‘Influencers’ salafistas en España: el islamismo radical cautiva a jóvenes en TikTok con dinero fácil y autoayuda

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El año pasado se viralizó en redes sociales un vídeo donde varios jóvenes musulmanes aseguraban que no se debe escuchar música porque es haram, un término para designar todo aquello que, según el Islam, está prohibido. Entre los protagonistas aparecen dos influencers, un joven marroquí conocido en TikTok como “el Husse” y otro que utiliza el alias “Savage Petrov”, quien se refiere a toda música como “la voz de Shaytan”, que en árabe es una alusión al diablo.

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El Islam no prohíbe escuchar música ni bailar, pero sí lo hace el wahabismo, una corriente ultraconservadora del Islam suní nacida durante el siglo XVIII en Najd —hoy Arabia Saudí— enmarcada generalmente dentro del salafismo, una de las ramas más radicales de la religión musulmana y que defiende un retorno a la “verdadera Fe”.

Detrás del alias “Savage Petrov” —con casi medio millón de seguidores en Instagram y más de cien mil en TikTok— se encuentra Aleksandar Petrov Aleksandrov, un joven de origen búlgaro convertido al Islam que se dedica a predicar una versión radical de la religión y a vender cursos para hacerse rico. Sus credenciales, según su testimonio, es haber pasado de repetir bachillerato y tener que endeudarse para comprar un coche de segunda mano a ganar 7.000 euros diarios y conducir un Mercedes. Para conocer su “método” —que define como halal, es decir, de acuerdo a lo que marca el Islam— hay que suscribirse a unos cursos alojados en una serie de webs que administra a través de una sociedad registrada en Hong Kong.

El otro influencer que aparece en el vídeo que demoniza la música es el madrileño de origen marroquí Hussein El Habbouti —conocido en redes sociales como “el Husse”—, que acumula más de cincuenta mil seguidores tanto en TikTok como Instagram. El Habbouti es el promotor del Proyecto Ricos y Piadosos, una serie de cursos dirigidos a jóvenes en los que promete “sacar tu mejor versión” con mentorías sobre crecimiento personal, Islam y consejos para ganar dinero con negocios halal. Estos cursos sobre ganar dinero van acompañados de vídeos y disertaciones sobre lo malo que es el feminismo, el mundo moderno —cargado de “valores miserables”, dice— o la escasez de una “verdadera masculinidad”, un discurso que entronca con las narrativas habituales de la “manosfera” y la extrema derecha.

“Estos influencers están explotando una crisis de identidad entre los jóvenes”, afirma en declaraciones a Newtral el doctor Adib Abdulmajid, investigador de la Universidad de Lovaina (Bélgica) y experto en Estudios de Oriente Medio, Islamología y Estudios del Discurso Mediático. Él es el autor de una investigación publicada en 2023 en la que analiza la proliferación de los conocidos como influencers salafistas, una nueva generación de predicadores del Islam que han adaptado su mensaje al ecosistema digital con el foco puesto en la “generación Z”. El objetivo, según su análisis, es maximizar el impacto de sus narrativas y convertir a su audiencia —en su mayoría jóvenes— en incubadora ideológica y posible cantera de radicalización.

“No les están enseñando una religión, que sería el Islam, sino una interpretación ultraortodoxa como es la ideología salafista”, explica. En este sentido, destaca la capacidad de estos influencers para adaptarse al consumo que tienen las generaciones más jóvenes en las plataformas digitales, muchas veces enfocadas al dinero rápido, las apuestas deportivas, el crecimiento personal o mejorar el físico. “Aprovechan una combinación de crisis de identidad y de perspectivas, la autoconciencia y una búsqueda constante de protección [comunidad] contra lo que se avecina”, opina Abdulmajid, que equipara esta estrategia a la que siguen otros colectivos radicales como “la extrema derecha”.

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Por ejemplo, el socio de Hussein El Habbouti —“el Husse”— en su Proyecto Ricos y Piadosos es un español convertido al Islam llamado Ángel Camacho. Él es el promotor de una serie de cursos para ganar dinero que siguen un sistema acuñado por su creador como “Método 6K”, y que consiste en hacer dinero aprovechando los bonos promocionales de las casas de apuestas para realizar “inversiones seguras” mediante “apuestas cruzadas”. Aunque el Islam prohíbe las apuestas, Camacho asegura que su sistema es halal porque, según su versión, lo que hacen es aprovechar a su favor un vacío de los negocios de apuestas y no dejan nada al azar.

En su caso, los cursos están alojados en una web administrada por una sociedad registrada en Wyoming (Estados Unidos) a nombre de un español llamado Oliver Gómez Pérez, un experto en inversiones que acompañó en las listas electorales a Nicolás Gómez Iglesias —conocido como El Pequeño Nicolás— en el proyecto político con el que concurrió a las europeas de 2019, Influencia Joven.

Buena parte de los cursos y mentorías impulsadas por Hussein El Habbouti, Savage Petrov y sus alumnos son promocionados con vídeos grabados en Arabia Saudí o Emiratos Árabes en los que muestran su alto nivel de vida. En ocasiones, las grabaciones van acompañadas de nasheeds, una música religiosa donde se recitan extractos e interpretaciones del Corán a capela.

Conspiración, guerra cultural y ‘alt-right’

Un análisis publicado en 2021 por el Institute for Strategic Dialogue (ISD) identificó varios elementos en común entre las estrategias discursivas utilizadas por los influencers salafistas y la derecha alternativa o alt-right, lo que deriva en una “fluidez ideológica entre diversas comunidades extremistas en línea”. En ocasiones, sus contenidos incluyen narrativas conspirativas y discursos anti-LGTBI, antiliberales y antifeministas que son nutridos con elementos comunes.

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Por ejemplo, Aleksandar Petrov, uno de los influencers que difunde ideas salafistas en español a través de TikTok e Instagram, ha conseguido viralizar multitud de vídeos en los que señala al colectivo LGTBI —en uno de sus vídeos ejemplifica al Shaytan, el diablo, con la bandera arcoíris— y amplifica narrativas contra la Agenda 2030, donde incluye mantras ampliamente utilizados por la alt-right como el lema “no tendrás nada y serás feliz”, que alude a una expresión empleada por el Foro Económico Mundial y que el mundo de la conspiración ha interpretado como el advenimiento de una suerte de dictadura globalista. 

Estos vídeos están acompañados de otros en los que predica el Islam y mezcla la religión con conspiraciones, como la que interpreta las guerras de Rusia contra Ucrania y la de Israel contra Gaza como una comunión entre “los musulmanes y los romanos [en referencia a Rusia]”, que se alían para batir a “un enemigo en común” que el autor identifica como Israel y los valores liberales de Occidente. Todo esto, según su relato, sería el precedente del Armagedón.

A través de su canal de Telegram, Aleksandar Petrov comenzó a difundir a finales de septiembre una serie de mensajes supuestamente proféticos que venían a anunciar una “revolución” que “romperá la espada de Shaytán [el diablo]”, encarnado, según su criterio, por un sistema que “te está engañando de principio a fin”. En este sentido, prometía a sus seguidores una alternativa basada en el Islam —para la que seleccionaría él mismo a unos pocos— y que “será, con el permiso de Allah, la liberación más masiva de los últimos 100 años” (1, 2, 3, 4, 5, 6). 

Sus mensajes conducían a una página web —administrada por la misma sociedad de Hong Kong con la que gestiona las webs de cursos— donde se veía una cuenta atrás que culminó el pasado 5 de octubre. Tras este gancho, empezó a grabar vídeos desde Dubai con alumnos de sus cursos.

Otro ejemplo de las concomitancias de la conocida como alt-right y los influencers salafistas es el uso de los memes —que en muchas ocasiones son compartidos— para librar una batalla cultural. Por ejemplo, en varios vídeos de Hussein El Habbouti se puede encontrar al personaje wojak frente a un Chad musulmán que le recomienda leer el Corán. 

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  • Wojak: Es un dibujo lineal empleado en la cultura de Internet para identificar distintas emociones. Por ejemplo, el crying Wojak (llorando) se utiliza para ilustrar a un perdedor. Generalmente, es usado frente a un Chad.

  • Chad: Nació en la cultura de internet como representación hierática del hombre blanco heterosexual y normativo que encarna la sabiduría y el éxito, muy utilizado por las comunidades Incels y por la alt-right. En el caso del meme publicado por Hussein El Habbouti, la figura de Chad aparece representada como un hombre árabe y musulmán.

Según el citado estudio del ISD, los creadores de contenido salafista están “creando comunidades digitales marginales de apoyo que recurren al lenguaje visual utilizado por la alt-right en plataformas como 4chan, Reddit y Discord”. Todo esto formaría parte de una “guerra cultural” que “ataca la supuesta degeneración inherente de la cultura occidental”.

Uno de los vídeos más vistos de El Habbouti es una entrevista que le hicieron en un videopodcast llamado Worldcast, que tiene más de un millón y medio de seguidores en Youtube y está conducido por el empresario canario Juan Pedro Buerbaum Ortega, conocido por haber fundado una empresa de gofres con forma de pene. Este videopodcast da voz a multitud de referentes de la alt-right y la conspiración como Cristina Martín o Enrique Pérez, así como personajes conocidos de la subcultura Incel como “el Dandy de Barcelona”. En este espacio, El Habbouti se jacta de que, en contra de lo que ocurre en España —dice— la mujer en el Islam es “femenina” y asume el rol de “cuidar a tus hijos”, “hacer pan a tu marido” o “ser cariñosa”, al tiempo que dice empatizar con “los hombres de aquí” porque “hagan lo que hagan van a ser criticados”.

Para el doctor Adib Abdulmajid, autor del otro análisis sobre influencers salafistas, lo que está haciendo esta corriente del Islam es “traducir la literatura clásica religiosa a un lenguaje contemporáneo que la generación más joven entiende mejor. Adicionalmente, estos influencers lo convierten y adaptan aún más mediante vídeos cortos, memes o publicaciones de TikTok”.

Se sirven así de una falta generalizada de conocimientos sobre el Corán entre la generación Z para inculcar una serie de enseñanzas que van más allá de las escrituras sagradas, y que se basan en una visión dogmática inspirada por instrucciones y fatwas procedentes de sabios o referentes del salafismo. De esta manera aprovechan la vulnerabilidad de muchos de estos chavales para instalar un relato que, más allá de alcanzar el éxito económico y religioso, ofrece comunidad y protección en un movimiento que asimilan como contracultural.

Fuentes
  • Adib Abdulmajid, investigador de la Universidad de Lovaina (Bélgica) y experto en Estudios de Oriente Medio, Islamología y Estudios del Discurso Mediático.
  • Abdulmajid, A. (2023). “Salafi-Influencers: Analytical Study of the Discourse of Neo-Salafi Preachers on Social Media”. Living Islam: Journal of Islamic Discourses, 6(2), 51–69.
  • Ayad, M. (2021). Islamogram: Salafism and Alt-Right Online Subcultures. Institute for Strategic Dialogue (ISD). Proyecto “Gen Z & The Digital Salafi Ecosystem”.

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