Lucía García se consolida como delantera de la selección española durante la Eurocopa de Inglaterra 2022. Solo han pasado tres años desde que la conocida como ‘Generación del 98’ irrumpiera en el Mundial de Francia. La segunda línea manifestó su deseo de protagonismo con minutos de calidad de jóvenes que apenas habían superado la veintena de edad, como Aitana Bonmatí y Patri Guijarro, ahora líderes del centro del campo.
Al margen de las centrocampistas del FC Barcelona, si Francia 2019 tuvo un nombre propio fue el de una delantera que llegó con perfil bajo y tiró la puerta con su desparpajo hasta apropiarse de la titularidad. En Inglaterra 2022, Lucía García (Baracaldo, 1998) ya no es un revulsivo. “En el Mundial tenía más incertidumbre. Ahora, al no ser de las más chiquitas, tengo un rol importante y un poco de nerviosismo, a veces más de la cuenta, pero intento jugar como en el patio del colegio”, explica a Newtral.es.
La goleadora del debut ante Finlandia (4-1) es consciente de que las bajas de Jenni Hermoso y Alexia Putellas han repartido la responsabilidad ofensiva. Jugadoras como ella o Mariona Caldentey deben dar un paso al frente. “Somos un grupo amplio y debemos trabajar juntas para repartir esa tarea”, decía antes de enfrentarse este martes a Alemania, una de las favoritas al título, en el segundo partido de la fase de grupos.
Lucía García: “No existe la presión, debemos repartir la responsabilidad”
Situarse entre los diez mejores conjuntos mundiales da a España una posición privilegiada en las apuestas para ganar la Eurocopa. Junto a Alemania, Inglaterra, Suecia o Francia, la selección femenina de fútbol partía con una exigencia nueva para ellas. “La presión no debe existir. Nuestra idea es ir partido a partido, no creernos más de lo que somos. Si vamos con esa actitud, creo que podemos llegar lejos”, recalca.
Con nueve goles en 34 partidos, Lucía García no es una de las delanteras de las que más goles se esperan. La jugadora vasca tiene un promedio de 0,26 tantos por encuentro y está lejos de los 0,61 que ofrece Esther González o los 1,09 de Amaiur Sarriegi. La extremo proporciona desequilibrio, y de ella se reclama un rol más participativo de lo que acostumbraba a hacer en su ya ex equipo, el Athletic Club. “Allí es un juego más directo y aquí hay más toque. Hay veces que cuesta cambiar el chip del estilo de juego”, confiesa.

Lucía García: “Somos un vestuario competitivo, pero sin malos gestos”
En el debut de España ante Finlandia, el seleccionador Jorge Vilda le dio espacio en un sistema 4-3-3 donde el centro del campo le protegía del trabajo defensivo. En un rol similar a Mariona Caldentey en la banda izquierda, ambas ejercían de interiores con la idea de conectar el centro del campo con la nueve del equipo, Esther González. Un papel de control del juego que va asumiendo. “Disfruto mucho y creo que se ve en el cambio”.
En el banquillo de la selección femenina de fútbol esperaban perfiles verticales como Athenea del Castillo, Sheila García, Olga Carmona o Marta Cardona. “La competencia es muy sana, y somos un vestuario competitivo, pero sin malos gestos. Para la exjugadora del Athletic Club, sentirse cómoda con el grupo es esencial para su juego. “Tenemos variedad de extremos con características diferentes, pero todas nos ayudamos, porque ser suplente y que el equipo te necesite es muy complicado. Es exigente, pero se disfruta”.
Con la irrupción de la nueva hornada de jugadoras aún más jóvenes que esta generación, como Laia Aleixandri y Athenea del Castillo (2000) o Claudia Pina (2001), Lucía García siente que tiene más peso en el vestuario: “Tengo la suerte de estar bastante consolidada en el equipo”, lo que le lleva a ser un referente para la mayoría de las 15 debutantes en una Eurocopa. “En casa siempre me han dicho que hay que tratar a la gente como te gustaría que te trataran, y eso intento hacer con ellas”.