La comunidad de los Tsimane’ vive en una región de la selva boliviana, más bien poco accesible. En su día a día apenas manejan números un puñado de sus miembros. Por eso un equipo del MIT y de la Universidad de California en Berkeley viajó hasta aquella tierra para entender si la ausencia de palabras para los números tiene que ver con la capacidad humana para contar.
Esto no es nuevo. Hallazgos previos han sugerido que la representación mental de números exactos mayores que 4 depende de una rutina de conteo verbal (“uno, dos, tres…”). Sin embargo, aseverar esto con todo rigor es algo controvertido, porque se basa en comparaciones entre idiomas y culturas radicalmente diferentes.
Las novedades, publicadas en un reciente estudio en Psychological Science, vienen a decir que el pensamiento numérico y las habilidades que se desprenden de él sí están íntimamente relacionadas con el lenguaje y las palabras que dan vida a los números y sus relaciones. En el caso de los Tsumane’, los investigadores se dieron cuenta de que la mayoría de los sujetos pueden realizar con precisión tareas que requieren hacer coincidir números de objetos, pero solo hasta el número más alto que podían contar.
Para el profesor del MIT Edward Gibson, “este hallazgo proporciona la evidencia más clara hasta la fecha de que las palabras numéricas desempeñan un papel funcional en la capacidad de las personas para representar cantidades exactas mayores que cuatro, y respalda la idea más amplia de que el lenguaje puede permitir nuevas habilidades conceptuales”.
Las palabras cuentan
Los Tsimane’ son una sociedad agrícola y recolectora de alrededor de 13.000 personas en la selva amazónica. La mayoría de los niños y niñas tsimane’ empiezan a ir a la escuela hacia los 5 años, pero los niveles de educación y la habilidad para contar varían considerablemente. En el idioma Tsimane’ se puede contar hasta 100, con sus respectivas palabras. A partir de la centena, se usa el español.
En un estudio publicado por el mismo equipo 2014 , descubrieron que los niños de Tsimane’ aprenden los significados de las palabras numéricas con misma progresión de desarrollo que los niños en las sociedades industrializadas. Es decir, primero entienden uno, luego agregan dos, tres y cuatro, en secuencia. Pero todo cambia tras el número 4. El 5 ya no son capaces de representarlo mentalmente con facilidad.
La infancia en las sociedades industrializadas, que ponen un énfasis mucho mayor en los números, comienzan a aprender a contar alrededor de los 2 años y tienen una comprensión sofisticada de los números. También del conteo a los 4 o 5 años. Sin embargo, entre los Tsimane’, esta trayectoria ocurre más tarde, empezando hacia los 5 años y abandonándolo a los 8 años.
Las palabras (o dedos) son potentes representaciones de números
Para el nuevo estudio, Gibson y sus colegas identificaron a una quincena de tsimane’s que podían contar entre 6 y 20. Otros tantos podían contar al menos hasta 40. Esto les dio la oportunidad de comparar individuos con diferentes habilidades de conteo verbal y probar la hipótesis de que sin palabras, las personas no pueden realizar tareas de coincidencia exacta que requieran representar mentalmente números mayores que cuatro.
Les pusieron una tarea. Los investigadores les presentaron una línea de objetos (pilas) y luego pidieron a los participantes que alinearan un número equivalente de un objeto diferente (carretes de hilo). Pero no inmediatamente debajo de las pilas. Las pilas estaban en una línea horizontal, pero los participantes debían ‘alinear’ el número correspondiente verticalmente, por lo que no pueden simplemente emparejarlos uno a uno. Tenían que contar.
Quien no sabía más que hasta la palabra ‘diez’ era incapaz de alinear correctamente más de una decena de objetos, aunque los tuviera presentes en el experimento
El equipo del MIT descubrió que la gente de Tsimane’ podía realizar esta tarea, pero solo hasta justo debajo del número que pueden contar. Luego se perdían. Es decir, quien podía contar hasta diez comenzó a cometer errores cuando se le pidió unir ocho o nueve objetos. Por el contrario, alguien que podía contar hasta 15 empezaba a cometer errores alrededor del objeto número 13 o 14.
Los hallazgos sugieren que las tareas que requieren la manipulación de números sólo se pueden realizar utilizando palabras numéricas u otros sistemas explícitos para representar números, dice Gibson. “Cuando llegamos a números más grandes, incluso sólo a 5 o 6, necesitamos alguna forma de representar eso si quieres representarlo exactamente”, explica. “No tienen que ser palabras, puedes usar tus dedos o algo así, pero necesitas algún tipo de representación independiente de los números”.
En trabajos futuros, Gibson espera estudiar más a fondo cómo la infancia en otros lugares aprende las representaciones numéricas, lo cual es más fácil de hacer con los participantes de Tsimane’ porque manejan los números a una edad mayor que los niños en las sociedades occidentales.
Los Tsimane’, el secreto de un pueblo por el que no pasan los años
La comunidad tsimane’ no es buena con las cifras. Y los años pasan por ellos de manera distinta al resto. Entre sus singularidades está la de tener una salud de hierro, tan buena que su ‘edad vascular’ es al menos 10 años más joven que la media de cualquier otra población del mundo.
Un equipo de cardiólogos publicó en 2017 un estudio en The Lancet según el cual sus habitantes no desarrollan nunca arterioesclerosis. Esta enfermedad implica un endurecimiento de las arterias, acortando la vida de las personas.Entre las claves que pueden explicarlo, está su estilo de vida poco sedentario (están el 90% de su tiempo activos). También, su dieta. No toman grasas trans; el 72% de su ingesta es de hidratos de carbono; no conocen los procesados. Básicamente ingieren arroz, fruta, verdura, frutos secos y productos de la pesca.
Un tsimané de 80 años tiene la misma edad vascular que un estadounidense de unos 55, según los resultados de la investigación. El 85% de los adultos observados no tenían riesgo alguno de cardiopatías. Y el secreto de sus saludables arterias radica, según los investigadores, en su dieta y estilo de vida, tras descartar factores genéticos.
0 Comentarios