Los ‘B’nidorm: el reverso de arquitectura sostenible junto al mar

Edificio municipal sostenible en La Nucía (Alicante) | Crystalzoo
Edificio municipal sostenible en La Nucía (Alicante) | Crystalzoo
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Contaba hace años Rafael Taibo (voz en español de Jacques Cousteau) que el comandante quedó horrorizado por el bullicio vertical de la Costa Blanca en su visita a España. El desarrollo urbanístico desaforado; la explosión turística a base de apartamentos dejándose salpicar por el Mediterráneo, la arquitectura de ladrillo encaramándose por las laderas del monte, hormigón al asalto de los cielos… Aquellos eran los años sesenta. Pero el retrato se ha replicado hasta el estallido de la burbuja, en 2009.

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Hoy, muchas cosas han cambiando, “empezando por la legislación”, apunta desde Alicante el profesor de Geografía Jorge Olcina (Universitat d’Alacant). Pero también un nuevo perfil turístico que, aun sin abandonar el sol y playa, huye de la masificación. La pandemia ha dejado su huella. Pero ya antes, algunos municipios han aprovechado su tirón entre los visitantes y residentes extranjeros para abandonar el laissez faire urbanístico sin renunciar a los suculentos ingresos que dejan sus segundas residencias.

A espaldas de Benidorm se encuentra La Nucía. Un municipio de unos 20.000 habitantes censados (calculan que el doble residiendo realmente), que ha decidido ser el reverso de la ‘Manhattan de Alicante’. Con dos premios Architizer por sendos edificios municipales sostenibles, emprendió su transformación urbana hace dos décadas, en pleno boom inmobiliario. Su apuesta fue la de no construir en altura, peatonalizar el casco histórico, recuperar viejas infraestructuras abandonadas y rehabilitar inmuebles, algunos con más de dos siglos.

“Hace 20 años se nos ocurrió recuperar el casco antiguo, para disfrutar de las calles libres de coche y tomar el fresco, sacamos 700 coches que dormían en el centro histórico”, afirma orgulloso su alcalde Bernabé Cano. Se codea con otros regidores de capitales europeas en foros de sostenibilidad y urbanismo. “Nosotros somos el contrapunto a Benidorm. No tenemos nada en contra –afirma–, ellos tienen su modelo, pero hemos apostado por construcciones de poca altura y viviendas unifamiliares, con parques y deporte cerca, que demanda un perfil de gente”, fundamentalmente del norte y centro de Europa, aunque conviven en La Nucía hasta 106 nacionalidades.

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¿Es más sostenible construir rascacielos o casas bajas?

Sólo la compleja orografía del entorno impide ver con claridad desde La Nucía el edificio más alto de Benidorm: el rascacielos In Tempo, inaugurado en 2020, con casi 200 metros de altura y 47 plantas. 256 viviendas que lo convierten en casi una ciudad autosostenida. ¿Ejemplo de pelotazo insostenible ambientalmente o de gestión racional de la vivienda?

”Es cierto que la ciudad compacta y la edificación en altura se ha considerado tradicionalmente más sostenible y eficaz en residuos y gestión de aguas”, precisa el profesor Olcina. Sin embargo es patente el impacto paisajístico. Y organizaciones ecologistas como Greenpeace no ven con buenos ojos concentraciones tan altas de población por el impacto en ecosistemas naturales “cada vez más mermados”.

Rehabilitación de una antigua casa de peones de caminos del siglo XVIII, convertida en centro cívico municipal | Crystalzoo

Tal y como explican en su campaña A toda costa, las demandas de abastecimiento de “aguas, energía, transportes… que deben regenerar los ecosistemas locales. Esto deja una costa saturada e incapaz de generar los bienes y servicios necesarios para un desarrollo sostenible futuro”. No obstante, Olcina no asocia esa saturación sólo a los rascacielos. Las urbanizaciones de chalets, “no responden al modelo mediterráneo o español, se ha importado de los países anglosajones, pero tiende a ser derrochador de recursos para el conjunto de la sociedad”.

Esto ya no va de la estampa de hormigones asomados al mar en los sesenta. El turismo extensivo ha “depredado el territorio fértil o de ocio. Se ocupó mucho espacio con ineficacia en la gestión ambiental y de servicios”, apunta el profesor en referencia al crecimiento desordenado o sin control público eficaz de la última burbuja inmobiliaria, en la que se popularizaron urbanizaciones con campo de golf o adosados, dando la espalda de los cascos históricos. ‘Todo al grao’, ‘todo a las playas’.

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La Nucía se ha querido alejar de ambos modelos, a base de captar fondos europeos, reconoce su alcalde. “Queríamos ser una smart city”. Eliminaron la treintena de depuradoras del municipio y fosas sépticas, unificando el servicio en una planta para contar con agua reciclada para el riego de naranjos. Los contenedores de basuras están monitorizados remotamente para saber cuándo hace falta pasar a recoger los residuos. Crearon una ‘ciudad de los cinco minutos’ andando, para ir a hacer deporte o acudir a un centro cultural. Y, sobre todo, aplicaron ‘reciclaje arquitectónico’.

Más allá del apartamento: el reciclaje arquitectónico

El arquitecto José Luis Campos (CrystalZoo) es, en buena medida, artífice de esa vuelta que se dio al municipio alicantino. “En La Nucía se apostó un poco por un modelo de reciclaje arquitectónico”, explica delante de una de sus obras: la rehabilitación de las viejas escuelas del pueblo en una sede de la Universitat d’Alacant (Seu). “En lugar de derribar un edificio que no tenía especial interés histórico-artístico, nos pareció muy importante mantener la memoria histórica de la población”, asegura, tras llevarse el premio a mejor estudio de arquitectura de obra pública 2021. Habla Campos de upcicling de la economía circular: “la Seu se reinventa en contra de principios nostálgicos y conservacionistas”.

Rehabilitación de las antiguas escuelas convertidas en sede de la Universitat d’Alacant | Crystalzoo

Esa sede acogió el pasado octubre la I Jornada Circular de Arquitectura, Cultura y Deporte. El arquitecto Joan Roig, convencido de que el tiempo de los Norman Foster y los Frank Gehry ya pasó para la obra pública, hace hincapié en que la arquitectura post-burbuja sólo puede estar al servicio de la población y la sostenibilidad, el medio ambiente.

“Los arquitectos estamos al servicio de los clientes y al servicio de la sociedad y del medio ambiente, y lo estamos gracias que ya hemos entendido que la autoría es una cosa finiquitada y que el valor del autor es rodearse de gente que le hace entender la calidad social que el edificio debe tener”, añade.

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La investigadora experta en habitabilidad Teresa Cuerdo (Instituto de Técnicas Constructivas Eduardo Torroja-CSIC) recuerda a Newtral.es, por su parte, que a la hora de valorar la sostenibilidad de un edificio, además de su eficiencia energética (que no pierda calor o se pueda enfriar en verano de forma óptima), “hay que valorar su ciclo de vida completa, desde los materiales y proceso constructivo a su demolición”. ¿Demolemos demasiado y rehabilitamos poco?

Para Cuerdo, sin duda la rehabilitación ha sido una asignatura pendiente en el parque de viviendas español, con una media de edad de 40 años y enorme potencial para ganar en sostenibilidad, calidad de vida y salud de sus usuarios. Sobre todo, “teniendo en cuenta que hay en España una proporción de propietarios muy importante”. Herencia de unas viviendas –y apartamentos en la playa– de la época del franquismo, baratas pero de calidad cuestionable.

Hoy, la arquitectura de la sostenibilidad mira también a la huella de carbono de la obra. El propio Campos reconoce que ya prácticamente sólo trabaja en la provincia de Alicante. “Que tengamos que hacer pocos desplazamientos, usar mejor los materiales de proximidad, de la zona que conocemos”. Si bien, Cuerdo precisa que la industrializaciones de los procesos (por ejemplo, construir con piezas prefabricadas en serie) también supone un ahorro energético, como lo es que los obreros no tengan que hacer cientos de kilómetros para trabajar.

La Nucía crece al año a un ritmo de un 4%. Cano reconoce que tener a Benidorm cerca les ha beneficiado, “al final es una gran locomotora, pero hemos apostado por aquello que no tienen. La mejor forma es siendo respetuosos con el medio ambiente, con una vida tranquila, sin el peligro [de los coches]”. Campos apunta a nuevos perfiles: “El teletrabajo nos ha abierto a otros residentes”. Y nuevas exigencias, más allá del apartamento en la playa o la segunda residencia a 2.000 kilómetros de la primera.