Una lactancia materna larga previene la obesidad en ratones

Lactancia materna, salud y obesidad| Onjira Leibe
Lactancia materna| Onjira Leibe
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Hay consenso científico en torno a los beneficios de amamantar a los bebés. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida. Aunque, eso sí, no hacerlo (más allá de preparar fórmulas caseras sin control) no implica que se desarrollen bebés insanos, aunque se ha observado una correlación entre la lactancia materna y la menor incidencia de obesidad en la edad adulta. Pero no estaba claro si era porque nacían en familias con más recursos o porque, en verdad, la leche humana tiene algo que manifiestamente evite engordar.

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Ahora, un equipo español se acerca a la respuesta, gracias a experimentos con ratones. La lactancia materna prolongada puede proteger contra la obesidad incluso aunque se siga una dieta rica en grasas. Y eso parece ligado a una proteína. Así se desprende de un estudio hecho en ratones y liderado por investigadoras de varias instituciones gallegas. Los resultados se publican en la revista Nature Metabolism.

Dicho trabajo explica ese efecto protector a través de la proteína hepática FGF21 en los roedores. “Por primera vez, hemos descrito el mecanismo mediante el cual la lactancia protege del desarrollo de obesidad con efectos a largo plazo en la edad adulta”, señala Luisa Seoane, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatoloíga de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN). Los datos obtenidos demuestran que las crías de ratonas mantienen este efecto protector incluso expuestas a dietas con alto contenido calórico.

La importancia de una proteína en la lactancia en la obesidad posterior

Este fenómeno puede explicarse, según los autores, por la liberación de la proteína conocida como factor de crecimiento de fibroblastos 21 (FGF21) Desde el hígado, puede llegar al hipotálamo. Esta región del cerebro desempeña un papel clave en el control del consumo y la utilización de energía en el organismo.

Una proteína liberada tras consumir leche materna hace de interruptor de la grasa parda, la que quema calorías.

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Una vez en el hipotálamo, el FGF21 activa los receptores de dopamina, un neurotransmisor con múltiples funciones biológicas, entre otras, la de regular la sensación de recompensa o satisfacción. Esto, a su vez, conduce a una mayor actividad de la grasa parda, que quema calorías y ocasiona un mayor gasto energético.

De esta forma, la lactancia materna prolongada constituye un mecanismo protector contra la obesidad al provocar cambios fisiológicos duraderos en la comunicación del hígado al hipotálamo y la regulación del metabolismo del segundo.

Dieta de la madre y descendencia, más allá de la lactancia materna

La dieta materna y la alimentación de los recién nacidos se consideran determinantes en las respuestas del neurodesarrollo y el comportamiento que pueden influir en la salud metabólica a lo largo de la vida.

No obstante, los mecanismos por los que la lactancia influye en el equilibrio energético a largo plazo todavía no se conocían. “Nuestro trabajo describe por primera vez la existencia de un mecanismo alterado por la lactancia materna con efectos permanentes hasta la edad adulta y que involucra a órganos periféricos, como el hígado o tejido adiposo, y al cerebro”, explica Seoane.

Si bien es la primera vez que se describe el mecanismo responsable de los efectos beneficiosos de la lactancia materna, los investigadores reconocen que “se necesitan más investigaciones para determinar si estos efectos ocurren también en humanos a través de estudios clínicos y comprender mejor sus beneficios metabólicos duraderos”, concluye la investigadora del CIBEROBN.

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