Ni albinismo. Ni leucismo. Ni una intoxicación. Ni siquiera está claro que tenga estrés. El lince blanco retratado el 22 de octubre en España por el fotógrafo de naturaleza Ángel Hidalgo sigue siendo un misterio. Y para Astrid Vargas es mejor que, de algún modo, siga siéndolo. La veterinaria y fundadora del exitoso programa de cría en cautividad del lince ibérico cree que por el bien del animal, llamado Satureja, es preferible dejarlo en paz.
- Nada concluyente. Desde el proyecto Lynx Connect indican a Newtral.es que cualquier explicación rotunda sobre este ejemplar de lince blanco es puramente especulativa. Sería necesaria una captura y análisis para poder extraer conclusiones. Pero, como señala Vargas, salvo que hubiera signos de “enfermedad o desorientación, lo mejor es observarlo con respeto y prudencia para ayudar a aprender más sobre la especie”.
- La hipótesis química. El coordinador del Plan de Recuperación del Lince Ibérico, Javier Salcedo, sí se ha decantado por la hipótesis de que esta decoloración sea temporal, quizás debida al consumo de algún producto contaminado. En conversación con Antonio Cerrillo para La Vanguardia, cree que habría que buscar la explicación en un agente ambiental externo que afecte a la síntesis de la feomelanina.
¿Estrés? No necesariamente. Aunque el mecanismo pudiera ser parecido al que sufrimos los humanos. En situaciones estresantes prolongadas, se ve afectada la melanina en el pelo, nos salen canas prematuras, como explicaba a Newtral.es el genetista del CBM-CSIC Lluís Montoliu en Mientras contábamos las olas. - Ni albinismo ni leucismo. Vargas confirma que no hay, hasta la fecha, ningún caso documentado de albinismo en Lynx pardinus, el lince ibérico. El albinismo es un trastorno genético hereditario que en algunos casos se manifiesta por la ausencia de melanina, que da color a la piel, pero también por problemas importantes de visión, señala Montoliu.
El leucismo no afecta a los ojos porque no hay una ausencia total de melanina. Es el caso de este lince blanco. Simplemente, entra en acción un gen recesivo implicado en la llegada y depósito de la melanina en la superficie de la piel o pelo. Pero “los animales leucísticos nacen blanquecinos y no cambian de tono con el tiempo. Dado que este lince nació con pelaje normal, el leucismo no explica este caso”, afirma la doctora Vargas.
El segundo lince que se vuelve blanco… temporalmente
Es el segundo caso de un lince blanco detectado en Andalucía. En el resto de España no se han documentado casos similares. El anterior ejemplar, también hembra y bajo la lupa del Programa, fue blanco durante unos meses, hasta recuperar sus tonos normales, según confirman desde la Junta de Andalucía. Por eso Salcedo se inclina por pensar que el caso de Satureja será similar y volverá a su color primigenio.
“A veces estos casos anómalos –apunta Vargas– son precisamente los que revelan información importante sobre cómo el ambiente, el estrés o los cambios hormonales pueden afectar a la pigmentación del pelaje”.
Nacer con albinismo, leucismo o, simplemente, volverse temporalmente blanco puede ser una condena doble. Estos animales tienen un problema para camuflarse de sus presas, incluidas las humanas. Pueden convertirse en trofeos preciados de caza, aun estando prohibida y fuertemente penada.
En este caso, “la discreción es esencial: no divulgar su localización ni fomentar su búsqueda. Es importante que su área de campeo no se convierta en un circo de curiosos”. Ahora mismo, el lince ibérico sigue siendo vulnerable aunque en 2024 saliera de la lista roja de animales en peligro de la ONU. Con 470 hembras reproductoras, se va acercando al objetivo de 750 para dejar atrás el fantasma de la extinción.
Respecto a Satureja, “el mejor gesto de conservación, a veces, es simplemente dejar que la naturaleza siga su curso y observar en silencio lo que tiene que mostrarnos”, concluye Vargas.
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