La firma de cada huevo muestra su procedencia

Huevos frescos | Ekaterina Kondratova | SHUTTERSTOCK
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Entre 2016 y 2019 España duplicó la producción de huevos camperos y ecológicos. Los datos del Ministerio de Agricultura recogen ese aumento de un 63%, desde los 63 millones de docenas hasta las 104 millones tres años después. 

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Estos cambios en el consumo han provocado que el número de gallinas criadas en jaulas se reduzca hasta el 77,6%. Sin embargo, España sigue lejos del promedio europeo, donde el 52% de las gallinas ponedoras ya se crían fuera de jaulas, como reflejan los últimos datos de la UE, frente a España, donde apenas suponen el 22,4%. El país se ha quedado rezagado en el impulso a las gallinas de producción orgánica, y la proporción de huevos orgánicos es 10 veces menor que en Dinamarca, Luxemburgo, Suecia, Alemania o Austria. 

Los huevos pueden tener tres orígenes, como indica la OCU, con las gallinas criadas en jaulas; en suelo, es decir, que no están encerradas en jaulas pero tampoco tienen acceso al aire libre; camperas, donde sí tienen acceso al exterior; o de producción ecológica.

Más de la mitad de las gallinas en Europa ya se crían fuera de jaulas

Aunque en Europa más de la mitad de las gallinas ya se crían fuera de jaulas, España se encuentra entre los seis países que más mantienen esta técnica. 

Por el contrario, solo un 8% de las gallinas que se crían en España son camperas, muy por debajo de otros países del entorno, como Francia, en donde tienen este tipo de crianza para el 23%, o Alemania, con el 21,2%.

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El panorama de España en la producción de huevos camperos y en jaulas

Como indican los datos, en 2019 hubo más de 5,3 millones de gallinas de producción campera y ecológica, tanto de producción comercial como para autoconsumo. Sin embargo, la cifra sigue siendo muy inferior a la de cría en jaula y en suelo. En esta modalidad, se registraron 42,9 millones de gallinas; es decir, el 89% de las gallinas de 2019 se criaron en recintos cerrados.

Esto hace que la producción de las gallinas de cría en jaula y suelo sea casi diez veces mayor a la de camperas y de producción. En total, las de cría en jaula y suelo produjeron 996 millones de docenas de huevos en 2019, mientras que las camperas y de producción ecológica pusieron 104 millones de docenas. Teniendo en cuenta que los datos de algunas provincias son confidenciales, en todo el país se produjeron 1.100 millones de docenas de huevos.

Por comunidades autónomas, la que mayor cantidad de docenas produjo en 2019 fue Castilla-La Mancha, con un total de 282 millones, de los que 272 millones fueron en jaula y suelo. En cambio, en relación a la cría campera y de producción ecológica fue Aragón con 25,6 millones de docenas de huevos, seguido de Galicia (21,4 millones).

El ‘DNI’ de los huevos: cómo diferenciar la procedencia 

Cada huevo cuenta con un código que indica el origen del producto, por lo que es posible identificar dónde ha sido producido gracias a este ‘DNI’. La marca es obligatoria en todos los países de la Unión Europea para los huevos frescos que llegan al consumidor (categoría A) aunque los últimos números varían en función del Estado miembro.

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Así, para identificarlos, hay que observar los primeros dígitos del etiquetado. Los huevos pueden tener tres orígenes, como indica la OCU, con las gallinas criadas en jaulas (número 3); en suelo (número 2); huevos camperos (1) o de producción ecológica (0).

Como explica a Newtral.es María del Mar Fernández, directora del Instituto de Estudios del Huevo, “la obligación del marcado y de la información de trazabilidad completa de la granja es común en toda la UE”.

Los inicios del etiquetado para distinguir huevos camperos de los de jaula

El inicio el etiquetado se remonta a 2003 con el Reglamento (CE) nº 2052/2003, que “establece la obligación de marcar los huevos de la categoría A con un código que exprese el número distintivo del productor y que permita identificar el sistema de cría, a partir del 1 de enero de 2004”, como indica Fernánez.

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Además, esta enumeración se encuentra dentro de la “política de la UE para garantizar la trazabilidad” de los alimentos. Desde el Instituto explican que localizar el huevo permite a las autoridades identificar el origen ante casos de problemas sanitarios. “Es una obligación y responsabilidad del productor hacer las cosas bien, y una garantía para el consumidor saber que cada huevo lleva la ‘firma’ del productor, que se responsabiliza de su seguridad y calidad”, señalan.

Regulación comunitaria y por Estado miembro

Como explican desde el Instituto, hay unas partes definidas por las autoridades comunitarias y otras decisiones que se dejan en manos de los Estados miembros. En el grabado, cada país de la UE cuenta con el código del país correspondiente y el número que identifica el tipo de cría (0,1,2,3).

Para la identificación del establecimiento, cada país implementa un sistema independiente para su reconocimiento. En España se utiliza el código de Registro de Establecimientos Ganaderos (REGA), que utiliza dos números para la provincia y tres para el municipio. Al final se añade el número de granja dentro del municipio. 

Además, España ha implementado la opción de añadir un carácter más para identificar cada gallinero en granjas que cuentan con varios de ellos. Como explica Fernández, “todas las granjas comerciales de la UE deben identificarse oficialmente con su correspondiente código”.

En cambio, no es obligatorio poner la fecha de consumo en la cáscara ya que se trata de un método opcional y hay productores que la añaden y otros que no, según indica Fernández. La obligación de añadir la fecha de caducidad está indicada en el envase.

Buena iluminación y bajo nivel de ruido en granjas

En la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recogen las categorías para la venta de huevos según su calidad, peso y tamaño. En las tiendas únicamente se encuentra la categoría A, producto fresco que llega al consumidor. En cambio, los huevos que se encuentran dentro de la categoría B cuentan con algún defecto y se utilizan en la industria de los alimentos, no en tiendas. 

Algunas organizaciones, como la Asociación Española de Productores de Huevos (Aseprhu), recogen guías de buenas prácticas para el bienestar animal dentro de las granjas de gallinas ponedoras. 

Desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación explican que todas las granjas convencionales deben cumplir unos requisitos comunes. Por ejemplo, contar con un bajo nivel de ruido; buena iluminación o dispositivos para inspeccionar gallinas.

Fuentes