Es innegable que los datos de Madrid no son buenos, como no lo son en este momento los de casi ninguna región de España. El semáforo epidemiólogico del Gobierno marca un objetivo — incidencia acumulada de 25 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días— que queda lejos de los más de 300 que registra ahora la comunidad.
Y sin embargo, también es innegable la mejoría que ha experimentado Madrid. Lo sugieren los casos registrados, lo sostienen los datos de ingresos hospitalarios y coincide con la observación de los médicos en los hospitales. Un ejemplo es el distrito de Puente de Vallecas, uno de los más afectados en la segunda ola: alcanzó el pico a finales de septiembre con más de 1.200 casos y ahora tiene casi cuatro veces menos.
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¿Por qué? Saber qué ha funcionado es clave, también de cara al futuro, aunque no es fácil. Las mayores esperanzas están puestas en los antígenos: Madrid comenzó a hacerlos en septiembre y casi todas las comunidades han ido incorporándolos después. Su ‘éxito’ supondría algo importante: la posibilidad de replicarlo. Pero no es el único factor que puede haber influido en la evolución de la comunidad.
El Gobierno regional destaca las restricciones, muchos expertos hablan del miedo y hay quien apunta a la inmunidad de rebaño. Repasamos las teorías de la mano de expertos.
1. Test rápidos
A finales de septiembre, la Comunidad de Madrid comenzó a centrar su estrategia de testeo en los tes de antígenos. En este momento, dos de cada tres pruebas de detección del COVID-19 realizadas en la Comunidad de Madrid son de antígenos. La región es la que más test de este tipo hace, y la única en la que estos superan a las pruebas PCR, pero el resto de comunidades, a excepción de Asturias y Baleares, han ido incorporándolos en las últimas semanas.
La estrategia inicial de los test de antígenos en Madrid fue criticada principalmente por dos motivos: su uso en cribados masivos de población no sospechosa y la reducción significativa de pruebas PCR que siguió a su introducción.
Los dos investigadores consultados por Newtral.es destacan el valor de estos test rápidos. «Las pruebas de antígenos, en mi opinión, son super útiles», afirma Salvador Peiró, epidemiólogo e investigador en el centro valenciano FIABIO. «Son comodísimas, baratas, fáciles y rápidas. Hemos visto un repunte en octubre que no ha ocurrido en Madrid, y creo que ahí la clave son los test de antígenos», apunta el científico del CSIC Saúl Ares, que ha estado siguiendo la evolución de los datos en la región.
Pero ambos dudan de su uso inicial en la Comunidad de Madrid. «De los cribados masivos con test de antígenos no salen muchos positivos», explica Ares. Peiró lo expresa con más rotundidad: «Madrid está malgastando pruebas de antígenos. Cuando te pones a hacer cribado a lo loco a gente sin síntomas ni contacto, la probabilidad de encontrar positivos es ridícula».
«La rapidez en conocer los resultados es fundamental para romper cadenas de transmisión»
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«Baja la tasa de positividad, pero no porque hagas un rastreo más efectivo», concreta Ares, que apunta al problema que ha supuesto el cambio de estrategia con los test para seguir con precisión la evolución de los casos. «Y no es necesariamente que se hiciera la mitad de pruebas, es que probablemente al principio hubo lío en la notificación de los resultados de test de antígenos», señala.
Frente al proceso ordenado a través de laboratorios de las pruebas PCR, los test de antígenos descentralizan los resultados y dejan espacio a problemas en la contabilización. A cambio, ofrecen otras ventajas: «Sobre todo la rapidez en conocer los resultados, que es fundamental para romper cadenas de transmisión», destaca Ares. Si el resultado positivo de una persona llega en 15 minutos en lugar de en dos días, la probabilidad de contagio se reduce. «No sería necesario si la gente siguiera las recomendaciones, pero como sabemos que mucha gente no lo hace…»
«Las pruebas de antígenos son comodísimas, baratas, fáciles y rápidas»
Así, la gran ventaja de la velocidad cobra sentido no tanto en los cribados masivos como en el día a día de la atención primaria. «El resultado rápido te evita muchas bajas innecesarias, aislamientos innecesarios, toda la cadena de sospechosos… da cierta agilidad», razona Gemma Tena, médica de familia en Entrevías.
Aunque la reducción de la incidencia no sigue el ritmo del principios de octubre, Madrid ha mantenido una mejor evolución que la mayoría de las regiones. La evolución de la situación hospitalaria no experimentado la misma caída en picado que la incidencia —lo cual rebaja la sensación excesiva de mejoría propiciada por el cambio de estrategia de testeo—, pero tendencia ha sido positiva durante octubre y las cifras se mantienen lejos del pico de septiembre.
2. Las restricciones por zonas
Junto a los cribados masivos con test de antígenos en los focos de contagios, el Gobierno regional ha señalado repetidamente a su estrategia de confinamiento por zonas básicas de salud como clave de la mejoría.
Sin embargo, los datos revelan que la tendencia a la baja en la región es anterior a las medidas restrictivas de movilidad y actividad. «Si miramos dónde se empieza a ralentizar la curva, es antes de que se impusieran restricciones», apunta Ares. Su modelo matemático marca el cambio de tendencia el 17 de septiembre, varios días antes de que entraran en vigor las primeras restricciones a la movilidad por zonas básicas de salud.
¿Significa esto que el confinamiento por zonas no tiene ningún efecto? No necesariamente. De hecho, es razonable pensar que haya sumado a la evolución positiva de la región. Pero no sirve para explicarlo todo.
3. Ciudadanos preocupados
«Hubo algo que empezó antes, con la preocupación de la población». Para Ares la clave podría estar en la sensación generalizada entre los ciudadanos madrileños de que algo estaba pasando y había que tener cuidado.
«No hay ninguna medida que justifique lo de Madrid salvo que mucha gente cambió comportamientos»
«Cuando a principios de septiembre llegó el mensaje de que la situación era preocupante. Creo que eso indujo a la población a ser más cuidadosa», reflexiona el científico del CSIC. Y no está solo en su reflexión.
Que el miedo haya podido ser un factor definitivo de la mejoría de Madrid es una teoría que valoran muchos expertos desde hace semanas, entre ellos Peiró. «Hago la misma especulación. En principio no hay otra explicación en Madrid, que es el sitio que menos medidas toma», señala el epidemiólogo del FISABIO. «No hay ninguna medida que justifique lo de Madrid salvo que mucha gente cambió comportamientos».
El pulso entre el Gobierno central y el regional, en un momento en el que Madrid tenía la peor situación de España y de Europa pero las medidas no acababan de concretarse, pudo ser el punto de inflexión para los madrileños. «Si estás oyendo mucho ruido y vas apreciando que no te puedes fiar de lo que va a pasar porque nadie está pensando en ti, es posible que la gente adopte más medidas pensando que los gobiernos no las van a adoptar», razona Peiró.
4. Más personas inmunes
Que la primera ola golpeara tan fuertemente a la Comunidad de Madrid puede tener un lado positivo: más personas inmunes en la segunda ola. «Madrid tiene las tasas de contagio más altas que hemos tenido hasta ahora, teniendo en cuenta primera y segunda ola», argumenta Peiró. «Hay mucha más gente inmune que en otras regiones».
Ocurre así en uno de los puntos negros de la primera ola, las residencias de mayores, los datos apuntan a una situación más optimista de cara a esta segunda ola. Según el estudio de seroprevalencia en residencias de la Comunidad de Madrid, el 53% de sus trabajadores y residentes ya se ha infectado, lo que dificultaría los contagios ahora.
En términos de inmunidad de rebaño, explica el epidemiólogo, es necesario un porcentaje alto de población inmune, superior al registrado en España. Pero hay otros factores que podrían ayudar. «Es cierto que la gente que se ha contagiado es la que tenía más probabilidad de contagiarse. Y si la gente que tiene mucho riesgo de contagio ya se ha contagiado mucho, sí que pueden hacer algo de barrera. Es posible que en el caso de Madrid eso hay podido influir. Pero es todo especulación porque no sabemos cómo se comporta la gente».
Esta es otra de las teorías que podrían explicar la mejoría de la región y a la que también se han referido desde el Gobierno regional. Este viernes, Antonio Zapatero, el viceconsejero de Salud Pública respondía a una pregunta sobre el «estado inmunológico» de la región sugiriendo que, aunque es difícil de calibrar, esta podría ser mayor de lo que reflejan los estudios publicados hasta la fecha.
Aunque esto fuera así, es importante destacar que una inmunidad más extendida tampoco es la panacea, como demuestra el caso de Suecia. En las últimas semanas, el país escandinavo ha dejado atrás el respiro estival y vuelve a ver crecer la curva de contagios de la COVID-19 y ha endurecido las recomendaciones a su ciudadanos..
Cuidado: mejor, pero no bien
«Ese es uno de los grandes retos que tenemos: que se den las condiciones para valorar que las familias puedan juntarse después del año que han pasado», contestaba el consejero de Sanidad de la Comunidad, Enrique Ruiz Escudero, en una entrevista a Vozpópuli esta semana. Queda más de un mes, pero la pregunta a las autoridades se repite. Y la reacción de los expertos es clara: dejemos de hablar de salvar la Navidad.
Para empezar, porque la situación en los centros ambulatorios nunca ha llegado a relajarse. Lo explica la doctora Tena: «Aquí no ha bajado la presión en ningún momento. En el hospital cuando no hay graves pueden quedarse a cero, pero en Primaria no deja de venir gente. Es incomparable con marzo y abril, pero sí se puede decir que esto no para«.

En ese sentido, Peiró subraya una cuestión una cuestión fundamental: la crisis no sólo afecta a los pacientes con covid. «Todo esto nos bloquea la atención a la patología no covid. No se puede operar a gente que necesita ser operada. Y llevamos siete meses u ocho retrasando todo».
Sabemos que ni el descenso es tan rápido ni la situación tan buena: Puente de Vallecas, el ejemplo que mencionábamos al principio, ha dejado atrás el pico de incidencia de septiembre, pero sigue sin bajar de los 300 casos. Y que la situación puede girarse rápidamente: según los últimos datos, el 70% de las zonas básicas madrileñas tiene más incidencia ahora que la semana pasada.
«El simple hecho de plantear unas Navidades normales es una irresponsabilidad»
Ya hemos visto lo que ocurre cuando una población se confía. En lugares como Asturias parecía que la situación estaba controlada y la segunda ola ha llegado de golpe con el frío y la vida en interior. «Uno de cada 1000 asturianos está ahora mismo en el hospital por COVID. Y en verano parecía que eso no existía allí», cuenta Ares.
«En Navidad no va a estar el hospital tan lleno como ahora, pero no va a estar vacío», añade el científico del CSIC». «Si con esa ocupación que va a tener el hospital nos juntamos todos a darnos besos y abrazos, en enero van a reventar las UCI».
¿Puede ayudar una actitud cauta por parte de los ciudadanos? Tena no es demasiado optimista: «Puede ser que la gente sea más responsable. Tampoco sabemos si el virus ha cambiado, ha mutado, qué virulencia tiene ahora… Pero tiene que venir la gripe y estamos todos esperando a ver qué pasa. Aunque solo sea porque la mayoría de la gente lleva mascarilla, ya se tiene que notar. Pero hasta que no llegue no lo sabremos».
«En este momento nos debería dar exactamente lo mismo estar rojo, amarillo o verde», afirma el epidemiólogo valenciano. «Hay que aplicar las medidas. Deberíamos bajar más aprisa si queremos evitar que las UCI lo pasen mal. Y las UCI no funcionan igual cuando están muy llenas».
Peiró reconoce que Madrid es la prueba de se pueden conseguir mejoras sin necesidad de un confinamiento estricto, pero recuerda que eso «requiere que la población te acompañe». Ares es más rotundo: «El simple hecho de plantear unas Navidades normales es una irresponsabilidad. No hace falta ningún modelo matemático para decir esto».
Yo apunto un factor más: el efecto burbuja, los grupos más estables y cercanos se van inmunizando y a la vez se está produciendo una reducción de los contactos fuera de los círculos más cercanos. Sería una especie de inmunidad de rebaño a una escala inferior.