El presidente estadounidense está cerca de cumplir un año en el cargo en lo que han sido 12 meses de amplias dificultades: a la caótica salida de Afganistán se le han sumado los malos datos de vacunación y una derrota legislativa durísima en el mes de diciembre. Por eso 2022 se presenta como otro capítulo cuesta arriba para la presidencia del demócrata Joe Biden.
Para entender mejor las prioridades de la Casa Blanca en un año en el que Estados Unidos empieza con una nueva ola de contagios de COVID-19 y preocupaciones económicas y terminará con unas elecciones legislativas que podrían descalabrar cualquier sueño demócrata de transformar el país.
- Así que a continuación repasamos los cinco mayores desafíos a los que se enfrenta la presidencia de Biden en los próximos 12 meses.
1. Una pandemia extendida
¿Por qué? No por previsible es menos importante destacar que la COVID-19 es a corto plazo la mayor dificultad de la Casa Blanca. Mientras la pandemia no remita y las preocupaciones de la ciudadanía sigan enfocadas en el mismo punto, la de Joe Biden seguirá siendo vista como una presidencia fallida que fracasa en su principal objetivo.
- Al fin y al cabo, el principal propósito de Biden durante la campaña presidencial de 2020 era el de establecerse como un líder que podría aportar algo de calma y racionalidad a la lucha contra la pandemia tras un año convulso con Donald Trump a la cabeza.
Contexto: EE. UU. vive ahora una sexta ola de coronavirus en la que los contagios de Delta y Ómicron están desatando caos de positivos en lugares que desde hace meses habían recuperado una normalidad cercana a los tiempos prepandémicos.
- Ahí, la ciudad de Nueva York es el ejemplo paradigmático de esta nueva crisis, con contagios y hospitalizaciones al alza que pronto prometen extenderse a otras partes del país con ratios de vacunación mucho más bajos.
La administración de Biden ha fracasado a la hora de lograr que los estadounidenses se vacunen en ratios parecidos a los de sus homólogos europeos, asiáticos y oceánicos. Y el problema es que carecían de una estrategia alternativa para aplacar la pandemia.
- ¿Cómo? La poca disponibilidad de los test de farmacia que tanto están ayudando a limitar los contagios en otros países, así como los mensajes cambiantes y contradictorios de las agencias federales que lidian con la pandemia, han hecho poco por cambiar el rumbo de derrota de EE. UU.
¿Y ahora? Joe Biden tiene como principal reto presentar un frente común contra Ómicron y conseguir que los mensajes y las iniciativas que llegan desde Washington D.C. permitan reducir la gravedad de la sexta ola —o de las que estén por venir.
- Ganar los retos judiciales contra los mandatos presidenciales que requieren la vacunación entre empleados de distintas compañías privadas, especialmente aquellas con más de 100 empleados, puede ser un gran primer paso.
- (Por mucho que los republicanos vayan a poner el grito en el cielo por lo que ellos consideran que es un atentado a la libertad).
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2. Joe Biden ante una economía titubeante
¿Por qué? EE. UU. vive un momento económico de incertidumbre con motivo de las preocupantes cifras de inflación reportadas en los últimos meses. Pese a la rápida recuperación económica en el mercado laboral, los precios de la gasolina, los coches, los alimentos o la vivienda han subido a una velocidad mucho mayor que los salarios.
- La crisis en la cadena de suministro, el incremento de la demanda con motivo de la reapertura económica y los ahorros que han acumulado los estadounidenses gracias a los paquetes de estímulo aprobados en Washington D.C. han formado la tormenta perfecta para el aumento de precios.
Contexto: los distintos factores que han acelerado la inflación se han convertido en un quebradero de cabeza para la Casa Blanca y para la Reserva Federal, el banco central estadounidense que este diciembre decidió frenar la estimulación económica y adelantar que subirá los tipos de interés en 2022.
- Una noticia a la que los mercados han reaccionado sin demasiados aspavientos, pero que podría generar pánico como los índices de inflación no aminoren en los primeros meses del año entrante.
Los republicanos atañen la subida de la inflación al paquete de estímulo aprobado por los demócratas el pasado marzo por ser excesivamente generoso con los estadounidenses en un momento en el que la economía ya estaba ganando muchos enteros.
- En cambio, los demócratas vinculan las dificultades a obstáculos pasajeros como los repuntes pandémicos de Delta y Ómicron, la época navideña de mayores compras o las disrupciones en la cadena de suministro, inevitables por su carácter global.
¿Y ahora? Joe Biden pretendía aprovechar los vaivenes pandémicos para aprobar diferentes medidas de gasto social y alivio económico para las clases media y trabajadora —y subidas de impuestos a los ricos—, pero los miedos a la inflación podrían truncar esos planes.
- Las encuestas apuntan que los estadounidenses no creen que Biden y los demócratas estén haciendo lo suficiente para aplacar la inflación y otros problemas económicos como el desabastecimiento.
- Y el senador demócrata moderado Joe Manchin mencionó los miedos a la inflación en su negativa a la aprobación de un nuevo paquete legislativo de amplio gasto social llamado Build Back Better.
Los índices económicos que se conozcan en los primeros meses del año prometen ser factores decisivos a la hora de posibilitar o bloquear las iniciativas más ambiciosas de la administración de Biden.
3. Una victoria temprana
¿Por qué? El mayor desafío político de Joe Biden en estos momentos se está desarrollando en los pasillos del Ala Oeste y del Capitolio de Washington D.C., donde su administración se está mostrando incapaz de encontrar soluciones ejecutivas y legislativas a los mayores problemas de los estadounidenses.
- A través de órdenes ejecutivas podría suspender las deudas estudiantiles o proponer reformas migratorias que contenten al ala progresista del partido, aunque los juzgados se presentan como un obstáculo inquietante en este frente.
- A través de acuerdos legislativos podría aprobar medidas con las que aliviar el peso pandémico que están sufriendo millones de familias estadounidenses, aunque los representantes moderados se presentan como un obstáculo persistente en este frente.
De no encontrar una victoria temprana en alguno de esos frentes, los demócratas de Biden podrían carecer de un mensaje ganador en las importantes elecciones legislativas de medio mandato que se celebrarán el próximo noviembre.
Contexto: cuando Biden fue vicepresidente bajo Barack Obama, los demócratas enfrentaron derrotas durísimas en las elecciones de medio mandato de 2010, lo que desencadenó un obstruccionismo republicano casi imposible de sobrepasar.
- Y de ahí que tantos progresistas se sintieran decepcionados con las pocas victorias legislativas que acometió Obama en sus dos primeros años al mando.
La reforma de acceso sanitario accesible conocida popularmente como Obamacare solo se pudo aprobar gracias a las amplias mayorías demócratas en las cámaras del Capitolio.
- Y ya entonces los moderados bloquearon las medidas más ambiciosas, como la llamada opción pública que habría abierto el camino hacia la consecución de un sueño progresista casi imposible: la sanidad universal.
¿Y ahora? Joe Biden quería haber conseguido su propia victoria legislativa a través del paquete de gasto social conocido como Build Back Better, precisamente el eslogan con el que se enfrentó a Trump en las elecciones de 2020.
- Pero el bloqueo de Manchin ha significado, al menos por ahora, el fin de medidas muy populares como la guardería universal, la expansión de acceso sanitario asequible o las ayudas al cuidado infantil.
- (Eso último, especialmente relevante en un momento en el que el cierre de colegios pega más duro contra familias sin alternativas a la hora de buscar dónde o con quién dejar a sus hijos cuando no hay escuela).
En los próximos meses, Biden deberá encontrar la forma de encontrar acuerdos y aprobar medidas políticas en torno a las que poder definir un mensaje electoral de cara a noviembre de 2020. Y tendrá que ser lo suficientemente temprano como para que los estadounidenses lo noten, sea en casa, en el trabajo o en el bolsillo.
- El famoso paquete de infraestructura bipartidista que aprobó en noviembre será difícil encajar ahí porque las medidas aprobadas en esa ley tardarán en dar sus frutos.
4. Joe Biden y la nueva diplomacia
¿Por qué? Biden prometió una vuelta a la normalidad diplomática estadounidense tras cuatro años en los que Trump mermó las relaciones del país con sus principales aliados, especialmente dentro de la OTAN y en la Unión Europea.
- Famosas son sus dificultades con Angela Merkel y Emmanuel Macron o sus acercamientos a líderes de dudoso historial democrático como Recayip Erdogan, de Turquía, o Rodrigo Duterte, de Filipinas.
Pero esa promesa se ha diluido conforme algunas decisiones de la administración de Biden han decepcionado a los aliados históricos de EE. UU.
- Ahí están las medidas migratorias que impidieron la entrada de europeos en el país hasta este pasado noviembre o el acuerdo con Reino Unido para la venta de submarinos nucleares a Australia que enfureció a Francia.
Contexto: Joe Biden tuvo una prominencia destacada en las misiones diplomáticas de EE. UU. durante la era Obama y durante sus décadas en el Senado, donde encabezó el comité de política exterior por los demócratas a lo largo de 12 años. Pero esa experiencia está probando ser ilusoria dados los baches que ha enfrentado en estos 12 meses.
- A destacar, la desastrosa salida de Afganistán, las dificultades para lidiar con Xi Jinping o el miedo a que Vladimir Putin ignore las amenazas e invada Ucrania en el nuevo año.
¿Y ahora? Biden debería empezar a demostrar que EE. UU. mantiene su relevancia geopolítica tras unos años en los que el país ha priorizado sus divisiones internas con políticas proteccionistas y pocos miedos al ninguneo de aliados cercanos.
- Sin ellos, Joe Biden tendrá poco que hacer a la hora de formar un frente común frente a los retos que prometen plantear China y Rusia.
5. Un sucesor designado (o no)
¿Por qué? Los tambores de Trump de cara a las elecciones presidenciales de 2024 suenan con cada vez más fuerza. Y por tanto también lo hacen las llamadas a que Biden confirme si tiene previsto presentarse a la reelección, sea 2024 una reválida o no del enfrentamiento que se vivió en hace poco más de un año.
- Biden ha dicho que probablemente competirá contra Trump si el expresidente republicano anuncia su candidatura, pero ambos serán octogenarios en sus segundos mandatos si ganan.
Contexto: Joe Biden dejó caer durante la campaña presidencial de 2020 que descartaría presentarse a un segundo mandato para dejar su hueco a una nueva generación de líderes demócratas que quieran asumir el reto.
- Jamás un candidato presidencial de uno de los grandes partidos ha sido de una generación más joven que la baby boomer. Y ni siquiera Biden o Trump pertenecen a ella, sino a la anterior.
¿Y ahora? La popularidad de Biden está en un momento crítico, pero es que la de su vicepresidenta Kamala Harris está incluso peor, lo que dificulta el previsible relevo que la mayoría de analistas asumían hace apenas un año.
- Nombres como el del Secretario de Transporte Pete Buttigieg, un millennial blanco abiertamente gay, enfrentarían quejas por parte del ala progresista del partido, que jamás consentiría una transición tan sencilla hacia un político moderado con atractivo cuestionable entre el electorado de minorías.
- (Algo imprescindible en un candidato demócrata cuando el partido pierde puntos día a día entre esos votantes, especialmente entre un electorado hispano que se siente abandonado).
Una dura derrota en las elecciones de medio mandato o una retirada temprana de Trump acelerarían el proceso de sucesión de cara a unas presidenciales de 2024 que prometen ser incluso más brutas y viscerales que las de 2016 y 2020.
- Porque EE. UU. puede haber solucionado algunos de sus problemas, pero la división ideológica y el resentimiento racial están lejos de ser algunos de ellos.
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