Macron y Le Pen, los perfiles antagónicos de los dos candidatos que compiten por la presidencia francesa

Emmanuel Macron y Marine Le Pen.
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Emmanuel Macron y Marine Le Pen competirán este domingo 24 de abril por alcanzar la presidencia de Francia. Cada uno defiende un modelo de país completamente diferente al de su contrincante, y por el momento distintas encuestas sitúan a Macron como el ganador de los comicios. En este artículo repasamos la trayectoria y los perfiles de ambos candidatos.

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Emmanuel Macron

“Ni de izquierdas ni de derechas”. Así se definía el hijo de un profesor de Neurología y de una médico cuando en 2016 se decidió a dar el salto a la política en solitario. 

Nacido en Amiens, una ciudad al norte de Francia, Emmanuel Jean-Michel Frédéric Macron (44 años) estudió Filosofía y se graduó en la Escuela Nacional de Administración, una de las grandes écoles más prestigiosas del país.

Comenzó trabajando como inspector de finanzas y más tarde se incorporó al sector bancario. Durante cuatro años fue empleado de Rothschild & Co, un banco de inversión multinacional francés. Durante esta etapa como banquero participó en la recapitalización del periódico Le Monde o en la oferta pública de adquisición (OPA) de Nestlé sobre la división de nutrición infantil de Pfizer.

Cuando comenzó su andadura política, primero ejerció como secretario general adjunto de la Presidencia del socialista François Hollande y más tarde se convirtió en el ministro de Economía del mismo Gobierno. Al frente de esta cartera puso en marcha la Ley para el Crecimiento, la Actividad y la Igualdad de Oportunidades Económicas, que pasó a la historia como ‘ley Macron’. Con ella, por ejemplo, facilitó que los comercios pudiesen abrir los domingos o liberalizó el sector del transporte en autocares. En 2009 Macron dejó la militancia del partido socialista francés.

Emmanuel Macron, candidato a la reelección como presidente de Francia.
Emmanuel Macron, candidato a la reelección como presidente de Francia (EFE).
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Tras dos años como ministro, Macron presentó su dimisión para lanzar ¡En Marcha!, un movimiento político que entonces definió como “ni de derechas ni de izquierdas”. Tras esta marca se presentó a los comicios presidenciales de 2017. Pese a no tener experiencia previa en procesos electorales, Macron ganó las elecciones con el 66,10% de los votos.

Tras su victoria, dimitió como responsable del movimiento ¡En Marcha!, que pasó a llamarse La República en Marcha. La idea era convertirlo en un partido político al uso con la vista puesta en las elecciones legislativas que se iban a celebrar apenas un mes después para elegir a los 577 diputados de la Asamblea Nacional (y en las que obtuvo mayoría absoluta).

Durante estos cinco años al frente del Elíseo, no han sido pocos los desafíos a los que Macron ha tenido que enfrentarse. 

En 2018, las protestas de los chalecos amarillos le obligaron a aplazar la subida del impuesto a los carburantes. Los sondeos de entonces pronosticaban una caída en la popularidad del presidente de la República.

La pandemia de covid también ha marcado su mandato. Durante su gestión de la crisis sanitaria, que se ha cobrado más de 145.000 vidas en Francia, ha destacado por su lucha contra los antivacunas, a quienes dijo en una entrevista en Le Parisien que estaba dispuesto a “joder”.

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Cuando la invasión rusa de Ucrania era inminente, Macron intentó disuadir al Kremlin de sus pretensiones. Uno de sus esfuerzos diplomáticos consistió en viajar a Moscú para reunirse en persona con el presidente ruso, Vladímir Putin. Mantuvieron una reunión separados por una larguísima mesa de la que Macron salió asegurando que aún se podía “contemplar una desescalada”. El tiempo desmintió esta afirmación.

Sin haber cerrado aún los capítulos de la pandemia y la guerra, Macron ha vuelto a presentarse a las elecciones para mantenerse en el Elíseo. Con un programa centrado en los acontecimientos que han marcado estos convulsos años y tras ganar en la primera vuelta, este domingo se verá las caras con Marine Le Pen.

Durante la presentación de su programa electoral, el presidente galo anunció un aumento del presupuesto en Defensa (hasta 50.000 millones de euros en 2025) y duplicar el número de reservistas en el Ejército. Otras propuestas clave de su candidatura pasan por potenciar la energía nuclear, eólica y solar o aumentar la edad de jubilación a los 65 años.

Marine Le Pen

La familia, la religión y la política han atravesado la vida de Marion Anne Perrine Le Pen (53 años) desde sus inicios. Cuando apenas tenía ocho años, la casa en la que vivía con sus padres fue atacada con una bomba que más tarde reivindicó un comité antifascista. Su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador del ultraderechista Frente Nacional, era el objetivo del ataque.

Marine Le Pen nació en Neuilly-sur-Seine, una zona de las afueras de París conocida por acoger residencias de la burguesía parisina. Se crio en el seno de una familia católica, estudió la carrera de Derecho y se convirtió en una abogada especializada en Derecho Penal.

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Sus conocimientos en Derecho le sirvieron para crear el departamento jurídico del partido de su padre, al que se sumó a los 18 años. Pronto comenzaría a participar en procesos electorales, y su primer logro lo obtuvo cuando fue elegida consejera regional de Nord-Pas-de-Calais y más tarde de Île-de-France. También ha sido diputada del Parlamento Europeo.

Se hizo con las riendas del ultraderechista Frente Nacional en 2011 con el objetivo de “desdemonizar” el partido que su padre había dirigido durante 40 años. Progresivamente se fue distanciando de él hasta que en 2015 le suspendió de militancia tras unas declaraciones sobre las cámaras de gas de la II Guerra Mundial, de las que dijo que eran “un detalle” de la historia. Ese distanciamiento también se materializó en 2018, cuando cambió el nombre de Frente Nacional por Agrupación Nacional.

Marine Le Pen en un acto de campaña.
Marine Le Pen en un acto de campaña (EFE).

Pese a intentar suavizar la imagen del partido, Le Pen no ha logrado apartar al partido de las polémicas racistas. La comparación que hizo de las oraciones de los musulmanes en la calle con la ocupación nazi en 2010 acabaron llevándola ante la Justicia. Su discurso contra la inmigración se intensificó aún más tras los atentados de París de 2015, y a día de hoy es el eje fundamental de su programa electoral.

Deportar “sistemática e inmediatamente a los extranjeros en situación irregular”, anular el permiso de residencia a los extranjeros que hayan estado viviendo en Francia sin trabajar durante un año o “erradicar la ideología islamistas” son algunas de sus propuestas en esta carrera por el Elíseo.

Más allá de la inmigración, la invasión rusa de Ucrania ha obligado a Le Pen a rebajar el tono en asuntos como el europeísmo o la relación de su formación con Vladímir Putin. Le Pen ha renunciado a propuestas anteriores como que Francia abandone la Unión Europea y el euro. Agrupación Nacional tuvo que retirar en plena campaña un folleto que habían comenzado en el que la líder del partido aparecía en una fotografía estrechando la mano de Putin.

Su figura también se ha visto empañada por una imputación en 2018 por malversación de fondos públicos. El Parlamento Europeo le entregó casi 400.000 euros para sus asistentes parlamentarios, pero Le Pen los usó supuestamente para pagar a su secretaria personal y a su guardaespaldas. Este mismo año la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) ha abierto una nueva investigación por malversación. Le reclama ahora 137.000 euros.

Con esta, será la tercera vez que Marine Le Pen intente hacerse con la presidencia francesa. Ya lo intentó en 2012, cuando pese a no pasar a la segunda vuelta cosechó los mejores resultados de la historia del partido. También en 2017, cuando fue la segunda candidata más votada y se enfrentó cara a cara contra Emmanuel Macron.

1 Comentarios

  • Entiendo muy bien a Le Pen, tienen más derechos en España los de afuera que los propios españoles. En subvenciones. Plazas escolares y trabajo.
    Y no hablemos de algunas etnias españolas, que se casan por su ritual, pero a efectos legales, las madres son solteras, y el Estado les paga por niño, y no han trabajado o cotizado nunca, más bien viven de los trapicheos, y venga a tener criaturas, que irán a primaria, pero no tendrán futuro en la sociedad, a no ser vivir de los padres o coger sus negocios ilegales. Venga niños, venga derechos. Yo estoy sola, divorciada sin niños y no me ayudan. No soy racista, pero muchos extranjeros en España y que no dominan el idioma, votan a la rosa. El partido que les lleva al sueño. Yo quisiera una regularización en España, no estar en la OTAN, que es pertenecer a los americanos USA, sino una unión europea sin presiones.