Isabel Sánchez Arán: “Quiero acercar la apnea a las mujeres, veo que se atreven en la piscina pero no en alta mar”

Isabel, durante una competición en Lanzarote. | FOTO: CESION ELYOENAI APARICIO SUAREZ
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Una sola bocanada de aire permite a Isabel introducirse en la profundidad del mar, a 76 metros, y volver a la superficie con la sensación de haber rozado un límite. La apneísta ilicitana, la española que más profundo ha buceado a pulmón, reflexiona sobre el equilibrio físico y mental debajo del agua, pero sobre todo insiste en su obsesión por acercar este deporte, especialmente a las mujeres: “Veo que se atreven con la piscina pero no en alta mar. Quiero cambiar la percepción de que el mar es un territorio hostil”, dice a Newtral.es. 

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La dedicatoria profesional de Isabel Sánchez Arán a la apnea empezó como un juego. Un día, su compañera de trabajo y ella se agarraron a la escalerilla de un barco, pusieron la cabeza en el agua y se retaron para ver quién aguantaba más. “Cuando salí del agua, me sentí muy bien”. Al día siguiente, saltaron desde el barco y comprobaron que podían subir un puñado de arena. “Me fui enganchando”. Tres semanas más tarde, estaba en una competición nacional en Chipre junto a especialistas. 

Isabel venía de una etapa de desmotivación y encontró en el fondo del mar su inspiración. En uno de los entrenamientos, su jefe le pidió bajar hasta la arena y agarrarse a una piedra. Cuando su cuerpo le pedía salir a la superficie, ella se agarraba aún más fuerte. “Venía de una ruptura y me monté una película, me agarré a esa piedra como si me estuviera agarrando a la relación. Pensaba en esa persona que me sujetaba. Estuve dos minutos en el agua y cuando salí, vi que era una sensación que me motivaba”. 

Desde su bautizo en Lárnaca (Chipre) en 2015, Isabel pulverizó sus marcas a pasos agigantados, en solo un año había pasado de 30 metros de profundidad al doble. “En los primeros años el progreso es muy rápido y luego se frena, hay que ir muy poco a poco ajustando el cuerpo a la situación, y practicarla con profesionales para reducir riesgos”, recalca, aunque presume orgullosa de haber superado todos los obstáculos hasta llegar a su mejor marca en 2019. 

Fotografía cedida por Isabel Sánchez Arán.

“La apnea es autoconocimiento” 

La primera vez que Isabel bajó 30 metros de profundidad, pasó miedo. En el giro para subir a la superficie, vio un cambio de color del agua en el horizonte. “Sentí mucho agobio porque además tenía equipación muy mala, era todo prestado, con aletas de la talla 42 que le tenía que meter zapatos. Los movimientos eran complicados, me costó mucho subir, estaba agotada, y creía que no podía llegar”. Pese a ese momento de inquietud, ya estaba sumergida en la pelea de su vida. 

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El misterio y las sensaciones debajo del agua atraparon a una atleta que reconoce la atracción por el momento de trance que se produce. “Entras en caída libre. Caes, caes, caes… Y a partir de cierta profundidad ya no flotas porque tus pulmones se comprimen, y pareces una piedra en el mar. Es una sensación única, la mejor junto a la salida a la superficie, a ver que has llegado a tu límite”.

A pesar de que con el tiempo se convierte en rutina y autocontrol, la sensación de ese giro siempre permanece. “Quieres ver qué tipo de pensamientos o retos mentales te provoca ir más profundo. Al principio cierras los ojos y te dejas ir, y con la práctica ganas control en la caída, te sientes más estable, y entra en juego la psicología”. 

El miedo al error nunca desaparece, y menos cuando está en juego la marca máxima. “Cuando comienzas a subir, muchas veces te vienen pensamientos negativos. Te viene lo complicado, el esfuerzo físico, y crees que no vas a llegar. Te acuerdas de tu familia… Hay gente que incluso tiene alucinaciones porque en ese punto se produce una sensación de borrachera”. Ella pone el piloto automático y pelea contra esos pensamientos. “Es autoconocimiento, saber relacionarte contigo, con tus miedos, y transformarlos”.  

Cuando ve a los buzos de seguridad, a 30 metros de la superficie, ya ‘respira’. Y cuando este viaje se vuelve repetitivo, se convierte en algo casi espiritual. La técnica y la compensación de oídos pasan a un segundo plano. “Solo piensas en el aquí y el ahora. Soy una persona muy dispersa, y en esos momentos dejas de obsesionarte. Te lleva al autoconocimiento a nivel mental y físico, aprendes cómo estamos relacionados con el mar y los mecanismos que tenemos en el cuerpo preparados para adaptarse al contexto”. 

Fotografía cedida por la Asociación Internacional para el Desarrollo de la Apnea (AIDA).
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“La pandemia es mi peor buceo”

Desde el club La Caretta de Girona, donde trabaja, prepara las próximas competiciones. Pero la incertidumbre por el contexto de la pandemia del COVID-19 también ha supuesto una reflexión para ella. “Está siendo el peor buceo de mi vida”, aunque destaca que precisamente la apnea le ha dado las herramientas. “No puedes estar siempre al 100% de tus capacidades porque siempre habrá bajadas. Es normal, nos pasa a todos, y tenemos buscar las herramientas para volver a nuestro mejor estado sin castigarnos”. 

La situación económica marca el devenir de un deporte con alta inversión. “Sin un buen equipamiento no puedes competir. Es una pena que esta sociedad dé más peso a deportes que no transmiten tantos valores y que tengamos tantos deportistas de élites precarios”, recalca. “Si quisiera entrenar bien, necesitaría cuatro días por semana, porque en un buceo profundo la acumulación de nitrógeno es alta y tengo que descansar. No puedo trabajar seis días y al séptimo entrenar”.

“Si conociéramos el mar, lo cuidaríamos más”

Uno de los valores que busca transmitir con este deporte es el respeto por el entorno. “Nos acercamos a la vida marina, los animales nos sienten parecidos a ellos. Ese conocimiento nos lleva a respetar la naturaleza y tener una relación sana con un mar que la sociedad ve como externo y peligroso. “La apnea arrasa en los países mediterráneos menos en España. Necesitamos concienciar y que sea algo cultural. Los problemas del mar y su contaminación vienen de nuestra actividad diaria y del desconocimiento”.

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Responsable de relaciones internacionales y atención a atletas en la Federación Española de Actividades Subacuáticas, se muestra preocupada por esa distancia con el océano especialmente en las mujeres. “Me gustaría ser un referente para ellas. Históricamente se ha visto el mar como un lugar al que los hombres iban a trabajar, un territorio hostil. Me he dado cuenta de que se animan con las categorías de piscina pero no en mar abierto”. 

La española con mejor marca

En 2019, consiguió ser la española con mejor marca en su especialidad. Fue un momento de satisfacción por todo el recorrido que había realizado con mucha ayuda de su entorno. “Sentí que era un paso para continuar y que me abriría más puertas”. Una trayectoria que espera que algún día le lleve a la Vertical Blue, una competición en Bahamas donde todos sueñan estar. “Es una especia de pozo gigante, de unos 200 metros, uno de los sitios clásicos”. 

Mientras espera sus próximos pasos, divaga sobre la posibilidad de formar una familia sin la presencia de referentes. “Da miedo ahora que he conseguido patrocinadores y me veo más cerca de mis objetivos. Es normal tener dudas e inseguridad cuando no conoces a otras deportistas que fueran madres en una situación similar”. 

Isabel Sánchez Arán ha sido:

Quinta posición mundial en Inmersión Libre y récord de España de Peso Constante con Biatleta -71m en el Mundial AIDA de Niza (Francia). 

Séptima posición en el Mundial de Roatán (Honduras) en Peso Constante Biatleta. 

Campeona de España de Inmersión Libre y Peso Constante con Bialeta en Lanzarote. 

Campeona de España de Apnea Estática. 

Récord de España de Inmersión Libre (FIM), -76 metros en la Vostok Europe Cup 2018. 

Dos veces internacional con la Selección Española. 

La apnea es un deporte que debe iniciarse de la mano de instructores y especialistas en este deporte para aprender el control de respiración y relajación, la técnica, el material adecuado y la compensación de los oídos ante la presión del agua. Es imprescindible saber nadar y recomendable tener un certificado médico que sea apto para la práctica.

La Asociación Internacional para el Desarrollo de la Apnea (AIDA), organismo con el que ha trabajado Isabel Sánchez Arán, exige como requisitos para sus cursos de iniciación tener más de 18 años y capacidad para nadar al menos 100 metros sin parar.