Invierno menguante: una “dorsal anticiclónica de récord” promete un ‘calor’ propio de mayo en enero

Potente dorsal anticiclónica en enero que anticipa calor | M.V., ECMWF
Potente dorsal anticiclónica en enero | M.V., ECMWF
Tiempo de lectura: 7 min
(*) Actualización 24/01/2024

Del temporal al subidón de temperaturas. Un guion anticipado hace meses en el hemisferio sur. El pasado agosto, en pleno invierno austral, algunas ciudades de la cordillera de los Andes registraron temperaturas por encima de 35ºC. Veinte grados por encima de lo normal en enero, en lo que quizás era un anticipo de lo que podría esperarnos en el hemisferio norte seis meses después, fenómeno El Niño mediante. Ahora, cuando apenas llevamos recorrido un tercio del invierno boreal, el ‘calor’ se anticipa en forma de una potente dorsal anticiclónica, impropia de estas fechas, ha empezado a llevar los termómetros a temperaturas entre diez y doce grados por encima de lo normal. Según Aemet, temperaturas “propias del mes de marzo”, aunque en algunas zonas del sur, más bien de mayo.

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Desde la plataforma de eltiempo.es, el meteorólogo Roberto Granda, que analiza registros históricos de calor, explica que esta dorsal anticiclónica presenta rasgos únicos “de récord” para enero. Como añade para Newtral.es su compañera física y meteoróloga Mar Gómez, una dorsal es una especie de ‘lengua’ de altas presiones a cierta altura.

En nuestra península, normalmente, inyecta aire cálido de sur a norte, haciendo subir las temperaturas. Muchas veces, lo podemos ver en los mapas de isobaras del tiempo como una especie de U invertida, si hay un anticiclón de bloqueo implicado en la parte superior, como es el caso, impidiendo que nos lleguen frentes cargados de agua desde el Atlántico.

En ningún caso se puede hablar de ‘ola de calor‘ en enero, si bien este cuadro atmosférico, de haberse dado en verano sí que hubiera derivado en un episodio calificable como tal, según valora Samuel Biener desde Meteored. Ahora, realmente, va a haber pocos sitios en los que haga lo que llamamos ‘calor’. Aunque, en términos relativos, las temperaturas lo serán para enero. El jueves, las máximas podrían llegar a 20ºC en buena parte de España. Aemet espera que pueda llegarse a los 26ºC en el sureste peninsular o los 24ºC en Sevilla y superarse los 22ºC en el extremo sur peninsular y Canarias.

Una dorsal única en 80 años, pero está por ver que enero bata récord de calor

Normalmente, en España las dorsales de invierno traen consigo estabilidad atmosférica, sol y nieblas y contaminación, en ocasiones. La ausencia de nubes suele permitir que el calor del día se escape por la noche y las temperaturas caigan. Esto, de ocurrir, haría más complicado cerrar enero como un mes de récord en cuanto a temperaturas medias. Más, aún, después de un arranque de año marcado por las borrascas Irene y Juan.

El jueves será el día de mayor temperatura asociada a las altas presiones en superficie | Ventusky
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Pero para Roberto Granda, sí va a haber récords en temperaturas diurnas. Por ejemplo, Teruel podría alcanzar los 22ºC o 23ºC de máxima. Su récord de enero, hasta ahora, está en 21,4ºC. Según la previsión de Aemet, no se puede descartar que al final de la semana pueda entrar algún frente que provocaría el aumento de la nubosidad en el tercio noroeste.

Ahora, técnicamente, lo que está pasando es que a unos 5.500 a 6.000 metros de altitud habrá presiones (‘peso’ del aire) mucho mayor de lo normal a lo largo de esta cresta. Mientras, a un nivel más cercano a la superficie, un potente anticiclón está dejando temperaturas en capas medias de unos 15ºC, una cifra muy elevada para lo esperable. Dicho de otro modo, la anomalía se está dando en prácticamente toda la columna de aire hasta la troposfera. “Estos valores serán de récord para esta fecha, y son más propios de la época cálida del año”, precisa Gómez.

Ya este miércoles se han registrado récords provisionales de temperatura mensual: en la estación de Puerto de Navacerrada, que sería la más alta para un enero o febrero desde que hay registros, con 17ºC; otras tantas capitales, como Ávila, Teruel o Cuenca seguramente, también marque otro registro histórico. A eso se suman varios récords diarios en ciudades como Vitoria, Reus, Pamplona, Logroño, Mahón, Sevilla o Torrejón de Ardoz, conforme a datos de NCDC GSOD recopilados por Coolwx. Granda está siguiendo estos récords en su cuenta de divulgación en X.

Algunos de los récords de temperatura diaria también se extienden por buena parte de Europa occidental.

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Una marca más de la emergencia climática

Ni todo el calor es emergencia climática, ni el frío implica la ausencia de esta. De hecho, danas y temporales de nieve extremos cada vez más recurrentes se asocian a efectos derivados del calentamiento global, que introduce desequilibrios en la atmósfera y océanos. ¿Son esta sucesión de temporales de frío seguidos de jornadas de ‘calor’ anómalo para enero una característica del cambio climático?

Por lo pronto, “estamos viendo cómo son cada vez más recurrentes este tipo de situaciones aunque de momento no contamos con estudios concretos”, explica Mar Gómez. Tras ello, quizás , un mecanismo: los trópicos se están ‘expandiendo’ y situaciones más subtropicales cada vez afectan más a nuestro país”, en la línea de la dorsal de estos días, aunque serán necesarios estudios de atribución concretos.

Uno de los rasgos notables de la emergencia climática en los inviernos de España es el descenso en el número de madrugadas con heladas. Desde la década de los sesenta del siglo pasado, estas han caído un 40%, según otro análisis de datos de Granda, publicado en diciembre. La ausencia de heladas tiene un impacto, por ejemplo, en la agricultura. Ciertos cultivos dependen de temperaturas por debajo de 0ºC para mantener a raya a las plagas y para florecer con éxito en primavera, coincidiendo con los ciclos de los insectos polinizadores.

En general, no se puede atribuir fácilmente un fenómeno concreto como un episodio de calor asociado a una dorsal con ‘calor’ impropio para enero a la emergencia climática. Suelen hacerse evaluaciones a largo plazo de tendencias, que en nuestra península, son claras. Por ejemplo, a la hora de observar que el anticiclón que típicamente nos afecta recurrentemente, el que se forma en las Azores, se está haciendo más grande, dejándonos inviernos más secos, en lo que es una marca clara de la crisis del clima. No obstante, sí se puede hablar de recurrencia de fenómenos como esta dorsal.

El meteorólogo superior del Estado Juan Jesús González Alemán explica, por su parte, que dado el contexto de calentamiento global es “improbable” que este tipo de dorsales hayan sucedido en miles de años. Pero, con el rigor de los registros en la mano, podemos decir que no se habían anotado estas cifras en los últimos 80 años.

Para el físico, el principal problema realmente es el aumento en frecuencia de este tipo de dorsales anticiclónicas extremas en invierno, como está sucediendo. Poco a poco, “se van adueñando del clima invernal, provocando un impacto nefasto”. Es un hecho que el calor puntual se va adueñando de todas las estaciones en España. Tomando como referencia el periodo 1971-2000, los veranos duran unas cinco semanas más hoy que en 1980, según Aemet. Y un estudio publicado el año pasado constataba que, en el peor de los escenarios, en provincias como Sevilla pasaríamos de 82 días con calor (>30ºC) por década, a 346 hacia el final del siglo.

Fuentes
  • Boletín de previsión de AEMET
  • Mar Gómez (eltiempo.es)
  • Roberto Granda (eltiempo.es)
  • Juan J. González Aleman (meteorólogo superior del Estado, Aemet)
  • Samuel Biener (Meteored)