Los incendios forestales en España están cambiando. Es algo que se viene observando en las últimas décadas. Y seguramente la emergencia climática tenga que ver, aunque no solo. Llegamos a la segunda semana de agosto con una veintena de grandes incendios (GIF), lejos del registro fatídico de 2022. La superficie quemada año a año también es menor a la de aquel verano, en que ardió la sierra de la Culebra. En 2025, hasta este 11 de agosto, el 69% de los fuegos se había quedado en conatos. Ahora, varios incendios se han desatado con la ola de calor, en una canícula arrancó con mal pronóstico, tras una primavera lluviosa y una España cada vez más vaciada.
Claves de los incendios en España en 2025
Aún queda verano por delante para hacer balance de incendios en España [Sigue aquí la situación en tiempo real]. Pero “están ardiendo zonas del centro y noroeste, teóricamente menos proclives a fuegos severos en comparación con el litoral mediterráneo, por ejemplo”, al menos, en términos de sequedad, apunta Jesús Santiago Notario del Pino (Universidad de La Laguna). “Esto para mí es llamativo. En cualquier caso, las condiciones de calor extremo y prolongado favorecen un escenario como el actual”, aclara en el SMC de España.
- Primavera lluviosa: Estos días está ardiendo bosque, sobre todo. “Personalmente, es muy triste. Soy del Bierzo. Las Médulas es un paraje bellísimo de castaños centenarios”, señala Cristina Santín (Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad, UO-CSIC). Pero los incendios no siempre se progagan mejor en el bosque. Las zonas de matorral y herbáceas en España, que crecen especialmente tras las lluvias, pueden ser las de más riesgo. “Después de una primavera tan húmeda como la de este año en la que la vegetación ha crecido mucho, ahora nos encontramos con una situación de calor extremo, vientos fuertes y tiempo sin lluvia”.
Quizás, para la cantidad de lluvia y biomasa (vegetación, tanto de herbácea como leñosa) convertida en combustible, no se estaba viendo hasta ahora una cantidad desmesurada de superficie quemada. La clave está –también– en otro punto: - Olas de calor: Para Adrián Regos Sanz (MBG-CSIC y ECOP), también en el SMC de España, la clave que mejor explica los grandes incendios de este año son las temperaturas. Siembre ha habido olas de calor, pero nunca tan recurrentes y largas. Y, sobre todo, en sitios donde no las solía haber. “Esto genera condiciones meteorológicas muy favorables para la propagación del fuego y zonas con alta carga de combustible“. Las olas de calor están siendo cada vez peores... justo donde ahora hay más grandes incendios en España: no es la cornisa mediterránea.
El verano de 2025 estaba siendo relativamente tranquilo en cuanto a fuegos (sólo uno de cada 300 había terminado en gran incendio) hasta que han llegado las olas de calor. Han desecado en tiempo récord a la abundante vegetación.

- Incendios sin sequía: Una vez superada, se podría pensar que la vegetación y el suelo llegan más húmedos este año. Eso es sólo verdad en parte. La profesora de Ecología de la UAB Sandra Saura (investigadora del CREAF) destacaba aquí que “una cosa es la ignición, cómo se inicia el incendio, y la otra cosa es el riesgo de incendio”, porque no toda chispa prende. Para que la acción natural o humana se convierta en un gran incendio tiene que “haber combustible”, masa vegetal (y un año lluvioso y sin otra acción humana la incrementa). También que “esté suficientemente seca”: con o sin sequía, ante episodios de calor extremo, la sequedad es patente. Y a eso se suma un factor cambiante como el viento.
La catedrática de Análisis Geográfico Regional Cristina Montiel (UCM) hace una precisión a esto de que ya no hay sequía: “Los registros extremos de temperaturas dan lugar a lo que se conoce como sequía térmica o flash drought”. El producto del “impacto concentrado y prolongado del calor en la vegetación y en el suelo (fuerte evaporación y evapotranspiración), aun cuando las lluvias de la pasada primavera han impedido la sequía hídrica (escasez de agua superficial y subterránea)”. - Incendios fuera de temporada: “En el noroeste peninsular, la temporada de incendios se está alargando –explica Regos– por lo que es previsible que sigamos viendo nuevos incendios hasta bien entrado el otoño, antes de que lleguen las lluvias y cuando la vegetación está más estresada por la sequía”. Ocurrió en 2023, como recuerda Santín, con incendios en Asturias, Lugo, Castellón y Teruel, desde marzo.
Aunque hay debate sobre cómo abordar en cada lugar la prevención de incendios y la gestión forestal, hay bastante consenso en que la ”despoblación y el abandono de los aprovechamientos y prácticas tradicionales del monte ha dado lugar a nuevos paisajes, más propensos a grandes incendios forestales”, apunta por su parte Víctor Fernández-García (Universidad de Lausana, Suiza).
Incendios de sexta generación y cambio climático
Explica esta investigadora a Newtral.es que “el cambio climático le está dando más inestabilidad a la atmósfera, haciendo que estos fenómenos extremos, que son muy poco predecibles y son muy peligrosos, se produzcan más frecuentemente”. Y fomentando la aparición de grandes incendios forestales que crean su propia meteorología, (vientos, rayos...) complicando la extinción. A veces se conocen a estos incendios como de sexta generación.
Para Lloret, la estabilidad de España en cuanto a superficie quemada pende de un hilo. A su modo de ver, un verano malo como el de 2022 se aproxima a lo que las proyecciones de la emergencia climática apuntan. El drama de los megaincendios de Grecia en 2023 o el de Francia este año es el recordatorio de nuestra fragilidad.