Huir del miedo, cruzar una frontera, pedir asilo y empezar otra vida con el anhelo de volver es un relato común para millones de personas en el mundo, como recoge ACNUR -Agencia de la ONU para los Refugiados-. Diferentes conflictos han provocado la búsqueda de la supervivencia de ciudadanos que, con diferente suerte, se desplazan de su origen. Afganistán, Siria, Burundi e Irán espolearon a los seis refugiados, una mujer y cinco hombres, que recuperan su ilusión a través del deporte bajo los focos del estadio olímpico de Tokio 2020, donde se disputan los Juegos Paralímpicos del 24 de agosto al 5 de septiembre.
En la ceremonia de inauguración, la bandera de Afganistán fue ondeada simbólicamente. Tras ella, el vacío, en un gesto de apoyo a los deportistas que no han podido viajar a la cita tras el avance de los talibanes en Kabul. En tierra se quedaron la taekwondista Zakia Khudadadi y el atleta Hossain Rasouli, aunque el país tendrá representación en el Equipo de Refugiados con el nadador Abbas Karimi.
- Hay 20,7 millones de refugiados bajo el mandato de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, 26,4 millones en total.
- Según ACNUR, entre los 82,4 millones de desplazados -personas que se ven obligadas a huir de su hogar-hay doce millones con discapacidad.
El sueño común de ser deportistas de élite se materializa por segunda vez, tras el estreno en Río 2016, para seis personas cuya experiencia vital y capacidades físicas o mentales han servido de aliciente para luchar por un cambio personal que trascendiera en la sociedad.
Para el Comité Paralímpico Internacional, este equipo denota un mensaje con más calado que quiere destacar. En palabras de Andrew Parsons, presidente del organismo, el “más valiente” y un ejemplo de cómo el cambio comienza en el deporte. “Han sufrido lesiones que les han cambiado la vida, huido por su seguridad y realizado viajes peligrosos. A pesar de las múltiples barreras, son atletas de élite”.

Estos son los seis integrantes del Equipo de Refugiados:
Abbas Karimi, ante los Juegos Paralímpicos: “Puedo cambiar el mundo siendo campeón”
- Refugiado afgano.
- Reside en Fort Lauderdale, Estados Unidos.
- Natación.
“Cuando muera, quiero que la gente sepa que nunca abandoné mis sueños. Puedo cambiar el mundo siendo un campeón”. Abbas Karimi, plata en 50m mariposa en el Mundial de Natación Adaptada de 2017, hablaba así de sus objetivos antes de saber que sería el único representante afgano en Tokio 2020. La invasión de Kabul por parte de los talibanes y las dificultades para viajar, ponen en él todas las esperanzas, aunque compita bajo otra bandera.
Nacido sin brazos, Karimi recuerda que el acoso durante su infancia fue habitual. “Cuando naces con discapacidad en Afganistán, estás condenado”. Con 12 años comenzó a practicar kickboxing imaginando una mayor defensa, pero el lugar en el que encontró su paz fue la piscina que su hermano construyó para una comunidad de vecinos. No ahogarse en esa primera inmersión, como temía, le dio “esperanza”. Sin embargo, la confianza que ganaba bajo el agua, se desvanecía fuera del recinto. Con 16 años, su familia tuvo que huir de Kabul.
Él también inició este camino, primero a Irán y más tarde a Turquía, en un trayecto de alto riesgo. “Imagina ese viaje a través de las montañas con brazos y piernas. Yo tuve que hacerlo sin ellos”. Una vez asentado en un campo de refugiados, soñó que la natación le salvaba la vida. En 2015, tras publicar un vídeo en Facebook pidiendo ayuda para acudir a Río 2016, llamó la atención del extécnico de lucha libre Mike Yves, quien le acogió en el centro deportivo de Fort Lauderdale (Florida).
Ibrahim Al Hussein: “Quiero que todos los refugiados tengan oportunidades”
- Refugiado sirio.
- Reside en Atenas (Grecia).
- Natación paralímpica.
El río Éufrates, en Dier ez Zor (Siria), fue el punto de partida de un niño que comenzó a nadar alentado por su padre, entrenador. Al estallar la guerra, siendo un adolescente, fue alcanzado por un proyectil mientras ayudaba a un amigo a quien habían disparado. Perdió la pierna derecha y estuvo dos años en un hospital. La noche del 27 de febrero de 2014, cruzó el río en una barca. Mientras otros se daban la vuelta o se hundían, él pudo llegar a la Isla de Samos. “Es la fecha en la que nací”. El viaje a Turquía acabó en Grecia, donde un médico le pagó una prótesis con la que se planteó volver a hacer deporte. “Fue un desafío”.
Ibrahim dio con la piscina Olímpica de Atenas 2004. “Me dio mucha motivación para seguir adelante con la esperanza de que un día pudiera ofrecer un mensaje al mundo entero. Quiero que todos los refugiados tengan oportunidades en el deporte. Puedo dejar de comer, pero el deporte es lo que me mantiene en marcha”. En Río 2016, fue el primer refugiado de la historia en portar la antorcha. “Para quienes dejamos nuestros países es una sensación espectacular”.
Alia Issa, de 20 años, en los Juegos Paralímpicos: “El deporte te da confianza e independencia”
- Refugiada siria.
- Reside en Atenas (Grecia).
- Paratletismo (lanzamiento).
Nacida en 2001 en Atenas, hace tan solo tres años, desde los 17, que Alia Issa conoce el deporte de primera mano. Lo hizo a través de un profesor, Nikopoulos, que vio su potencial en el atletismo. Según cuenta en el Comité Paralímpico Internacional, le incitó simplemente a salir de casa para ir a un club deportivo. “Le abrió un nuevo mundo”. A Tokio 2020 acude como lanzadora de club throw, disciplina para quienes no tienen agarre para lanzar jabalina o disco, y es la primera mujer en representar a los refugiados en los Juegos.
El padre de Alia Issa huyó de Siria en 1996, viviendo solo durante cuatro años en Atenas hasta que pudo ahorrar suficiente para reunir a la familia. Un año después nació Issa, a quien una viruela con fiebre alta le provocó daños cerebrales que limitaron su movilidad y dificultaron el habla. Pese a sufrir acoso en la escuela, su padre le animó a estudiar para ser médica. “Trabaja duro y conseguirás todo lo que te propongas”, le decía.
Cuando su padre falleció por un cáncer, se enfrentó al “mayor reto” de su vida. Tardó tiempo en salir de casa, y lo consiguió a través del deporte, por lo que anima a quienes viven una situación similar a probar cualquier actividad. “El deporte te da confianza, movilidad e independencia, una forma de ser incluidas en la sociedad. Quiero de decirle a la gente, que si tiene un hijo como yo, no lo esconda en casa y le anime a hacer deporte”.
Parfait Hakizimana y los Juegos Paralímpicos: “El taekwondo me enseñó a respetar”
- Refugiado burundés.
- Vive en el campamento de refugiados de Mahama (Ruanda).
- Taekwondo, -61kg.
Parfait Hakizimana (1988, Burundi) perdió un brazo por los disparos que acabaron con la vida de su madre cuando él solo tenía ocho años. “Vi cosas terribles cuando era niño”, explica. Con 16 años se inició en el taekwondo, el deporte que le dio un propósito de vida al otro lado de la frontera con Ruanda, en el campo de refugiados Mahama, donde viven 60.000 personas. «No tenemos demasiadas cosas, el deporte ayuda a olvidar los problemas«.
Actualmente enseña artes marciales a 150 refugiados, aunque sueña con abrir un centro en su país de origen, del que huyó en 2015 por una guerra civil. “El taekwondo salvó mi vida, me ayudó a estar orgulloso y feliz, a ver las cosas simples, respetar a los demás y no perder la esperanza. Hay que ser valiente y paciente, porque las cosas buenas suceden”.
Anas Al Khalifa: “El deporte es la parte que le faltaba a mi cuerpo”
- Refugiado sirio.
- Reside en Halle, Alemania.
- Canotaje.
Ognyana Dusheva, entrenadora de Anas, vio a un hombre “asustado e infeliz” la primera vez que se encontró con él. “Se podía ver esa tristeza en los ojos, pero miré a su cuerpo, sus manos y hombro, lo fuerte que era… Vi potencial en él y le pedí probar el kayak”. Lo hizo unos meses después de que el joven (Hama, 1993) sufriera una lesión medular por una caída de un tejado mientras trabajaba en Halle, tres años después de huir para ayudar a su familia tras el estallido de la guerra en Siria.
Anas vivió durante dos años en un campamento cercano a la frontera con Turquía, donde logró entrar en 2014 con la esperanza de volver a encontrarse con sus hermanos. Tras el accidente, sufrió una depresión. “Eran momentos muy oscuros. Te despiertas y ves que no volverás a andar. Todo se te pasa por la mente”. En la rehabilitación, insistieron en la importancia de hacer deporte. “Me dio esperanza, se convirtió en la parte que le faltaba a mi cuerpo”. Desde su primera participación en unos Juegos Paralímpicos, anima a luchar ante la dificultad. “Puedes hacerlo una vez o cien, pero sigue intentándolo”.
Shahrad Nasajpour, el impulsor de los refugiados en los Juegos Paralímpicos
- Refugiado iraní.
- Reside en Washington, Estados Unidos.
- Paratletismo (disco).
Cuando Shahrad escuchó en las noticias que Río 2016 tendría por primera vez un equipo olímpico de refugiados, abrió el ordenador y comenzó a bombardear al Comité Paralímpico Internacional con correos electrónicos que argumentaban esta necesidad de representación. “Había escuchado que el Comité Olímpico Internacional iba a formar un equipo para los Juegos. ¿Qué pasa con nosotros?» Su insistencia y la creación de un grupo de deportistas activos por esta causa, llevaron al IPC a acoger esta idea en los Juegos Paralímpicos que vive ahora su segunda edición.
Nacido en Irán con una parálisis cerebral que afecta a la movilidad de su lado izquierdo, pidió asilo a Estados Unidos para salir del país en 2015. En declaraciones a ACNUR, incide en la importancia de la actividad física en su vida. “Me ayuda a sobrevivir, perseverar y sacrificarme para lograr mis objetivos”.
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