísmos .
Posible proceso de licuefacción a pequeña escala durante el terremoto de esta mañana en Japón.
El material se comporta como un fluido en presencia de ondas sísmicas https://t.co/zVCUJjZgax— Itahiza (@ita_dc) January 1, 2024Publicidad
Como explicaba a Newtral.es el geólogo Nahum Mézdez en el pódcast Tampoco es el fin del mundo, los terremotos no se pueden predecir, a diferencia de los volcanes, donde contamos con mediciones de deformación de terreno, gases y la propia sismicidad para anticipar erupciones, como la de La Palma en 2021. Sin embargo, sí que existen zonas en las que se sabe que hay terremotos recurrentes. Típicamente, los límites de las placas tectónicas. Además la sismicidad puede concentrarse en enjambres que –eventualmente– pueden terminar (que no anticipar) en un gran terremoto.
Parece que esto lo que ha ocurrido en Japón este 1 de enero de 2024, después de tres años de importante actividad en la falla principal que rasga el mapa de península de Noto. Aunque hay algo que ha sorprendido a los sismólogos locales.
Un gran terremoto tras meses de enjambre en el mapa sísmico de Japón
Recalca la profesora de Geología de la Universidad de Cornell (EE.UU.) Judith Hubbard que la mayoría de los grandes terremotos ocurren sin previo aviso. Sin embargo el que ha sacudido el inicio de año en Japón se ha producido en una falla que “venía haciendo ‘ruido’ durante más de tres años”. En concreto, se ha producido después de un sismo importante, de magnitud 6,2, en mayo de 2023 y en pleno enjambre sísmico, cuyos inicios se remontan a 2020.
Este particular es algo que, por otro lado, descoloca a algunos expertos. Junichi Nakajima, profesor de sismología en el Instituto de Tecnología de Tokio, señalaba ayer al Asahi Shimbun que, por lo general, un enjambre sísmico no produce un terremoto de magnitud superior a 6. “Sinceramente, me sorprende porque esto significa que una falla se ha desplazado sobre un área amplia” declaraba.
Pero la profesora Hubbard empezó a analizar con más profundidad lo que ocurría en esta zona de Japón tras el terremoto de 2023. “Cuando observamos el evento en mayo, notamos que muchos de los sismos en el área ocurrían en un solo lugar específico, que describimos como un probable ‘repetidor’”. Es decir, una parte de la falla se estaba deslizando una y otra vez. ¿Puede eso anticipar un gran terremoto? No está claro. Pero parece que esta vez eso es lo que ha ocurrido.
No es típico de una falla así, pero es posible que el enjambre fuese precursor. “Me sorprende. No suele producir un terremoto de magnitud 6”
La ciencia trata de anticiparse a los terremotos a través de eventos precursores. En 2023, dos científicos europeos analizaron con GPS patrones de sismicidad previa a grandes terremotos. Según publicaron en Science, detectaron que hay casi siempre una señal sutil aproximadamente 2 horas antes de que ocurran estos grandes terremotos. Pero de ahí a que un enjambre sísmico sostenido durante tres años sea un precursor dista mucho.
Las autoridades han apuntado que hasta el mes pasado se habían observado 506 terremotos con una intensidad sísmica percibible por personas. Se cree que una de las causas de esos temblores sentidos es el agua líquida y vapor que se elevan bajo una intensa presión desde las profundidades del subsuelo; el terremoto de magnitud 6,5 de 2023 tendría que ver con ese fenómeno.
Desde mayo de 2020, los temblores han sido constantes en la zona. Pero, como recalca la profesora en su página de análisis Earthquake Insights, “la sismicidad de los últimos años no es un comportamiento típico de una falla; la mayoría de los grandes terremotos ocurren sin previo aviso y la mayoría de los enjambres sísmicos no son seguidos por grandes terremotos. Parece probable que, en última instancia, aprendamos algo realmente nuevo e interesante sobre los comportamientos de las fallas a partir de este evento lamentablemente dañino”.
Una zona con terremotos históricos

La costa occidental de Honshu, en las proximidades de Niigata, es sísmicamente bastante activa. Lo refleja la deformación de la placa superior a lo largo del límite oriental del Mar del Japón.
Históricamente, esta región alrededor de la península de Noto ha albergado algunos eventos importantes, incluido un terremoto de magnitud 7,7 al noreste en 1614. Casi un siglo después, un nuevo terremoto de magnitud 6-7 en 1729 tuvi un origen casi idéntico al de este enero de 2024.
Para Hubbard, puede que se asociase con el mismo sistema de fallas y con varios terremotos de magnitud entre 7 y 8 al sureste.
Aunque no hay evidencias de que la responsables de catástrofes históricas en Noto se den por la misma falla, en su conjunto indican que los terremotos en el oeste de Japón pueden alcanzar grandes magnitudes.
Un terremoto ocurrido una década antes también dañó las zonas costeras centrales del Mar de Japón. Dado que el último terremoto se acercó a esas magnitudes históricas, una línea de falla podría haberse movido fuera de la zona focal del enjambre de terremotos de los últimos tres años.
- USGS
- Estudio de Nishimura et al. sobre el enjambre sísmico de Noto en ‘Nature’, 2023
- Estudio de Beltery y Nocquet sobre eventos precursores en ‘Science’, 2023
- Agencia Meteorológica de Japón
- Nahum Mézdez Chazarra
- Junichi Nakajima (ITT), en Asahi Shimbun
- Judith Hubbard (Univ. Cornell)