La jornada escolar continua es la opción que se ha instalado de forma mayoritaria en los centros educativos y es la preferida por gran parte del profesorado, según un estudio elaborado por el Centro de Políticas Económicas de la Escuela de Negocios Esade (EsadeEcPol). A pesar de esto, apunta el documento, es un modelo que agrava la desigualdad en la infancia, así como la brecha de género.
Canarias fue la primera comunidad autónoma en poner fin a la escuela de tarde, ya en la década de los 80, de acuerdo al estudio. Desde entonces, señalan los investigadores, la expansión ha sido lenta pero progresiva en el ámbito educativo público del resto de territorios. “La que más resiste de momento es País Vasco”, afirma uno de los autores, Lucas Gortázar, investigador en el departamento de Educación del Banco Mundial y director de investigación de EsadeEcPol.
En conversación con Newtral.es, Gortázar señala que “la escuela también reproduce desigualdades”, pero matiza que “la ausencia de escuela las amplifica, tal y como ha evidenciado la pandemia”. En ese sentido, en el documento señalan que hay “evidencia abundante y robusta sobre cómo el tiempo en la escuela supone un impacto positivo en los alumnos en términos académicos y socioemocionales”. Y también existe evidencia el impacto positivo de la jornada partida (o completa): “Con un almuerzo temprano y una pausa después, [este modelo] se adapta mejor a los biorritmos de los alumnos y mejora su salud, ciclos de sueño y bienestar”.
Jornada escolar continua: a menor tiempo en la escuela, mayor desigualdad
El estudio elaborado por Lucas Gortázar, Marta Ferrero y Ángel Martínez establece dos principales modelos de distribución horaria: una que iría de las 9 a las 14 horas (jornada escolar continua o matinal), y otra que iría de 9 a 16 o 16:30 horas pero con un descanso de entre una hora y media y dos para comer, pausa que se realiza en torno a las 12:30 o 13 horas (jornada escolar partida o completa).
El planteamiento inicial, señalan los investigadores, era que con la jornada escolar continua los niños y niñas comiesen en el propio centro educativo, pero “esto apenas ha ocurrido en la práctica”: “Tras la jornada continua, la mayor parte de los alumnos se marchan a casa”, apunta el documento, que cita otro informe de Save the Children que muestra que aunque el 72,5% de los centros educativos de Primaria en España tienen comedor escolar, menos del 40% del alumnado lo usa.
“Hay que partir de la idea de que la educación ya está de por sí segregada en el momento en que tienes escuela pública, concertada y privada. Hay una oferta diferenciada y, por tanto, productos desiguales. Con la oferta de comedor ocurre algo parecido: las becas no llegan a todos los menores que la necesitan y hay evidencia de que familias más vulnerables tienen más resistencia a usarlo por barreras culturales”, explica a Newtral.es la investigadora y socióloga de la Universitat Autónoma de Barcelona Sheila González, especializada en desigualdad social y educativa.
Esto implica que, con la jornada escolar continua, los menores se van a casa, desconectan de la escuela y luego no tienen otros espacios de socialización, tal y como revela González. El estudio habla del “carácter redistributivo” de la escuela, ya que una menor participación en la misma “está asociada a una rotunda menor participación en actividades extraescolares”. Vinculado a esto, el estudio señala que realizar actividades extraescolares en la escuela pública redunda en “mejoras en el aprendizaje y graduación de los alumnos, así como a otros indicadores socio-emocionales y de comportamiento, tiempo de consumo de TV o embarazos tempranos entre las niñas”.
“Cuando se hacen comparaciones entre España y otros países, se suele poner el ejemplo de Finlandia, donde hay jornada escolar continua. Pero es que en Finlandia hay una gran oferta de actividades extraescolares subvencionadas, hay mucha actividad de tarde. No es cierto que a las 12 horas los niños ya estén en su casa”, recuerda la investigadora Sheila González.
La brecha de género y la organización del horario escolar
Una de las advertencias que realiza el estudio elaborado por investigadores de la EsadeEcPol es acerca de la desigualdad en la infancia que fomenta la jornada escolar continua, sobre todo cuando se trata de un modelo cuya expansión se ha acelerado (y justificado) con la pandemia. “Una de las medidas estrella fue la de evitar el comedor para evitar el contacto directo en un mismo espacio que es, además, el espacio donde el alumnado se quita las mascarillas”, apunta Lucas Gortázar.
Gortázar y sus compañeros consideran no solo que se debería frenar esta expansión de la jornada matinal en los centros educativos, sino revertirla en tanto que ahonda en esa brecha de clases pero también en la brecha de género.
Tal y como expone el estudio respecto a la jornada escolar continua frente a la partida en la desigualdad y brecha de género: “Escolarización universal y empleo femenino son dos fenómenos que han ido de la mano en las últimas décadas y, a día de hoy, siguen siendo fuertemente dependientes. El tiempo que pasan los niños en la escuela puede determinar la oferta laboral de sus padres, así como los cuidados que puede necesitar el hogar. En el caso de los hogares con hijos en educación infantil o primaria, si la jornada escolar es inferior a la laboral, las familias deben buscar la forma de obtener formas de cuidado de esos menores”.
Sara Moreno, socióloga e investigadora en la Universitat Autónoma de Barcelona y especializada en políticas de conciliación y desigualdad en el mercado de trabajo, explica a Newtral.es que “la evidencia apoya que lo ideal es una jornada partida, sí, pero que incorpore un servicio de comedor de manera gratuita y universal”. “Así, hay más disponibilidad de tiempo para los progenitores, especialmente para que las mujeres puedan participar en el mercado de trabajo y puedan optar a trabajos ya no solo de jornada parcial”, añade.
La socióloga e investigadora Sheila González aboga por un escenario en el que “también se cambien los horarios laborales para hacerlos más compatibles con la conciliación”: “La escuela no debería ser la única política social, pero ahora mismo el mercado laboral es muy frágil, y si le exigimos más, esto perjudicará a las mujeres”.
Sara Moreno comparte este análisis al señalar que “si mueves una pieza [la jornada escolar en este caso] y no mueves otras, es como un brindis al sol”. “Los horarios son construcciones sociales que podemos cambiar. El horario tradicional de los colegios están diseñados con una lógica productiva e industrial, pero la productividad ha ido cambiando”, expone.
En este sentido, Moreno considera que reducir las jornadas laborales y no solo cambiar la jornada escolar continua por una partida podría beneficiar a la hora de reducir la desigualdad y la brecha de género, pero que esta mirada debe tener en cuenta “las situaciones más precarias”: “La reducción sincrónica de horarios se puede generalizar, eso es indiscutible, pero hay que tener en cuenta que los trabajadores y trabajadoras del sector servicios quizá no se puedan beneficiar, o quizá sí pero esto les afecte al salario. Hay que pensar otras políticas de compensación, como por ejemplo un aumento del Salario Mínimo Interprofesional o una Renta Básica Universal”.
La investigadora incide, además, en que “hay que redistribuir el trabajo”, en referencia al reproductivo, es decir, el de cuidados. “Si quienes siguen responsabilizándose de los críos son mayoritariamente mujeres, seguimos teniendo un problema. Hay evidencia de que si el horario laboral de los hombres está sincronizado con los horarios educativos, es más fácil que ellos se hagan cargo. Si ellos alargan su jornada laboral, es más difícil”, concluye.
- Jornada escolar continua: Cómo la pandemia está acelerando un modelo social y educativo regresivo (Centro de Políticas Económicas de la Escuela de Negocios Esade, 2022)
- Lucas Gortázar, investigador en el departamento de Educación del Banco Mundial y director de investigación de EsadeEcPol
- Sheila González, socióloga de la Universitat Autónoma de Barcelona e investigadora especializada en desigualdad social y educativa
- Sara Moreno, socióloga e investigadora en la Universitat Autónoma de Barcelona y especializada en políticas de conciliación y desigualdad en el mercado de trabajo
La eterna polémica. Para malmeter contra el profesorado, que bastante tenemos con lo nuestro. Es muy típico de este país atacar al otro antes que defender lo nuestro. Solo voy a argumentar dos cosas, sin entrar en más, que podría. Una es que siempre confundimos horario escolar con horario del profesorado. Otra que quien habla de rendimiento nunca se ha enfrentado a una clase de sociales en mayo a las 3 de la tarde un viernes delante de 27 chavales. Ahí me quedo
Jotaqu.No es que venga mal tener a las niñas y niños conmigo es que les tengo que dar de comer,vestir,pagar la ortodoncia,el techo donde viven....y eso se traduce en obtener dinero y a no ser que seas rico o rica,se traslada en ir a trabajar y los horarios tienen que ser compatibles o tienen que haber servicios públicos que ayuden a compaginar esos horarios. El artículo lo explica muy bien ;) Y por cierto, habrán no se escribe así.
Muchoas/as profes de Infantil y Primaria defendiendo esto de la jornada intensiva para irse pronto a casa a comer con la excusa de SU conciliación familiar. Sin tener en cuenta todas las madres que nos quedaríamos sin poder trabajar por no tener escuela por la tarde.
Una jornada laboral completa es de 8h. La escuela por lo general es de 7h, no pedimos alargarlas, sino que no nos las acorten mas. La escuela también es un centro de guarda y custodia de niños/as durante esas horas; es lo que nos permite traer dinero a casa como nuestras parejas. En el caso de madres solteras es ya la locura si encima acortas mas la jornada escolar.
Habrán la escuela muchas horas, que me viene mal tener a los niños conmigo. Vaya tela de comentario.
Los profesores somos padres y madres y reivindicamos nuestros derechos, y un horario justo, que es diferente al de los niños