No es lo mismo bajar unas escaleras a toda velocidad que descender un escalón por día. En matemáticas se suele hablar de derivadas cuando tratamos de observar cómo varía de rápido un indicador. Y ese tipo de gráficas suele ser muy útil para anticipar olas de coronavirus, como se ha observado hasta ahora. Así lo anticipó el profesor de la Universidad Miguel Hernández de Elche y divulgador Santi García Cremades en el stream de Newtral #Newtrinos, el pasado mes de marzo, justo cuando arrancaba la cuarta ola.
Aquella herramienta gráfica ha permitido observar cambios de tendencia semanas antes de una nueva oleada. En el caso de la quinta, de forma bastante evidente desde poco antes de la última semana de junio. Fue entonces cuando se declaró el megabrote vinculado a viajes de fin de curso de Mallorca y otros sitios de España. Punto que marcó el crecimiento exponencial de la incidencia a 14 días, cuando, sin embargo, la gráfica de la variación semanal ya había apuntando a un cambio de comportamiento muy anterior a aquellas fiestas de adolescentes y jóvenes.
Fue en el mes de mayo cuando, en pleno descenso de la cuarta ola, la gráfica de la velocidad a la que caían los casos se había estabilizado, pasando a reducirse el porcentaje de recorte de la incidencia de una semana a la otra. De algún modo, eso es normal: cuanto más descienden los contagios, más cuesta recortar porcentualmente los contagios. Sin embargo, bastaba hacer una proyección de la línea bastante rudimentaria para presumir que la IA14 empezaría a subir mes y medio después.
Fue lo que ocurrió, aunque no era previsible que los crecimientos fueran a ser tan pronunciados. Los casos por cada 100.000 habitantes en 14 días llegaban a duplicarse semanalmente (crecimientos del 100%, frente a crecimientos de apenas un 10% días antes). La quinta ola llegó de manera explosiva, sin duda impulsada por celebraciones de fin de curso pero, también, la mayor movilidad en todas las edades, visitas a familiares en otras regiones y actos sociales.

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Contagios disparados en verano:
¿Ola joven? ¿Ola Delta? Anatomía de la quinta ola que no esperábamos
¿Habrá sexta (o más olas) de coronavirus conforme a esta gráfica?
El pasado 31 de julio, en pleno azote de la quinta ola de coronavirus, el crecimiento de la incidencia acumulada se frenó. Se había alcanzado el pico, como anticipaba la gráfica de crecimiento semanal, en caída libre desde tres semanas antes. Desde entonces, la velocidad de decrecimiento ha estado suavizándose hasta el 20 de agosto, en que se estabiliza. La razón es simple: era difícil seguir cayendo a razón de más de un 25% semanal cuando ya había una incidencia menor a 270 de media y algunas comunidades salían de ‘riesgo extremo’.
Esto podría haber apuntado a, incluso, un decrecimiento mucho más dilatado en el tiempo. O sea, que saldríamos de la quinta ola mucho más lentamente de lo que se disparó. Sin embargo, la semana del 5 de septiembre vuelve a coger ritmo la caída semanal de casos por cada 100.000 habitantes, a 14 días, rebasando el -30%. A ese ritmo, España hubiera salido por completo del riesgo (menor a una incidencia IA14 de 50) para el arranque de octubre.
Sin embargo, desde la semana del 11 de este mes la tendencia se revierte. Claramente se ralentiza la caída, cuando ronda la incidencia los 131 casos por cada 100.000 habitantes. Los positivos siguen descendiendo según empieza el mes de octubre, a un ritmo del 20%, que sigue siendo muy rápido para una cifra tan baja de incidencia, para lo que estamos acostumbrados en Europa.
La cuenta @ngbpadel viene haciendo exhaustivos seguimientos de este y otros parámetros con mucho detalle desde el comienzo de la pandemia, a partir del procesado de datos del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). Refleja estas tendencias con claridad, a partir de los datos de razón de tasas que publica el organismo. La razón de tasas divide el dato más reciente de incidencia respecto al anterior en fecha. La gráfica del vídeo es otra manera de visualizar, en el tiempo, el mapa oficial por provincias. A más verde, más rápido está cayendo la IA14.

Conclusiones del día 2⃣
— ngb padel (@ngbpadel2) September 27, 2021
▪️ Es cierto que algún indicador puede parecer que baja algo más lento, pero realmente siguen siendo bajadas muy pronunciadas. Con los niveles tan bajos que tenemos ahora en todos los indicadores es casi que lo normal. pic.twitter.com/CicCXep8Sd
Sin embargo, es verdad que si proyectáramos esa tendencia en la gráfica, con la misma pendiente ascendente, hacia mediados de octubre estaríamos nuevamente en incrementos de incidencia. Igual que en mayo, aquella proyección lo clavó, ahora el contexto es bien distinto. Sobre todo, por el claro efecto vacunal. Rondando el 80% de personas con doble pauta, el mayor riesgo de contagio (y se presupone muy leve) se da en la infancia menor de 12 años (aproximadamente, un 11%) y ese 9% de personas que no se han vacunado porque no quieren, no pueden, pasaron la covid hace menos de seis meses o están demorando su decisión.
Tener la vacuna no garantiza evitar contagiarse o contagiar, pero las probabilidades descienden. Consiguen frenar la transmisión entre el 36% y el 65%. Para los segundo, alrededor de un 50%. Es posible que haya un buen número de contagios no detectados, dada su levedad. Y quizás sean otros grupos de edad quienes sirvan de testigo de que el virus sigue circulando o lo empieza a hacer con más fuerza (independientemente de su gravedad). No en vano, ya hoy las incidencias más altas se dan no sólo entre los pequeños no vacunados. También entre sus abuelos.
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