La ciencia del clima se planta: O se emite la mitad de CO2 para 2030 o habrá catástrofe (…y más conflictos)

Financiación fósil | M.V.
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El informe del clima, en cinco claves

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  • ?‍? El IPCC reúne a personas expertas que, periódicamente, recopilan la evidencia científica sobre el clima. Este es el sexto informe, que tiene tres partes. Dos de ellas se publicaron en los últimos meses.

  • ? Esta parte, la del Grupo III de trabajo, se centra en qué pueden hacer administraciones y actores económicos para evitar el desastre.

  • ?️ Se entiende que el desastre llegará cuando se superen los +1,5ºC de más en la temperatura media de la Tierra, desde la Revolución Industrial. +2ºC sería también un margen aceptable, pero con daños claros en buena parte del planeta.

  • ? El panel experto lo fía casi todo a una transición a energías renovables “inmediata”. Adións a petróleo y gas para 2050. Pero el contexto es complicado: el estilo de vida de los países ricos depende de los fósiles… que atraviesan una crisis casi sin precedentes por la guerra y otras tensiones políticas.

  • ? Creen que hay dinero suficiente para financiar esta transición, pero deslizan la idea de que sería necesario limitar el crecimiento mundial. Hay expertos y organizaciones que defienden que el único camino es el ‘decrecimiento’.

En tres años, deberíamos haber llegado al pico de emisiones de CO2 y empezar a doblar la curva del carbono. El último informe IPCC, el del tercer grupo de trabajo de asesores del clima de la ONU, llega en un momento crítico. En medio de una guerra con un trasfondo energético, amenazando a los suministros europeos del gas y con una escalada del precio petróleo, que ha empezado a subvencionarse a nivel doméstico.

En suma, dada la urgencia (“tenemos que actuar hoy, no la semana que viene”) la ciencia dice que es posible; pero la realidad geopolítica actual apunta a que es sería un milagro que no superemos el umbral de temperatura peligrosa para la Tierra.

La tormenta perfecta, iniciada antes de la invasión rusa, se torna en oportunidad para buena parte de del panel de personas expertas firmantes del informe. El IPCC urge a los gobiernos a acelerar la transición energética para no depender más de los combustibles fósiles, particularmente, el carbón, el petróleo y el gas.

“Tarde o temprano nos daremos cuenta de que el camino hacia las cero emisiones de carbono es independiente del precio volátil del petróleo”, ha señalado en la presentación del informe Hoesung Lee
Presidente del IPCC.

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El informe del IPCC lo fía casi todo a las renovables

Desde el punto de vista del clima, con un recorte drástico y rápido, se podría alcanzar el objetivo ideal: dejar en casi la mitad el volumen de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero para 2030.

“Es el momento de dejar de quemar nuestro planeta y empezar a invertir en las renovables”, ha sentenciado el secretario general de la ONU António Guterres en la presentación del informe. Un toque de atención al freno a la transición verde que ha supuesto la crisis energética y la guerra.

El IPCC cree que hay margen para mitigar el golpe, pese a que en la última década las emisiones de CO2 han batido todos los récords.

El objetivo de París, revisado en Madrid y Glasgow, es que la temperatura media de la Tierra no sume más de un 1,5°C extra respecto a antes de la era industrial. Para ello, el IPCC requiere que las emisiones globales de gases de efecto invernadero alcancen su punto máximo antes de 2025. En 2030 debería haberse recortado un 48% la cantidad de CO2 de la actividad humana. Y un 34% las emisiones de metano (CH4).

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“Nos encontramos en una encrucijada. Las decisiones que tomamos ahora pueden asegurar un futuro habitable. Tenemos las herramientas y los conocimientos necesarios para limitar el calentamiento”, ha señalado el presidente del IPCC, Hoesung Lee, en la presentación del informe del IPCC, que se ha retrasado tras largas discusiones a lo largo del fin de semana.

Entre las ideas exitosas, apuestan por la electrificación del transporte ligero, explorar el hidrógeno verde para el pesado, apostar por la reutilización en la industria o las ciudades compactas con edificios rehabilitados y más eficientes. Pero se desliza una idea: decrecimiento. O sea, un cambio en nuestros estilos de vida y consumo.

“Sin contar los beneficios económicos de los impactos climáticos evitados, el Producto Interior Bruto (PIB) global sería solo unos pocos puntos porcentuales más bajo en 2050 si tomamos las medidas necesarias para limitar el calentamiento a 2°C o menos, en comparación con mantener las políticas actuales”, ha afirmado Jim Skea, colíder del IPCC.

Informe IPCC III, aún hay tiempo para mitigar la emergencia climática

El Resumen para responsables de políticas del conocido como Sexto Informe del IPCC (parte III) está centrado en estrategias de mitigación del cambio climático. Dicho de otro modo, recoge un manual de advertencias, tirones de orejas y buenas prácticas para políticos. Una hoja de ruta sugerida de actuaciones durante la presente década, aprobada (in extremis) por 195 gobiernos, tras dos semanas de reuniones.

La temperatura global se estabilizará cuando las emisiones de CO2 y metano (CH4) alcancen el cero neto (lo que absorban mares, plantas o máquinas debe compensar lo que emitimos los humanos). Para no sobrepasar los +1,5°C, tendríamos que estar en cero neto a principios de la década de 2050. Y sólo hay una manera.

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Las personas expertas destacan que implicará una reducción sustancial en el uso de combustibles fósiles, tendente a cero para el último cuarto de siglo. Pero también una transición hacia la electricidad en varios sectores, empezando con el transporte. Esa electrificación no implica sólo enchufar dispositivos y vehículos, sino usar nuevos combustibles generadores de electricidad, como el hidrógeno, mucho menos implantado que la batería enchufable.

“Tener las políticas, la infraestructura y la tecnología adecuadas para permitir cambios en nuestros estilos de vida y comportamiento puede resultar en una reducción del 40% al 70% en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050. Esto ofrece un potencial significativo sin explotar”, ha apuntado el copresidente del Grupo de Trabajo III del IPCC. Priyadarshi Shukla. “La evidencia también muestra que estos cambios en el estilo de vida pueden mejorar nuestra salud y bienestar”.

Semana de rebelión científica

Entre el 4 y el 9 de abril, coincidiendo con la publicación de la tercera parte del informe del IPCC, el movimiento internacional Rebelión Científica ha organizado “la mayor campaña de desobediencia civil no violenta protagonizada por científicos y científicas de la historia”. 

El movimiento, que filtró una versión preliminar del informe el pasado agosto, pondrá el foco sobre las instituciones científicas y gubernamentales por todo el mundo con su lema: ”El acuerdo mundial de no superar los 1,5ºC ha fracasado, ¡Revolución climática ya!”.

Explican que las conclusiones de los estudios son indiscutibles: “las catástrofes se producen ante nuestros ojos y a gran escala. La pandemia que padecemos desde 2020 se origina en una zoonosis relacionada con la deforestación. Las gotas frías, nevadas, lluvias torrenciales, sequías, olas de calor y megaincendios se multiplican y aceleran. En nuestro país, un 75% del territorio está ya en alto riesgo de desertificación”, apuntan.

Entre sus principales demandas, reclaman a las autoridades académicas la inclusión de formación obligatoria sobre crisis climática y energética en todos los grados y másteres. También piden al gobierno medidas reales en consonancia con lo que el secretario general de la ONU llamó un “código rojo para la humanidad”. Eso incluye un cambio en el sistema productivo y social.

¿Por qué la ciencia del clima pide urgencia, más allá del informe del IPCC?

Para el catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha y antiguo miembro del IPCC José Manuel Moreno, las razones que llevan al panel a aumentar el nivel de alarma de su mensaje son múltiples. “El cambio climático observado está causando ya innumerables disrupciones en el sistema Tierra, afectando a millones de personas. Es consecuencia, entre otros, del incremento de los episodios meteorológicos extremos”, explicaba tras la presentación de la parte II del informe, el pasado febrero.

Casi la mitad de la población humana experimenta falta de agua, parte de la cual está causada por el cambio climático. Esto impedirá conseguir los Objetivos del Milenio de “cero hambre” y “agua para todos”. El cambio climático está contribuyendo ya a crisis humanitarias en Asia, África y América Central, explicaba el catedrático en The Conversation.

Para Fernando Valladares, investigador y divulgador de Biogeografía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales, la rebelión de la comunidad científica se apoya en una cruda realidad que se queda en documentales y películas: “Quienes investigamos las causas y las consecuencias del cambio climático no hemos sido escuchados”.

El manifiesto cuenta con firmas de miembros del IPCC, investigadores, divulgadores y consultores climáticos, como el propio Valladares, Marta Rivera Ferré (CSIC y UB), Fernando Prieto (Observatorio de la Sostenibilidad) o Jorge Riechmann (Filósofo y escritor).

Una transición verde condicionada por la guerra y las escalada de precios

¿Ha llegado la guerra y la crisis energética en el peor o el mejor momento para la transición energética? Lo que a priori parece una oportunidad para acelerar la independencia de los combustibles fósiles se está convirtiendo en subvención para su compra.

EE.UU. ha desempolvado 180 millones de petróleo de sus reservas. Su presidente Joe Biden instó a la industria a producir más, con lo que se espera un repunte de las extracciones. La UE, que tradicionalmente se ha opuesto a extraer combustibles fracturando rocas (fracking) empieza a abrirse a esa posibilidad, mientras que países comunitarios como España están subvencionando los carburantes, ante el riesgo del colapso del transporte y la precariedad de las familias, en un país fuertemente motorizado.

Este tipo de prácticas, junto al uso del carbón, parecían anatemas en la pasada cumbre del clima COP26, de donde salió un compromiso de mínimos para dejar de subvencionar y promover estos fósiles, progresivamente. No obstante, la Comisión mantiene su apuesta por la transición energética y su Pacto Verde. Eso sí, considerando al gas y a la nuclear como ‘energías sostenibles’.

Coste de la transición a tecnologías energéticas renovables

Para el consultor Álvaro López-Peña, director de ALP – Sustainable Energy, “la salida pasa por disminuir el consumo de gas y petróleo. Además el que consumamos debe provenir de socios fiables y diversos, y tener un precio competitivo”. A su juicio, estos cambios deberían tener lugar muy rápido —si el próximo invierno es muy frío podría ser un problema—, y sin que aumentemos las emisiones de CO2“, precisa para el SMC España.

Para López-Peña, “la nuclear con centrales ya construidas podría ser parte de la solución, pero ¿cuánto podremos seguir usándolas con absoluta seguridad?” Se están viendo ahora “las debilidades de los reactores existentes en un contexto bélico”.

En el caso particular de España, las renovables tienen tres fortalezas: “no dependemos de nadie, tienen un impacto ambiental menor y en gran medida son coste-eficientes”. Pero eso aborda sólo la parte de la electricidad ya en uso (que no es poca). Pero, ¿qué pasa con las calefacciones diésel o de gas? Por no hablar de los vehículos. El transporte es el primer emisor local de CO2. El panel reconoce que electrificar los parques móviles puede ser una opción que excluya a quienes no tienen dinero para cambiar de coche, por ejemplo.

Luisa Cabeza, experta en energía de la Universidad de Lleida, que ha participado en el informe, cree que “ya hay opciones disponibles en todos los sectores para reducir al menos a la mitad las emisiones para 2030”. La científica explica a SMC que “esto es posible sin disminuir el bienestar en los países desarrollados y que los países en desarrollo pueden seguir aumentando el suyo, pero también está claro que se necesitan cambios en los estilos de vida”.

En el informe se plantean algunas opciones para la captura de carbono, basadas en soluciones naturales. Por ejemplo, las políticas de reforestación: los árboles absorben CO2. Sin embargo, reconocen que puede tener impactos negativos en comunidades por los cambios de usos del suelo y las cosechas. “Depende de la escala en que se implementan estas soluciones”. Hay otras opciones, incluidas las de fabricación humana (máquinas), pero están aún poco desarrolladas.