Kiwi Farms, la caída del foro ‘más peligroso’ de internet

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Tiempo de lectura: 14 min

En los bajos fondos de la red, miles de personas con malas intenciones están siempre a la búsqueda de una vaca que ordeñar. No una vaca cualquiera, sino una que genere risa. Y no una risa cualquiera, sino la clase de risa que supone un entretenimiento para los usuarios de Kiwi Farms, el foro ‘más peligroso’ del internet corriente que el proveedor Cloudflare hirió de muerte este septiembre.

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La metáfora de las vacas es la misma que usan los usuarios de Kiwi Farms para hablar de sus víctimas: lolcows. Es algo así como vacas de las que partirse de risa. El mofarse de ellas implica coordinar campañas de acoso contra quienes consideran personas con comportamientos excéntricos. En realidad, centran su atención en aquellos que tildan de locos o desviados por su orientación sexual, su identidad de género, su neurodivergencia (autistas, bipolares) o sus ideas (desde activistas LGBTQ a políticos de extrema derecha).

Pero no es un acoso cualquiera.

Las campañas de Kiwi Farms incluyen la publicación de datos personales y la filtración de imágenes privadas que luego usan contra sus víctimas. Y eso va desde publicar información confidencial para afectar a la vida social y profesional del objetivo como a dirigir redadas policiales a su hogar.

Por suerte (¿o por desgracia?), Kiwi Farms está un paso más cerca de pasar a mejor vida gracias a Cloudflare. Y el gracias no es baladí. Ha sido una empresa privada, y no una entidad del gobierno, la que ha tenido que intervenir para frenar la última campaña de Kiwi Farms. Y quien lo ha hecho posible es una activista trans que decidió prestar batalla a los trolls.

¿Pero de dónde viene Kiwi Farms? ¿Quién es la activista trans que decidió declararles la guerra? ¿Y por qué es tan relevante y controvertida la decisión que tomó Cloudflare de poner fin a las protecciones gracias a las que Kiwi Farms había sobrevivido hasta ahora?

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Kiwi Farms y CWC, el origen

El origen de Kiwi Farms se remonta a la figura de Christine Weston Chandler, también conocida como CWC o Chris-chan, una youtuber que debe su fama al webcomic Sonichu que fusionaba a los personajes de Pikachu y Sonic (sí, lo sé, random).

  • En 2007, Chandler se convirtió en objetivo habitual de los trolls de 4chan, el foro alternativo por excelencia desde el que se han originado algunas de las comunidades más nocivas de la historia de internet como Gamergate y QAnon.
  • Por salir del mundo digital un segundo. CWC era algo así como el niño excéntrico del colegio que presumía de dibujos que el resto consideraba vergonzantes y por tanto sufría bullying a costa de ello.
  • Para algunos usuarios de 4chan, el acoso a Chandler no era suficiente, o lo suficientemente sofisticado. Así, fundaron un foro y una wiki donde recopilar toda la información posible sobre CWC.
  • Desde 2008, cualquier dibujo, publicación e imagen que Chandler compartía en la red se convertía en objeto de mofa y de intenso debate entre la comunidad de CWCki Forums —después, Kiwi Farms.

Dejaré a Chandler a un lado porque la figura merece su propio documental. Pero lo importante de esos inicios es que ya entonces CWC sufrió la clase de acoso que los usuarios de Kiwi Farms perfeccionaron después. Eso incluyó, tal y como recopiló en 2016 Margaret Pless:

  • Hackear las cuentas de Chandler para obtener recibos de compra, actividad online e información personal.
  • Intentar acercarse a ella para ganarse su confianza, por amistad o por relación romántica, y conseguir así contenido embarazoso en forma de más imágenes privadas, textos y dibujos de los que burlarse.
  • Contactar con familiares, amigos e incluso su pastor con tal de conseguir más información privada de CWC.
  • Ir personalmente a su casa, a juicios a los que debía asistir e incluso a citas románticas que después inmortalizaban para compartir en Kiwi Farms.
  • Convencer a un niño de 13 años para que se hiciera pasar por una chica de 19 y mantener una llamada telefónica sexual con Chandler. Y grabarla, publicarla y reírse de ella.

La digievolución de Kiwi Farms

La obsesión con CWC ha amenazado con provocar el término definitivo de su actividad en internet. Y esa sería la mayor derrota de los usuarios de Kiwi Farms.

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  • Por un lado, Chandler dejaría de crear contenido en la red; en cualquiera de sus formas. Y por tanto dejaría sin material a sus trolls. No más leche que ordeñar.
  • Por otro, parte de la recompensa de acosar a CWC está en ver cómo reacciona a las campañas de acoso que le dirigen.

De ahí que la comunidad de Kiwi Farms extendiera. Debido al miedo de ahuyentar a Chandler, la mejor opción era dirigir acoso a otras víctimas de las que poder obtener premios similares (o mejores). Una de ellas es la protagonista de esta historia, Clara Sorrenti.

  • Sorrenti es una streamer canadiense también conocida como Keffals. Logró llamar la atención de Kiwi Farms tras denunciar políticas antitransgénero y desafiar a los ideólogos de la derecha estadounidense.
  • Keffals es otra de esas figuras controvertidas de internet que merecerían documental aparte. Basta señalar que tiene historial de pelearse con personalidades relevantes en internet, otra de las probables razones por las que captó la atención de Kiwi Farms.
  • La campaña en su contra se tradujo en ser víctima de swatting. Esto es, perpetrar un engaño de algún tipo para que la policía haga una redada en su casa.
  • Keffals asegura que la policía entró en su hogar a punta de pistola para detenerla. Alguien que se había hecho pasar por ella escribió un email amenazando con llevar a cabo un tiroteo masivo en London, Ontario (Canadá).

El susto del swatting motivó a Sorrenti a mudarse a un hotel, pero los trolls descubrieron cuál. El color de las sábanas en una foto del gato de Keffals que la streamer había publicado en internet fue suficiente para localizarla. Estuvo lejos de ser el último mal trago. Según Sorrenti:

  • Enviaron decenas de pizzas a ese hotel para hacerle saber que los trolls sabían dónde estaba.
  • Hackearon su cuenta de Uber Eats para realizar compras por valor de cientos de dólares.
  • De paso, se hicieron con los números y las direcciones personales de ella y de miembros de su familia.
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La campaña de Keffals contra Cloudflare

La gota que colmó el vaso llegó cuando Keffals se mudó a Europa provisionalmente durante la campaña de acoso. Tras varios streams, unos trolls descifraron su nueva localización. Uno de ellos hizo una fotografía desde el exterior de la nueva residencia de la streamer en Belfast, Irlanda.

Aunque la nueva localización de Sorrenti se compartió originalmente en otro foro, sus retransmisiones en directo fueron determinantes para iniciar una campaña para lograr que el proveedor de servicios de internet Cloudflare dejara de proteger a Kiwi Farms. Hasta hace poco más de una semana, Cloudflare ayudaba al foro en tres instancias, según recoge el periodista Casey Newton:

  • Uno, protegía a la web de los llamados ataques de denegación de servicio (DDoS). A grandes rasgos, son ataques para saturar una web y que sea imposible acceder a ella.
  • Dos, permitía que Kiwi Farms fuera más fácil y rápida de usar generando miles de copias del foro al distribuirlas por servidores de todo el mundo.
  • Y tres, escondía la identidad de la compañía en la que estaba albergada la web de Kiwi Farms, impidiendo que sus críticos tuvieran un objetivo fácil al que presionar para que dejara de prestar servicio al foro.

La decisión de Cloudflare sobre Kiwi Farms

Desde Cloudflare argumentaban que ellos, como proveedores de infraestructura en internet, no tenían por qué tomar decisiones de moderación sobre qué webs pueden existir o no. Y que en su faceta de proveedores de seguridad, negarle seguridad a Kiwi Farms sería como si un bombero rechazara apagar el incendio del edificio de una mala persona solo porque el resto del mundo quiere quemar el edificio de esa mala persona.

Porque eso es lo que ocurriría con Kiwi Farms.

  • Activistas como Keffals y hackers afines tenían previsto aprovechar la primera oportunidad a su alcance para atentar contra la infraestructura digital del foro y hacer imposible su existencia.
  • Esa vulnerabilidad incrementó tanto la atención mediática sobre Kiwi Farms como la agresividad de sus trolls sobre Sorrenti, una lolcow que con su batalla contra ellos estaba creando una ingente cantidad de material online. En la jerga del sitio, la coyuntura facilitaba mil y una nuevas formas de ordeñarla.
  • Y conforme más críticas aparecían contra Kiwi Farms, incluidas muchas de otros figuras trans, más nuevas vacas salían a la palestra para futuras campañas de acoso. La espiral de odio y troleo seguía perfectamente engrasada.

En plena guerra declarada de Keffals a Kiwi Farms, el consejero delegado de Cloudflare publicó un blog defendiendo la decisión de no actuar. Las argumentaciones que esgrimía le resultaron familiares a muchos observadores del sector. Cloudflare ya había intentado desentenderse de problemas parecidos en el pasado hasta que la presión les obligó a actuar:

  • En 2017, bloqueó la protección a la web neonazi The Daily Stormer tras las protestas supermacistas de Charlottesville, Virginia, donde un hombre asesinó a una manifestante de izquierdas.
  • Y en 2019 hizo lo mismo con 8chan, una versión más alternativa de 4chan donde desde hace años conviven las teorías de la conspiración más tóxicas de la red, incluida QAnon.

El terrorismo estocástico que prolifera en Kiwi Farms

The Daily Stormer y 8chan siguen existiendo en mayor o menor medida, pero acceder a ellas es harto complicado. En ese ostracismo, sus usuarios y aquellos afines a su filosofía de acoso online perfeccionan cada vez más el conocido como terrorismo estocástico. Funciona de la siguiente manera:

  • Los trolls de una comunidad deshumanizan a un grupo o individuo de forma constante durante un largo periodo de tiempo.
  • Los miembros de esa comunidad de trolls buscan un ataque cada vez peor con tal de ganarse el aplauso de los suyos.
  • Llegado un punto, la expectativa es que alguien intentará impresionar a sus compañeros no ya de forma retórica, sino violenta.
  • Una vez efectuada la violencia, no habrá rastro en la comunidad de nadie que hubiera pedido, sugerido o coordinado ningún acto violento específico porque todo eran palabras al viento.
  • Es decir, la causa legal tendrá opciones muy limitadas. Y cualquier barbaridad escrita en esa comunidad podrá escudarse tras la broma y la exageración, ambas protegidas por la libertad de expresión.

Con Kiwi Farms no está claro que Cloudflare tuviera información específica de la vulneración de sus normas. Al menos, no como para cambiar de decisión y justificar el veto que el CEO de Cloudflare anunció días después de su primer blog, aquel en el que había defendido no hacer nada al respecto.

Desde la compañía alegaron que en ese periodo de apenas una semana entre el No hacer nada y Vetar Kiwi Farms se produjo una «emergencia sin precedentes y una amenaza inmediata a la vida humana como no habíamos visto antes por parte de Kiwi Farms o de ningún otro cliente».

Los peligros de actuar

Kiwi Farms tiene un historial muy controvertido, sí, pero la justificación para vetarla no estaba anclada en ninguna prueba concreta. Nadie ha conseguido encontrar una referencia específica de violencia con la que explicar el veto. El de Kiwi Farms es el mismo contenido de siempre, incluida la publicación de información personal y privada de multitud de usuarios de los que luego abusan de formas tan retorcidas.

Es en esa ambigüedad de saber por qué Cloudflare sí ha actuado ahora y no antes donde se encuentra el quid de la cuestión. ¿Qué ha desencadenado la decisión?

  • Si es violencia explícita de algún tipo, ¿por qué no la enseñan?
  • Y si no la hay, ¿qué impide a Cloudflare tomar decisiones parecidas en el futuro que pongan en peligro a páginas que no han hecho nada malo?
  • Porque esa es la clave, ¿qué es lo malo y cómo se mide el rango de maldad que justifica que Cloudflare pueda dejar a su suerte a cualquiera de sus clientes?

Acabar con Kiwi Farms: una decisión difícil

El problema se verá cuando proveedores como Cloudflare tengan que decidir si vetar páginas sobre las que no hay tal unanimidad a la hora de determinar que son abyectas. Por eso no todos están seguros de que la decisión de Cloudflare sea la adecuada. Y otros muchos temen que esta pueda ser la tesitura a partir de ahora.

  • Si el gobierno no legisla ni ejecuta leyes existentes para frenar el acoso que emana de lugares como Kiwi Farms, las empresas privadas serán las que actúen.
  • A veces, bajo presión de entidades poderosas, sean compañías con intereses económicos o gobiernos con tendencias autócratas.
  • Desde Cloudflare alegan que ellos deberían ser considerados como una compañía telefónica que no te corta el teléfono si dices cosas horrendas en tus conversaciones.

Pero esa comparación ha sido ampliamente criticada. Y no solo ahora. Lo llevamos viendo desde hace años con las grandes plataformas sociales. El periodista Ryan Broderick lo resumía muy bien:

«A pesar de los derechos a la libertad de expresión y a la asamblea garantizados en Estados Unidos, si el grupo de personas al que juntas en un espacio físico empieza a amenazar a otras personas, incluso si lo están haciendo en la periferia de tu público, la compañía de seguridad privada a la que has contratado para controlar a la masa ya no tiene por qué apoyarte. […] Existe este patrón que vemos una y otra vez por el que a las compañías que tienen una influencia masiva sobre la arquitectura de internet les gusta decir que ‘No podemos intervenir aquí porque sería un abuso de poder’. Creen que eso suena noble. Pero no es así. Todo lo que están haciendo es admitir que son demasiado grandes como para existir y que tienen demasiado miedo como para tomar decisiones que puedan resultar en la pérdida de clientes. Cloudflare no es el departamento de bomberos. Los departamentos de bomberos no ganan dinero cuando luchan contra grandes incendios».

Una conclusión decepcionante

Kiwi Farms es una versión retorcida de lo que las peores versiones de la literatura distópica han imaginado en el pasado. Pero no es el mejor postor quien está abusando de la información personal que compartimos en internet. No hay una gran corporación maligna intentando controlarnos a todos. Los villanos son en cambio miles de usuarios anónimos con tiempo y libertad para hacerle la vida imposible a otros individuos.

  • Los tres suicidios vinculados a las campañas de acoso de la comunidad son motivo de orgullo para algunos de sus miembros.
  • El propio dueño de Kiwi Farms celebró uno de ellos en un directo en YouTube. Lo recopiló la web DropKiwiFarms fundada por Sorrenti y que ha liderado la campaña de presión para acabar con el foro.

La pregunta es cómo pueden moderarse las plazas digitales en las que se organizan esas campañas de acoso. Y si se moderan, quién se encarga de hacerlo. ¿El gobierno? ¿Los proveedores de servicios de internet? ¿Los proveedores de seguridad en la red? No hay respuestas fáciles.

Los huérfanos de Kiwi Farms saben que no las hay y probablemente estén más energizados que nunca tras perder esta última batalla. Lo peor es que la guerra continúa y todavía tienen campo de sobra para buscar refugio. Y en ese campo, por desgracia, hay muchas, muchas vacas restantes que ordeñar.

Fuentes

2 Comentarios

  • Mejor no comentemos lo que estaba haciendo Chris-chan a su madre senil de 80+ años. Hay gente que merece todo lo que le pase.

  • Tendría que haber leyes que castiguen este tipo de acciones