Grandes metrópolis de España, Bélgica e Italia encabezan la clasificación de muertes asociadas a la contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2). En concreto, Madrid encabeza el escalafón de mortalidad evitable publicado por ISGlobal, a partir de un estudio publicado con el Intituto de Salud Pública de Suiza y la Universidad de Utrecht (Países Bajos).
La investigación, que publica hoy la revista The Lancet Planetary Health, incluye un ránking de capitales y ciudades próximas afectadas no sólo por este gas, NO2, típico de los tubos de escape de vehículos, sino las peligrosas partículas finas (PM2,5), que provienen de combustión de motores y de fábricas.
Los resultados globales indican que si todas las ciudades analizadas fuesen capaces de cumplir con los niveles de PM2,5 y NO2 recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se podrían evitar 51.000 y 900 muertes prematuras cada año, respectivamente.
El estudio asegura que si todas las ciudades fueran capaces de igualar los registros de calidad del aire de la ciudad menos contaminada, la mortalidad evitable sería notablemente mayor: 125.000 muertes prematuras evitables cada año gracias a la reducción de las concentraciones de PM2,5 y 79.000 por la reducción en NO2.
El tráfico, en España y Bélgica; la industria, en Italia y Polonia
“Hemos observado una gran variabilidad de resultados entre las distintas ciudades analizadas. Los peores datos de mortalidad asociada a NO2, un gas tóxico asociado al tráfico rodado, se encuentran en ciudades grandes de España, Bélgica, Italia o Francia”, ha explicado Sasha Khomenko, investigadora de ISGlobal y primera autora del estudio.
En cuanto a PM2,5, las ciudades con mayor carga de mortalidad se encuentran en la región italiana de la Llanura Padana, en el sur de Polonia y en el este de la República Checa, ha detallado la investigadora.
El 84% de la población urbana de Europa está expuesto a niveles de PM2,5 por encima del tope de la OMS
Según Khomenko, “esto se explica porque estas partículas finas son materia en suspensión producto de la combustión, no sólo de los vehículos motorizados, sino también de otras fuentes, como la industria, la calefacción doméstica o la quema de carbón y de madera”.
Los óxidos de nitrógeno y azufre están asociados a enfermedades respiratorias. Las PM2,5, además, a daños a nivel circulatorio. Su diámetro es 100 veces más delgado que un cabello humano. Pueden atravesar los alveolos pulmonares y pasar al torrente sanguíneo, “de ahí que se relacionen especialmente con enfermedades cardiovasculares”, recuerda a Newtral el profesor Aurelio Tobías del IDAEA-CSIC, que ha participado en otro estudio del aire y la mortalidad en 652 ciudades del mundo, entre 1986 y 2015. Las muertes suben un 0,68% por cada 10 µ/g extra de contaminante PM2,5. Puede parecer poco, pero esto tiene un efecto acumulativo.
Tus pulmones, un colador
En este vídeo de El Objetivo de 2019 te contamos cómo en las ciudades existe una especie de doble emergencia: las emisiones de CO2 derivadas del tráfico rodado y, sobre todo, la de otros gases que, a diferencia del dióxido de carbono, sí son tóxicos. ¿De qué manera afectan a nuestros pulmones y a nuestro sistema circulatorio? Te lo explicamos con garbanzos, harina y un colador.
El porcentaje de la mortalidad natural atribuido a partículas finas llega hasta un máximo del 15 % en la ciudad de Brescia (Italia), y en cuanto al dióxido de nitrógeno, el porcentaje máximo se encuentra en el área metropolitana de Madrid, con hasta un 7 % de la mortalidad natural.
En el lado opuesto del escalafón figuran ciudades del norte de Europa, tanto en la clasificación de PM2,5 como en la de NO2: como Reikiavik (Islandia) y Tromso (Noruega).
Las puntuaciones las calcularon con un algoritmo que tiene en cuenta las tasas de mortalidad, el porcentaje de mortalidad evitable y los años de vida perdidos por cada contaminante del aire.
No existe un umbral seguro por debajo del cual la contaminación del aire es inocua para la salud
Mark Nieuwenhuijsen, ISGlobal
“Este es el primer estudio que estima la carga de mortalidad debida a la contaminación del aire a nivel de ciudades en Europa y sus resultados evidencian que no existe un umbral seguro por debajo del cual la contaminación del aire es inocua para la salud”, añade Mark Nieuwenhuijsen, director de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal.
Según Nieuwenhuijsen, el trabajo también sugiere “que la legislación europea actual no protege suficiente la salud de las personas, por lo que los límites máximos permitidos de NO2 y PM2,5 deberían ser revisados”.
Acciones contra la contaminación y el coche privado
La organización ecologista Greenpeace ha reaccionado asegurando que «Alrededor de un 6 % al 7 % de las muertes naturales en dichas ciudades estarían relacionadas con la exposición al NO2, una sustancia emitida principalmente por los automóviles en las áreas urbanas», mientras recuerdan las imágenes de la boina de contaminación observadas estos días en Madrid. En este vídeo de 2019 explicamos el patrón de este tipo de contaminación:
A las 20:00 y a las 21:00 horas del lunes, fue superado el preaviso (180 microgramos/m3 de NO2 durante dos horas consecutivas en una misma zona) en las estaciones de Villaverde y Plaza Elíptica.
Las restricciones de velocidad asociadas se levantaron este miércoles, con la entrada de una borrasca que ha roto la estabilidad atmosférica que contribuye al estancamiento de estos gases de contaminación cerca del suelo.
Entre los mayores riesgos de salud en los países desarrollados destacan los derivados de la contaminación del aire. En las ciudades, donde vive más de la mitad de la población del mundo, el mayor responsable de este problema es el tráfico y sus gases contaminantes.
Greenpeace recuerda que el NO2 está vinculado directamente con las emisiones del automóvil. Tanto Madrid como Barcelona “han rebasado los niveles máximos” de esta sustancia contaminante “de manera reiterada, motivo por el que la Unión Europea ha llevado a los tribunales dicho incumplimiento”.
Si no se recorta el número de vehículos privados circulando a diario, una manera de recortar una pequeña parte de las emisiones es limitando la velocidad, si bien, como recuerda Rosa Arce-Ruiz (UPM), “puede hacer que la contaminación de algunos coches aumente y que la de otros disminuya”.
Hay elementos que influyen más allá, como la calidad o combustible del motor, la manera en que se quema, el cambio de velocidades o los filtros, recuerda esta profesora de Urbanística y Ordenación del Territorio en The Conversation.
La mayor parte de los estudios sobre los efectos de la reducción de velocidad detectan “menos emisiones de gases de efecto invernadero (CO2, por ejemplo), no ocurre lo mismo con los efectos sobre la calidad del aire”, señala la autora. “Como mucho, las reducciones son menores de un 10 %, salvo excepciones. Eso sí, el ruido o los accidentes se reducirán”.