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La internet descentralizada: ilusión o quid de la web3

desinformación España
Tiempo de lectura: 15 min

Dicen que el truco de los ilusionistas funciona sólo si no sabes hacia dónde poner tu atención cuando miras. En momentos en los que la web3 propone una internet descentralizada, un buen ejercicio puede ser observar cómo están funcionando los mecanismos basados en estas tecnologías en relación a la distribución del poder.  

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Se dice que la web3 viene para tener lo mejor de la web 1 y la 2: una evolución en la que los usuarios volvamos a tener el control, contra el modelo de las grandes plataformas tecnológicas actuales. ¿Quién puede estar en contra de esto? Cualquier propuesta que vaya contra estos gigantes y saque a intermediarios del camino parece válida en estos días, pero sería bueno preguntarnos qué permiten realmente estas tecnologías a día de hoy, y qué están en condiciones de prometer. El optimismo y el marketing abundan en los discursos de la gente cripto, sin que la mayoría conozca(mos) hacia qué supuesta revolución nos dirigimos. 

En días como estos nos enteramos que un gobierno, el de Kazajistán, cierra el grifo de internet y el poder de procesamiento global de bitcoin cae un 13%. ¿Cómo evitaría algo así la web3? La idea de una web3 descentralizada y democrática ha nacido antes que el ecosistema al que se refiere. La explosión de las criptomonedas y las sonadas ventas de NFTs alientan las esperanzas de quienes ven en estos modelos el fin de los bancos y de los intermediarios del arte.

Pero el sistema vuelve a concentrar en un puñado de plataformas el acceso a los usuarios no expertos, es decir, a la gran mayoría. Sus dueños, mayoritariamente varones y blancos aparecen en listas de multimillonarios y los fondos de inversión se han lanzado a invertir en proyectos cripto, mientras las criptomonedas mayoritarias como bitcoin y Ethereum se concentran en un porcentaje reducido de entidades. No parece una buena imagen de descentralización. 

Para saber hasta qué punto es la web3 una revolución o un cambiar las cosas para que nada cambie, debemos explorar los mecanismos, entender las infraestructuras y las tecnologías que se proponen para crear una nueva internet. 

Tecnologías para una internet descentralizada

Las definiciones de la web3 siempre incluyen la referencia a su descentralización, y a que las aplicaciones y plataformas serán construidas por usuarios que tendrán la propiedad de los mismos. Si la web 2.0 está dominada por empresas centralizadas como Google o Facebook, se dice que la web3 utilizará tecnologías como blockchain, criptografía y NFTs para transferir el control y el poder de vuelta a la comunidad de usuarios de internet.

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Aunque antes de 2008 se hablaba ya de computación distribuida, la creación de blockchain para su aplicación en monedas virtuales como bitcoin significó la solución a un problema que no había sido resuelto hasta entonces sin recurrir a un servidor central, el del doble gasto, es decir, que cada moneda no se gaste más de una vez; y también el de la confianza distribuida: una confianza emergente en un sistema en que ningún individuo confía en el otro.

El entusiasmo por las blockchains se ha ensanchado, e incontables proyectos buscan incorporar esta tecnología en sus pilotos, aunque no es apta para todas, según los expertos.

La aplicación más extendida de la blockchain hasta ahora es el desarrollo de criptomonedas, que junto con otros tokens suponen una forma de intercambio de valor en entornos digitales, como los metaversos, donde existen “economías tokenizadas”. También existen fuera de ellos. El interés por las criptomonedas ha explotado, pero muy pocas personas las utilizan como medio de pago.

Su dificultad de uso y su volatilidad han hecho imposible que sean usadas para pagar por bienes o servicios de forma corriente por la mayoría de la población. Bajo nula regulación, suelen ser utilizadas para actividades ilegales, como lavado de dinero, o para especulación financiera.

Ethereum es otra de las tecnologías indispensables de la web3. Raúl Marcos, fundador de Carbono, empresa de inversión, no duda en calificarla como tal, y agrega también a diferentes alternativas con otros casos de uso: Cosmo, Polkadot, Solana. Su blockchain, a diferencia de Bitcoin, permite crear pequeños contratos inteligentes, piezas de código autocontenidas en los bloques que definen los acuerdos entre múltiples partes.

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Muchos programadores aman Ethereum porque es más que una criptomoneda: es un ordenador descentralizado de propósito general, en el cual se puede hacer correr cualquier tipo de programa, por lo que se suele decir que es Turing completo.

Esto quiere decir que este ordenador virtual permite ejecutar programas de forma distribuida: la web3 se apoya en la blockchain y la información es guardada en todos los servidores de manera idéntica. Es más segura porque al tener cada servidor una copia, todos tendrían que fallar a la vez para que el sistema se caiga, algo que es altamente improbable. Esto es diferente de la centralización que presenta la web actual, llamada 2.0, donde las plataformas se alojan en los servidores propios de las compañías privadas, y son susceptibles a fallos que hacen que se caiga el servicio, como ha sucedido con Facebook hace unos meses.

Si es más estable y segura, la pregunta podría ser ¿por qué no usamos más blockchain? Los inconvenientes que presenta este sistema, principalmente rendimiento y coste, hacen que por ahora utilizar este ordenador virtual sólo tenga sentido para ejecutar software que tenga que ver con la creación y gestión activos digitales escasos y extremadamente valiosos (dinero, productos financieros, identidades, credenciales, títulos de propiedad, arte digital, por ejemplo), como explica Samuel Gil en el capítulo dedicado a Ethereum de su newsletter.

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Mujeres y NFTs

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El metaverso no es tan diverso

César Sánchez, investigador de IMDEA que se encuentra estudiando las tecnologías básicas de web3, cree que son estos, los smart contracts, el elemento esencial sobre el que se construirá la funcionalidad de la web3. Estas instrucciones escritas en código dentro de los bloques son automáticas e inmutables (no pueden ser modificadas estando en el blockchain). Sirven para que funcionen los NFTs, las criptomonedas que van sobre otra blockchain, los exchanges descentralizados, los protocolos para pedir un préstamo o prestar tus criptomonedas. “Al final smart contract es un nombre simplemente para decir código en blockchain”, dice Marcos. 

“Probablemente el estándar de NFT será muy importante. Todavía no está claro cómo”, responde este inversor cuando le pido que mencione un smart contract que será imprescindible en los próximos años.

Según él, este estándar definirá desde arte digital a coleccionables, productos de juegos, entradas a eventos virtuales, pertenencia a clubs digitales: es la forma que hay actualmente, y que no se encuentra fuera del mundo cripto, para demostrar que un archivo digital es único. Un token no fungible es un certificado digital de autenticidad, un registro de datos en una blockchain pública, donde el creador ha definido qué representa y qué derechos -que nunca son de propiedad intelectual- confiere a su poseedor.

Web 1.0: la primera internet descentralizada

Devolver el poder a los usuarios, quitar intermediarios, democratizar la web suena muy bien. Pero ya conocíamos una internet descentralizada, desde antes de la 2.0. Fernando Tricas, profesor de Informática, en conversación con Newtral, observa que la web 1.0 ya era descentralizada en origen: cada ordenador se conectaba a una red de servidores distribuidos. 

“Si algo nos ha demostrado la evolución de la web en estos 30 años es que cosas completamente impensables no solo pueden ocurrir, sino que también se pueden convertir en norma, y que se hacen muchas previsiones que luego yerran completamente”, dice Diego Suárez, director de tecnología de Transparent Edge Services. 

“La web actual ya es enorme y cualquier tecnología nueva tendrá que ser de transición. Tenemos web ‘2.0’ para rato, e incluso arrastramos aún web 1, con páginas que simplemente exponen información estática sin ningún tipo de comportamiento ni dinamismo. Los protocolos base de la red, como HTTP, siguen siendo prácticamente los mismos, a pesar de que se ha ido iterando y mejorando sobre ellos. Es previsible que en los próximos años sigan haciéndolo (HTTP3 ya está siendo implantado) y que las tecnologías que potencien la seguridad y la privacidad en la red sigan mejorándose”, sostiene.

Los protocolos de internet no pertenecen a ninguna compañía, y la transparencia que piden los entusiastas de la web3 se ha llamado siempre software libre, que existe hace años. “Parece que las personas que intentan impulsar la agenda de la web3 han aprendido poco de otros movimientos como el software libre, ha señalado Francesca Bria, experta en políticas de digitalización en una entrevista para The Crypto Syllabus. “Lo que se está descentralizando es la habilidad para extraer valor y hacer dinero, incentivando aún más la financialización de comportamientos sociales”.

Suárez dice que la centralización/descentralización siempre ha ido por olas, puesto que las dos tienen ventajas y desventajas. “Hace 50 años, todo el procesamiento se hacía en grandes ordenadores, centralizado, y los terminales de usuario simplemente mostraban los datos. En los 80 se popularizó el ordenador personal y todo el software se ejecutaba en el PC del usuario, descentralizando la ejecución. Después surgió el boom de internet y, de repente, el software volvía a ejecutarse centralizado en servidores que albergaban los datos, procesaban todo y servían la web a los navegadores, volviendo a una especie de modernización de los mainframe de los 70”. 

Según él, “es pronto para saber si la web3 puede ser otro cambio de paradigma, pero por el momento aún plantea muchas dudas sobre su escalabilidad y su descentralización real. Tendremos que esperar a ver si se materializa más allá de las esperanzas de fondos de capital riesgo y entusiastas de las criptomonedas”. 

Intermediarios en la web3 descentralizada 

Algunos críticos de la web3 han planteado argumentos en torno a lo que realmente es la  web3 y si realmente es una internet descentralizada. Uno de ellos ha sido Moxie Marlinspike, investigador de seguridad informática conocido por haber fundado Signal y desarrollado su protocolo de cifrado, que utilizan hoy esa app, WhatsApp, Facebook y Skype. Para meterse en tema, Marlinspike creó dos dApps (aplicaciones descentralizadas) y un NFT, y rápidamente se dio cuenta de algunas cosas. 

En primer lugar de la falta de atención al cliente o a la interfaz de uso. “Las blockchains están diseñadas para ser una red de pares, pero no lo están para que sea realmente posible que tu móvil o tu navegador sean uno de esos pares”, observa. Se dice que todos podemos participar en la blockchain, pero esto no es posible realmente: la blockchain no puede instalarse en un móvil o en un navegador. 

La alternativa es interactuar con la blockchain desde un nodo que se ejecuta remotamente en un servidor. Y ya existen compañías intermediarias, que venden acceso vía API a un nodo Ethereum como un servicio: Infura, Alchemy y Moralis. Casi todas las dApps las utilizan, dice Marlinspike, y estas APIs de cliente no están usando nada para verificar el estado de la blockchain o la autenticidad de las respuestas. “Es como que cada vez que interactuaras con una página web en Chrome tu llamada pasara por un servicio centralizado, como Google, esa es la situación con Ethereum hoy”, revela Marlinspike. 

Bria piensa que el intento de construir infraestructuras descentralizadas y privadas a nivel de red y aplicación, como registros distribuidos y protocolos cripto que se ejecuten en Ethereum y otras blockchains es genuino e interesante. “Pero este intento de arreglar el tema de la infraestructura no tiene en cuenta el desafío más amplio de reclamar control y soberanía sobre el conjunto tecnológico”.

No tan descentralizada, ni tan democrática

Los números muestran un uso mayor de lo cripto pero no generalizado entre la población. Solo 16% de los estadounidenses dijeron haber usado algún tipo de criptomonedas, y la mayoría lo hizo como inversión especulativa, y no para pagar bienes y servicios, según el Pew Research Center. En el segundo trimestre del año pasado, las transacciones de más de 10 millones de dólares representaron más del 60 por ciento de la actividad del creciente mercado cripto, según un informe de Chainalisys.

La internet descentralizada que proclaman los entusiastas de la web3 está siendo de hecho una re-centralización del poder en manos de unos pocos. El 9% de las cuentas más importantes poseen el 80% del valor de mercado de 41.000 millones de dólares de las NFT en la blockchain de Ethereum. 

Bitcoin está aún más centralizado: alrededor del 2% de las cuentas de propiedad anónima que se pueden rastrear en la cadena de bloques de la criptomoneda controlan el 95% del activo digital, según Flipside Crypto, citado por Bloomberg.

Un análisis de Glassnode Studio, que reduce esta cantidad al 71,5%, admite sin embargo que desde principios de 2020, la oferta en manos de grandes entidades (poseedores de más de 1000 bitcoins) ha aumentado un 13,4%, y su número en más de un 27%, superando las 2.160 entidades. El enorme aumento registrado en 2021, según ellos, respalda la tesis de que los particulares con grandes patrimonios y los inversores institucionales han entrado en el espacio.

Los fondos de capital riesgo no solamente invierten en bitcoin sino también en todo tipo de proyectos cripto basados en la blockchain de Ethereum mayoritariamente. Una fundación, inscrita en Suiza y dirigida por uno de los fundadores de Ethereum, Vitalik Buterin, dirige su evolución. A pesar de que la propia fundación ha propuesto modelos de desarrollo similares al software libre, para muchos, como Jack Dorsey, fundador de Twitter, -pero también para otros expertos, como los creadores de Mozilla y Gecko-, la web3 está tremendamente ligada a los fondos de capital riesgo, que han invertido más de 30.000.000 dólares en cripto en 2021.

Suárez explica la paradoja: “La web3 implicaría que los datos estuvieran totalmente distribuidos, generalmente con procedimientos de control basados en el consenso, pero con la paradoja de que todo el sistema (en este caso el control de la red de Ethereum) estaría en manos del mismo organismo (con fuertes intereses de fondos de capital riesgo detrás), al contrario de lo que pasa en la web actual, con muchos actores federados y descentralizados, a pesar de la importancia de las grandes firmas tecnológicas”. 

Apoyando esta causa hay gente que tiene un gran incentivo: están haciendo mucho dinero. Pero el grupo de nuevos ricos no parece reflejar el espíritu igualitario e inclusivo que pregonan los discursos de la web3. En la lista de los criptomillonarios de Forbes 2021 son todos hombres; y quitando uno, blancos.

Quienes ponen el dinero, los inversores, sí son más diversos. Al menos eso refleja una encuesta de la Universidad de Chicago que cita el Washington Post, en la que el 44% de los que compraron o intercambiaron criptomoneda son no-blancos, el 41% eran mujeres y el 35% tenía un ingreso doméstico anual de menos de 60.000 dólares. La encuesta también reveló que el participante promedio tenía menos de 40 años y no tenía título universitario

El vuelo del bitcoin y otras criptomonedas de los últimos años ha disparado la inversión de pequeños inversores animados por rentabilidades y campañas de influencers y celebrities. Pero la complejidad de estos nuevos sistemas tecnológicos financieros hace que sólo puedan entenderla por completo los expertos. En economía esto tiene un nombre, el de información asimétrica, y ocurre cuando en una transacción de mercado, una parte tiene más o mejor información que la otra.

En España, la mayor parte de las reclamaciones que recibe la Comisión Nacional del Mercado de Valores por fraudes está relacionada con criptoactivos a través de entidades no autorizadas. Este organismo acaba de publicar en el Boletín Oficial del Estado la regulación para la publicidad de las criptomonedas, que deberá advertir de su complejidad y riesgos.

Fuentes 

  • Fernando Tricas, profesor de Informática, Universidad de Zaragoza
  • Raúl Marcos, fundador y CEO de Carbono
  • Diego Suárez, director de tecnología de Transparent Edge
  • César Sánchez, investigador de IMDEA

1 Comentarios

  • Me la sudas, lo que dices ?. El internet descentralizada no creo que haya. Necesitaria limpiar prime los gobiernos, y crear un Nuevo sistema de Sociedad.