Las cicatrices de los conflictos armados en la fauna africana

Grupo de chimpancés en el Congo | SERGEY URYADNIKOV WEB SHUTTERSTOCK
Tiempo de lectura: 9 min

De bosques color verde intenso, fauna salvaje y abundantes minas de coltán y diamantes, República Democrática del Congo (RDC) es uno de los países africanos que sufre la maldición de sus recursos. “La riqueza del Congo es precisamente lo que le lleva al desastre: allí donde encuentran minerales llegan los conflictos y la inseguridad para sus habitantes”, cuenta la primatóloga Itsaso Vélez del Burgo, que vive en este país desde hace seis años.

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La segunda guerra de RDC acabó en 2003, pero las heridas del conflicto siguen abiertas. A día de hoy, las organizaciones internacionales estiman que hay decenas de grupos rebeldes que luchan por el control, el uso y el acceso a los recursos naturales del país.

“Yo vine al Congo para trabajar con una de las víctimas menos visibles de este paisaje de violencia: los animales”, cuenta Vélez del Burgo a Newtral.es con motivo del Día para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados, que se celebra cada 6 de noviembre por iniciativa de Naciones Unidas.

A pie de selva, Vélez trabaja con los primates que, tras ser arrancados de su hábitat por los cazadores furtivos, son confiscados por las autoridades del país y trasladados al Centro de Recuperación de Primates de Lwiro (CRPL). Ubicado al este del país, en la ladera del Parque Nacional Kahuzi Biega, este centro cuenta con 94 chimpancés y 104 monos de trece especies distintas.

En un país asolado por la pobreza y el hambre, la carne silvestre de primate alimenta a muchas bocas

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El Kahuzi Biega, uno de los últimos reductos para especies como el gorila oriental de llanura, no solo es el hogar de animales exóticos. La frondosa vegetación de este parque también da cobijo a algunos grupos rebeldes que se han instalado en el parque y “comen lo que allí encuentran, como a los chimpancés”, explica la primatóloga.

En un país asolado por la pobreza y el hambre, la carne silvestre de primate alimenta a muchas bocas, no solo a las rebeldes. “En RDC hay diferentes culturas. Para algunos congoleños los chimpancés son sagrados, pero para otros comer carne silvestre es una cuestión de supervivencia. No tienen ganado, no tienen cabras, son cazadores”.

Algo similar ocurre con los trabajadores de las minas de coltán, diamantes y oro, tres de los bienes más preciados en el corazón de África. “También hay minas cerca de los parques nacionales y quienes allí trabajan lo hacen en condiciones muy precarias, por lo que muchas veces son los mineros los que matan a los primates para comer”, explica la primatóloga.

Por su tamaño y su fuerza, enfrentarse a los primates más grandes requiere algo más que agallas. “Como las armas de fuego están en poder de los militares del estado, ellos también recurren a la carne silvestre cuando la situación o la necesidad lo requiere”, añade Vélez del Burgo. “No hay culpables, solo víctimas. Es la precariedad la que se esconde detrás de la matanza de estos animales”, precisa.

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), RDC es “uno de los cinco países con mayor número de habitantes en situación de pobreza extrema y que albergan a alrededor del 23% de las personas pobres del mundo”.

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A los conflictos armados se unen el comercio ilegal y el expolio

El santuario para la rehabilitación de primates que dirige Vélez del Burgo nació en 2003, tras la guerra, bajo un programa del Instituto Congoleño para la Conservación de la Naturaleza (ICCN) que en 2006 apadrinó la ONG española Coopera.

La bióloga Itsaso Vélez con un primate en RDC | Foto cedida por Vélez

“El centro se creó para dar un hogar a los primates huérfanos por los conflictos armados, pero también para acoger a los que han sido sacados a la fuerza de la naturaleza para el comercio”, explica Lorena Aguirre, directora de la ONG Coopera en RDC, quien lleva 14 años en el país e inició este proyecto.

Para algunos congoleños, la venta de las crías tiene más valor que su carne. Según la organización internacional WWF, el comercio de animales salvajes es un negocio sangriento que mueve “miles de millones de euros al año”, un crimen “equiparable por volumen de negocio al tráfico de drogas y armas” cuyo riesgo «compensa» a los traficantes, por estar menos perseguido y penado que los anteriores.

Según las investigaciones de los organismos internacionales, la deforestación es otro de los factores que amenaza la vida de la fauna y flora de los bosques tropicales. “Sin electricidad es la madera los que les permite cocinar a los congoleños, sean rebeldes, militares o civiles”, apunta Aguirre. Como explica a medios Hubert Mulongoy, portavoz del parque nacional Kahuzi Biega, en los últimos años se han talado más de 300 hectáreas de bosque. 

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Políticas sociales para conservar la naturaleza

Tras rescatar a un chimpancé de manos de los furtivos, Vélez del Burgo evalúa las secuelas del animal y estudia a fondo cómo tratarlo. “Los primeros días duermo con él para conocerle y saber qué estrategia es la más adecuada para su rehabilitación y su integración con el grupo”. Por eso se sabe sus nombres y reconoce sus rostros.

“Suena es un chimpancé que pasó 14 años encerrada en una jaula y a la que no vamos a poder liberar. Se quedará con nosotros porque ya no sabe convivir en su hábitat”, cuenta. “En la mayoría de casos intentamos devolverlos a la naturaleza para asegurar la continuación de las poblaciones de su especie”. Por eso, investigar y conocer más a estos animales y su comportamiento es clave para poder reintroducirlos en su ecosistema.

Según una investigación de 2017, publicada en Science Advances, actualmente el 60% de las especies de primates están en peligro de extinción. Dentro de 50 años habrán desaparecido tres de cada cuatro especies de primates de las 504 registradas.

La importancia de su conservación no solo radica en proteger la diversidad de especies que pisan nuestra misma tierra. “Los primates son muy importantes a la hora de dispersar las semillas, por lo que su extinción afectaría de manera directa a los bosques y junglas” y, por ende, a nuestra forma de vida, cuenta Aguirre.   

Pero en una región donde el desempleo es presente y futuro, conservar la naturaleza no siempre está en lo alto de la lista de prioridades. “Al principio no teníamos una valla en el santuario que nos separara de los habitantes, así que recibíamos muchas quejas cuando alimentábamos a los primates. La gente preguntaba por qué les dábamos comida a los animales cuando las personas se estaban muriendo de hambre”, recuerda Aguirre.

Por eso, para proteger la biodiversidad “es primordial atajar otras cuestiones económicas y sociales que marcan el día a día de las comunidades. No puedes conservar a los animales, que son su alimento, si no les das una fuente alternativa de vida o les ayudas con sus problemas del día a día”, añade.

Así, Coopera también impulsa programas de sensibilización ambiental o proyectos de refuerzo psicosocial para ex niños y niñas soldado, guardabosques, trabajadores sanitarios y víctimas de agresiones sexuales. “Hablar de naturaleza es hablar del ser humano, de sus problemas y necesidades”, destaca Aguirre.

Foto de Lorena Aguirre con los ‘rangers’ en el CRPL | Foto cedida por Aguirre

Elefantes, antílopes y gacelas, en peligro por la guerra

La huella de los conflictos armados en la naturaleza no solo la sufren los primates. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, al menos el 40% de los conflictos internos registrados en los últimos 60 años han tenido relación con la explotación de los recursos naturales, tanto por su “gran valor” en el caso de la madera, los diamantes, el oro, los minerales o el petróleo; como por su escasez, en el caso de la tierra fértil y el agua.

La gacela dorcas, el antílope adax y el elefante africano son algunas de las especies africanas que se encuentran en peligro de extinción por los conflictos armados, como muestra un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Oporto, publicado en 2018.

La investigación —que tiene en cuenta los conflictos bélicos de todos los niveles, el terrorismo y la persecución étnica— analiza la situación de estos animales en los desiertos del Sáhara y el Sahel. Como consecuencia, 12 de los 14 grandes vertebrados que habitan en estos lugares han recibido la etiqueta de “extintos en estado silvestre” y “en peligro”.

Según cuenta a Newtral.es Teresa Abaigar, investigadora de la Estación Experimental de Zonas Áridas (CSIC) y una de las autoras de la investigación, “el tráfico de armas de fuego ha dejado atrás la caza sostenible y ha abierto el camino hacia el declive de especies”.

Por eso, es necesario “incidir en las cuestiones políticas” de estas regiones, añade. Para ella, las soluciones también pasan por “apoyar a las poblaciones locales, que tienen un gran conocimiento de estos animales y que, además, son las que se van a beneficiar de manera directa de estos animales. No solo como alimento, sino también como fuente de conocimiento y fuente de ingresos por el turismo”.

“No tenemos ninguna duda de que el oro es oro y que el coltán es coltán. Apreciamos su valor y conocemos su riqueza”, opina Abaigar. “Pero tenemos esa idea de que la naturaleza es solo el escenario del ser humano. Sin embargo, toda nuestra vida depende de los recursos naturales. Sin ellos no hay futuro”, concluye.

3 Comentarios

  • Intentar mejorar las condiciones de vida de los africanos con el objetivo de salvar a los chimpazés ??

  • Muy interesante artículo

  • Muy interesante artículo