La premisa de la película Holy Spider es, en apariencia, sencilla: reconstruye el caso real de un asesino en serie que mató a 16 prostitutas entre el año 2000 y el 2001 en Irán por considerarlas impuras. Sin embargo, escena a escena, el sobrecogedor filme se adentra de lleno en el profundo conflicto que se mantiene vigente en la actualidad: castigar a las mujeres en nombre de la moral.
En plena oleada de protestas en Irán por la muerte de Mahsa Amini en una comisaría tras ser detenida por la policía de la moral por llevar mal colocado el velo, Holy Spider retrata una sociedad dividida entre apoyar o repudiar las acciones de un asesino que no tiene remordimientos (“¿Por qué? Cumplía con mi deber”, afirma el personaje en la cinta). Una división que no solo se queda en las calles; se extiende a la misma celda policial, a los tribunales de justicia y a la esfera mediática.
Aunque el director de la película se toma algunas licencias –Rahimi, la periodista que se juega la vida para detener al asesino, no existió–, la historia que cuenta es completamente real. Ali Abbasi, iraní afincado en Dinamarca, rodó Holy Spider en Jordania, donde recreó los exteriores de la ciudad santa de Mashhad, un lugar de peregrinación para los chiitas situada a 850 kilómetros de Teherán donde ocurrieron los crímenes.
Abbasi es el tercer cineasta que lleva el caso a la gran pantalla. La historia de los asesinatos fue contada primero en un documental en 2002 donde su director, Maziar Bahari, entrevista al asesino en serie que se muestra seguro y sonriente mientras justifica sus actos citando al Corán. El segundo es una película de Ebrahim Irajzad rodada en 2020 que ficciona el caso.
Holy Spider cuenta el caso real del asesino en serie apodado como la Araña
Saeed Hanaei, un albañil de 39 años, asesinó a 16 prostitutas el año 2000 y 2001. El apodado como Asesino de la Araña por los medios que cubrieron el caso, padre de familia en apariencia modélico, con mujer y tres hijos, llevó a cabo sus crímenes con un modus operandi sencillo, como recogen las crónicas de la primera audiencia del juicio contra Hanaei y cuenta el mismo asesino en el documental de Bahari.
Recogía a las prostitutas en su moto o en automóvil, las llevaba a su casa y las estrangulaba por la espalda con sus propios hiyab. Luego, envolvía sus cuerpos en una alfombra y los abandonaba en distintos puntos de la ciudad. Sin violaciones ni rituales macabros. Las mataba solo por ser prostitutas. Asesinaba en nombre de la moral, de la religión, por “limpieza”. Tan seguro estaba de que hacía el bien con estos asesinatos que, según cuentan los relatos policiales y también retrata la película, Hanaei esperaba en el lugar donde tiraba los cuerpos a que llegara la policía y, en ocasiones, ayudaba a cargarlos en la ambulancia.
A diferencia de lo que ocurre en Holy Spider, Hanaei fue finalmente detenido gracias a las declaraciones de una prostituta detenida por la policía –la prostitución es ilegal en Irán por las leyes religiosas– que había logrado escapar cuando este intentó matarla. “Doy gracias a Dios por haber sido arrestado por la fuerza policial, y aunque no hubiera sido arrestado después de cometer el asesinato número 16, todavía habría actuado de acuerdo con el procedimiento y la misión que estaba sobre mi hombro, habría matado a 80 mujeres corruptas más”, afirmó el asesino según el relato de los periodistas que cubrieron el segundo día del juicio.
La Araña enfatizó siempre su motivación religiosa para cometer los crímenes. “La percepción de algunas personas que me consideran una persona lujuriosa es incorrecta”, aclaró durante el juicio donde se mostró pasmosamente seguro de sí mismo a pesar de la brutalidad de sus actos. “Las mujeres que fueron asesinadas por mí, en su mayoría estaban satisfechas con 2.000 riales, no veían ni el color del baño y sus cuerpos olían a drogas. Propagaban la corrupción en la sociedad”, justificaba Hanaei con el rostro “determinado y tranquilo”.
Además, los análisis psicológicos que se realizaron constatan que Hanaei cometió los crímenes en plenas facultades mentales. “Tiene una personalidad antisocial y según las entrevistas realizadas con él y las fotografías y cintas cerebrales tomadas, no se observaron rastros de locura en él”, explicaron los neurólogos el segundo día del juicio.
Una estrategia, precisamente, que quiso intentar el equipo que defendía a Hanaei para lograr una reducción de la condena, tal y como también ilustra Holy Spider. Sin éxito, ya que fue condenado a muerte y ejecutado en de abril de 2002 a puerta cerrada, según recoge The New York Times, una práctica poco común en Irán donde estas ejecuciones suelen ser públicas. Prueba de la especial controversia que generó este caso en el país.
El hijo del asesino y la reacción en las calles
Más allá del thriller, la película muestra el apoyo social que recibe Hanaei, que es tratado como un héroe mientras a las víctimas se las vecomo culpables. Su mujer y sus hijos fueron los primeros en justificar los crímenes. “Mi padre cometió estos asesinatos para eliminar la corrupción social y su sentencia es la libertad y la absolución”, demandó el hijo mayor de la Araña a los reporteros que cubrían el juicio.
De hecho, uno de los momentos más aterradores de Holy Spider es la simulación que hace de los crímenes “heroicos” de su padre. Y no es ficción. El hijo de Hanaei mira a cámara en el documental de Bahari para enseñar el paso a paso de la técnica de su padre: “Cuando la mujer entraba a nuestra casa, mi padre cerraba rápidamente la puerta, quitaba la llave y le daba el dinero, ella comenzaba a contarlo y él le agarraba del cuello por detrás y la tiraba al suelo, así [dice mientras coloca una alfombra a modo de cuerpo de la víctima] entonces ya no quedaba mucha vida en ella porque eran sobre todo drogadictas, mi padre le clavaba una rodilla en el cuello, sus manos en su cara y la remataba”.
Esta tranquilidad que muestra un niño al exponer la brutalidad de un asesino no fue un caso aislado en la sociedad iraní. Varios medios locales describieron a Hanaei como un “mártir de la causa del bien y prohibiendo el mal”, como publicó la BBC. El New York Times también se hizo eco de este apoyo cuando informó de que tras la detención de Hanaei, grupos religiosos iniciaron una campaña en su favor, argumentando que había intentado limpiar el país de corrupción.
En una entrevista de un diario iraní a Mehdi Kahani Moghadam, un periodista que siguió el caso, explica: “Aquellos años no era como ahora que hay internet. Las mujeres de la calle [prostitutas] deambulaban por las calles, se veían obligadas a salir en busca de sus clientes, y las calles se habían vuelto realmente feas por su presencia, que perturbaba la vida de las personas. Todos se quejaban y estaban descontentos con esta situación, por ello, el pueblo se había convertido en cómplice y simpatizante del autor material de los asesinatos”.
Queda la duda si realmente lo ejecutaron, como fue en privado y mucha gente estaba a su favor...
Ante todo, mi total respeto hacia todas estas pobres mujeres asesinadas brutalmente por este monstruo en nombre de su dios, Alá. Ojalá Irene Montero y todo su equipo comprendan lo necesarias que son en este país, Irán y tantísimos otros donde la mujer es sistemáticamente abolida, cacelada, invisivilizada, silenciada. Ojalá Irene Montero y todo su equipo comprendan la terrible situación de la mujer en todos estos países y marchen para allá a empoderar a todas esos millones de mujeres que las necesitan.
Igualito España que Irán