Europa adapta su interconexión de gas ante la guerra mientras se debate el futuro del MidCat

interconexiones de gas
Foto: Comisión Europea
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Europa se enfrenta a un invierno sin el gas ruso, y el continente busca posibles soluciones en las interconexiones entre países para compartir los suministros de gas natural licuado (GNL). Polonia, por ejemplo, ha podido reemplazar el suministro de gas ruso con importaciones de GNL a través de una nueva interconexión con Lituania y otra con Eslovaquia. Bulgaria tiene ahora la capacidad de aumentar las importaciones de gas de Azerbaiyán y de otros países gracias a la interconexión con Grecia y Turquía. Y Finlandia está a la espera de que la nueva terminal flotante de GNL compense las importaciones rusas antes de que termine el año, como explica el Fondo Monetario Internacional (FMI).

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Aunque mejorar estas infrastructuras era un objetivo previo a la invasión de Ucrania, la guerra ha puesto en evidencia la necesidad de impulsar las interconexiones de gas dentro de Europa, hasta ahora sujetas a “limitaciones técnicas”, como señala el organismo. España es el ejemplo más claro de esta falta de conexión con el resto del continente: pese a que cuenta con una tercera parte de la capacidad de regasificación de Europa (37%), solo puede exportar el 10%, según el FMI. 

Fuente: European Network of Transmission System Operators for Gas.

Mientras sigue el debate sobre el futuro del MidCat, el proyecto para conectar el pirineo catalán con Francia y mejorar la entrada de gas hacia el resto del continente, la UE cita algunos ejemplos de corredores de gas entre países: el IGB Pipeline, que conecta Grecia y Bulgaria para acceder al gas de Oriente Medio, y el Balticconnector, que une el suministro de gas de Finlandia con la Europa continental a través de Estonia. 

Balticconnector: una interconexión para transportar el gas entre Estonia y Finlandia saltándose a Rusia

El Balticconnector, que se inauguró en 2020, conecta Estonia con Finlandia, poniendo fin al aislamiento de este último del mercado del gas con una interconexión bidireccional de 152 km y capacidad para transportar 7,2 millones de metros cúbicos al día, según la UE. Esta red forma parte del plan de interconexión del mercado báltico (BEMIP Gas), uno de los cuatro corredores prioritarios de gas en la UE. 

Para Tomas Jermalavičius, investigador del International Center for Defence and Security (ICDS), la interconexión de los países bálticos era necesaria para reducir la dependencia energética. “Se había convertido en un chantaje de Rusia, nosotros éramos conscientes de ello y lo hemos sufrido antes. Lo que está sucediendo ahora no es una sorpresa para nosotros”. Por eso, asegura que “los países bálticos han hecho un gran esfuerzo por integrar su infraestructura con el mercado de gas del resto de Europa”.

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Fuente: UE.

El gasoducto se construyó en tres tramos: la parte terrestre en Finlandia, de 21 km, el gasoducto marino, de 77 km, y el tubo estonio, de 54 km. Además del conducto se necesitó la instalación de equipos auxiliares, como una central de reducción de presión en Estonia y estaciones de compresión y medición en ambos países. En total, el proyecto tuvo un coste de 250 millones de euros, de los que la UE financió el 75%.

A raíz de esta infraestructura, se han ido construyendo otras que complementan el plan báltico, como el enlace de gas entre Estonia y Letonia, la interconexión entre Polonia y Lituania (GIPL), que entró en funcionamiento el 1 de mayo de 2022, y el gasoducto entre Polonia y Eslovaquia. 

Además, hay otro proyecto para traer el gas noruego por el Baltic Pipe que se espera que entre en funcionamiento en octubre, y la expansión de la interconexión entre Letonia y Lituania, que estaba programada para 2023, aunque podría adelantarse, según el operador Conexus.

Jose Luis R. Gallego, catedrático del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio en la Universidad de Oviedo, resalta que “en todo el este de Europa, desde años antes de la guerra, se ha ido haciendo infraestructura para reducir la dependencia del gas ruso”. 

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El gasoducto IGB busca importar a Europa más gas de Oriente Medio

Otro de los ejemplos de interconexión que destaca Europa es el gasoducto IGB, que conecta el sudeste de Europa a través de Grecia y Bulgaria. La obra terminó en julio y se espera que entre en funcionamiento el 1 de octubre, según la compañía gestora, ICGB.

La interconexión suministra gas desde la terminal de gas natural licuado Revythousa, en Grecia, que recibe importaciones de gas del Caspio y Oriente Medio. Además, se vincula con la interconexión Turquía-Grecia-Italia (ITGI) y forma parte del corredor prioritario para la interconexión Norte-Sur en Europa del Este. 

Tiene una longitud de 182 km (la mayoría, 151 km, en Bulgaria y 31 km en Grecia) y una capacidad de 3.000 millones de metros cúbicos (bcm) al año en la dirección Grecia a Bulgaria, que pueden ampliarse hasta los 5.000. Su construcción tiene un coste estimado de 220 millones de euros y con ella se duplica la capacidad de entrada de gas a Bulgaria, que hasta ahora se basaba casi en exclusiva en una sola fuente (el 95% de todo el mercado) y en una sola ruta de abastecimiento, relata la UE. 

Como complemento, el proyecto incluye una unidad flotante de almacenamiento y regasificación de GNL en el puerto de Alejandrópolis, en el noreste de Grecia.

El MidCat enfrenta a Francia y Alemania ante la posibilidad de ampliar las conexiones de España 

Cuando rediseñó sus objetivos para la política energética, en 2020, Europa no contaba con el cierre del flujo de gas del Nord Stream 1 de Rusia a Alemania, que pone en pausa a su vez al Nord Stream 2. Sin embargo, establecía que Europa debería lograr una red de gas “bien interconectada y resistente a los impactos”, garantizando que todos los Estados miembros tuvieran acceso “al menos a tres fuentes de suministro de gas o al mercado de gas natural licuado global (GNL)”. 

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El MidCat se ha vuelto central en este último punto. Pero cuatro años atrás, Francia y España rechazaron que el proyecto fuera parte de los Proyectos de Interés Común (PCI, por sus siglas en inglés), y el conducto quedó excluido del nuevo diseño de las Redes Transeuropeas de Energía (TEN-E), una política que fija los objetivos de la infraestructura energética en la UE.

El asunto del gas tiene que estar resuelto de manera estructural, no coyuntural como se está haciendo ahora a través del GNL”, considera Juan Ramón Arrabi, director de la catédra Nortegas de la Universidad del País Vasco y profesor de la Escuela de ingenieros de Bilbao. Apunta que la oposición de Francia a construir el MidCat responde a motivos económicos, ya que el país vecino tendría que invertir no solo en la interconexión, sino en mejorar su red nacional de gas.

Para el académico, el problema no está tanto en la conexión, sino en la propia red gasista francesa. El sistema energético galo, que está más electrificado que el español, necesitaría reforzar sus gasoductos para vehicular el flujo de gas a Europa. “Eso exige unas inversiones importantes más allá de la interconexión”. 

Los objetivos del gasoducto son similares a los de otros que ya existen en el continente: superar los cuellos de botella y dar un uso pleno a la capacidad de gas natural licuado que se importa, en palabras de la comisaria de energía de la UE, Kadri Simson. Pero con matices particulares: España cuenta con siete estaciones de regasificación de gas natural licuado que pueden dar salida a estos suministros. Sin embargo, la falta de más interconexiones limita el uso de la capacidad, como señala la Agencia Internacional de Energía.

Gallego añade que “hay países como Estados Unidos, que explotan todos sus recursos masivamente utilizando el fracking, mientras que nosotros nos colocamos con el resto de Europa en una posición intermedia. Nuestras reservas son escasas o decidimos no explotarlas, pero nos convertimos en lugares con capacidad de almacenamiento muy grande y podemos actuar como intermediarios. Es lo que están haciendo España, Italia o Lituania en el Báltico, con las conexiones con Noruega, que es un productor importante”.

Fuentes
  • Tomas Jermalavičius, investigador del International Center for Defence and Security (ICDS)
  • Jose Luis R. Gallego, catedrático del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio, Universidad de Oviedo
  • Juan Ramón Arrabi, director de la catédra Nortegas de la Universidad del País Vasco y profesor de la Escuela de ingenieros de Bilbao
  • Inauguration of gas interconnection between Poland and Lithuania, Comisión Europea
  • Inauguration of the gas interconnector between Poland and Slovakia, Comisión Europea
  • Natural Gas in Europe. The Potential Impact of Disruptions to Supply, Fondo Monetario Internacional
  • Trans-European Networks for Energy, Comisión Europea
  • PCI examples and their benefits, Comisión Europea
  • Balticconnector gas pipeline up and running since 1 January 2020, Comisión Europea
  • Project of Common Interest: The Balticconnector, Comisión Europea
  • Estonia-Latvia gas interconnection enhancement, Comisión Europea
  • GAZ-SYSTEM: Acceptance testing for all three Baltic Pipe compressor stations in Poland is now complete, Baltic Pipe
  • Baltic Energy Market Interconnection Plan (BEMIP), Comisión Europea
  • Lithuania-Latvia interconnection capacity to increase from1 November, Conexus
  • The construction phase of the Greece-Bulgaria interconnector is completed, ICGB
  • Project of Common Interest: Greece-Bulgaria Gas interconnector, Comisión Europea
  • IGB PROJECT Gas Interconnector Greece-Bulgaria, Comisión Europea
  • Questions and Answers: The revision of the TEN-E Regulation, Comisión Europea
  • Spain Natural Gas Security Policy, IEA
  • Answer given by Ms Simson, Parlamento Europeo
  • A 10-Point Plan to Reduce the European Union’s Reliance on Russian Natural Gas, IEA
  • The Failure of European Energy Policy, Project Syndicate
  • CEF Energy: contributing to the security of energy supply in the EU, Comisión Europea
  • European Energy Hub